Raymond Saint-Jean afirma que el agradecimiento es “la memoria del corazón”.La persona agradecida piensa con el corazón. La “gratitud”, es un valor que se debe recuperar; esta recuperación debe comenzar en el seno del hogar. Aunque a usted no le agradezcan, usted sí agradezca el apoyo, la generosidad y la amistad que los demás le brindan. Las expresiones de “gratitud” como “gracias”, “muchas gracias”, son parte esencial de las relaciones humanas.
Por el contrario, “la persona desagradecida no es un verdadero ser humano. No se detiene a pensar, sino que olvida lo que recibe cada día como un regalo”, (Grün). No hay que olvidar que la gratitud forma parte de la comunicación humana. Este valor es esencial para el crecimiento de toda persona que quiera marcar la diferencia en su vida. A pesar de los problemas cotidianos, hay que ser agradecidos con Dios, con la vida, con los demás, por tantas cosas que recibimos.
La memoria, el cuerpo, los pies, los sentidos, las manos, etc., son un regalo del Ser Supremo. No se vale, entonces, que por las dificultades de la vida, se caiga en la trampa de ser “mal agradecidos”. La gratitud es la condición previa para la concordia, la comunión, la armonía. Hay que agradecer las llamadas de atención, los errores y los problemas de cada día. Esta es la única manera de crecer y alcanzar la excelencia.
No es fácil agradecerle al jefe, al superior, al hermano, a la hermana, cuando nos corrigen o cuando no nos pueden ver pero ni en pintura, pero hay que hacerlo. Un niño no se siente feliz, porque le llamen la atención; los padres de familia no se sienten a gusto, cuando se les dice que sus hijos no son como ellos creen que son. Pero hay que agradecer ese tipo de acciones. El no ser agradecidos amenaza a la humanidad entera. Solamente las personas agradecidas pueden ser amigables y establecen relaciones humanas sanas.
Observe a una persona que no es agradecida: son desagradables, mal educadas e irradian una vibra negativa y destructiva. Bien afirmada Séneca: “la ingratitud es la raíz de todos los crímenes y delitos”. Agradezca a quien le dé algo. La gratitud es una mirada dirigida a lo que tiene valor en mi vida.
Traiga a su memoria la imagen de una persona que le cae mal, ¿verdad que es difícil darle un regalo? Ahora traiga a su mente la imagen del amor de su vida: su novio, novia, esposo, esposa, hijos, ¿verdad que sus emociones son distintas? Pero a pesar de todo, agradezca a Dios por esas personas desagradables que están en el libro de su vida, porque gracias a ellas usted aprendió a cuidarse, a descubrir errores, a conocerse. Esté pendiente de sus enemigos, porque son quienes están más pendientes de sus errores.
La persona agradecida sabe dar gracias por todo. Por eso usted dé gracias al levantarse, al abrir sus ojos y darse cuenta que vive y tiene muchas cosas por hacer. Agradezca a Dios por la familia que tiene, la casa que le da cobijo y por el trabajo de cada día. La gratitud le hace feliz.
Gracias Dios por la lluvia, el sol, la luna, las estrellas, el agua, los alimentos. Gracias por mi familia, mis hijos, mis compañeros de trabajo. Gracias por la salud, por las enfermedades. Gracias por los amigos y amigas que has puesto en mi camino. Gracias por los estudios, por el trabajo. Gracias porque me das más de lo que merezco.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.