Con el Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa 2024. Esta semana está llena de muchos simbolismos religiosos y culturales. Es una oportunidad que todos tenemos para vivirla y disfrutarla lo mejor que se pueda.
El Domingo de Ramos nos recuerda la entra triunfal de Jesús en Jerusalén: “Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús monto en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían iban gritando vivas: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!” (Mc 11, 1-10).
El jueves Santo es otro de los días clave de la Semana Santa, porque ese día se celebra en la Catedral Metropolitana de los Altos la Misa Crismal. Es una misa en donde se bendicen: el óleo de los catecúmenos, el óleo de los enfermos y la consagración del Santo Crisma. Estos óleos se usan para la celebración de los sacramentos del Bautismo, unción de los enfermos, Confirmación y el sacramento del Orden Sacerdotal. En esta misma eucaristía, se celebra la renovación de las promesas sacerdotales.
Este mismo día Jueves Santo, pero en la tarde/noche, se celebra la misa de la Cena de Señor. Uno de los simbolismos más importantes de esa misa es el Lavatorio de los pies, que tiene su fundamentación en la misma Sagrada Escritura: “En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido” (Jn 13, 1-15).
En esta última cena Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía, y, en consecuencia, el sacramento del Orden Sacerdotal: “el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”, (1Co 11, 23-26).
El Viernes Santo, es el único día que no se celebra la misa. Este día se caracteriza por la celebración de la Liturgia de la Pasión del Señor, a las tres de la tarde. Esencialmente tiene tres partes. La primera, inicia con la entrada del sacerdote a la iglesia y la debida postración frente a la cruz. Continúan las lecturas y termina con la Oración Universal. La segunda parte incluye la adoración de la Santa Cruz. La tercera parte consiste en la distribución de la Santa Comunión.
El Sábado Santo tiene lugar la celebración de la Vigilia Pascual. La misa inicia con la bendición del fuego, la preparación del cirio, la procesión hacia la iglesia, el pregón pascual, lectura de siete lecturas: siete del Antiguo Testamento, la epístola de San Pablo y la lectura del evangelio. Se bendice el agua y se renuevan las promesas bautismales. En esta misa celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte; celebramos su resurrección.
La Semana Santa termina con el Domingo de Resurrección. Jesús resucita de entre los muertos. María Magdalena es la que tiene el privilegio de ir al sepulcro y se da cuenta que el cuerpo de Jesús ya no está. Ella corre a contárselo a Pedro y al discípulo que Jesús amaba. Los dos salen corriendo y se dan cuenta que ya no está ahí, sino que ha resucitado. Nos corresponde ahora resucitar todo aquello que valga la pena en nuestra vida. Resucitar una nueva mentalidad valdría la pena.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.