Efectivamente, eso es lo que se pretende con el presupuesto general de egresos para el próximo año de 2019: castigar, reprimir a la salud y la educación para limitar a quienes, por precepto constitucional, tienen legítimo derecho de acceder a esos servicios. En todos los países del mundo, esto está constitucionalmente reconocido y legislado; es más, está considerado que en la variación presupuestaria entre uno y otro año, debe ser contemplado el nivel de inflación y requerimientos para el año que se está presupuestando: en la salud, con las previsiones que deben atenderse en el año siguiente y en el caso de la educación, en función del incremento y necesidades que de ello deriven, del aumento en demanda esperada en los niveles que atiende la educación pública: primaria, secundaria y superior. ¿Tendrán los diputados al menos la capacidad mínima para interpretar estos razonamientos y la importancia que tienen la educación y la salud para el desarrollo de Guatemala? La discusión del presupuesto, demuestra lo contrario.
La ceguera y miopía por parte de quienes, en el Congreso y el Ministerio de Hacienda, haciendo las excepciones del caso, están oponiéndose y dificultando la justa demanda del incremento presupuestario para los sectores salud y educativo, demuestran lo intereses que defienden y representan pues no se necesita mucho esfuerzo para reconocerlo. Analizando la distribución presupuestaria según el “sabio” criterio de los participantes y en particular, de los represores de los servicios de salud y educación pública, es evidente que buscan y quieren congraciarse con El Ejército y otras instancias a costa de reducir el presupuesto para atender las necesidades de pacientes, no escuchar la justa demanda de los médicos, enfermeras (os) y personal hospitalario y otros centros de salud, así como la negativa al incremento de nuestra Universidad Autónoma de Guatemala y esto, incluso se puede interpretar o suponer, como la maquiavélica intención de que quienes, no obstante sus raquíticos ingresos y que aspiren y busquen cursar estudios universitarios, se vean obligados a optar por las universidades privadas con lo que todo ello, implica para el presupuesto familiar y otros etcéteras. Recordemos que el acceso a la educación privada (primaria, secundaria y superior) no es nada barato pues las cuotas, por razones económicas, no todos (as) lo pueden pagar.
En el caso de la educación pública de la primaria y secundaria, hay algo que no se puede ignorar: el trato que se está dando a su sindicato que en cuanto al apoyo que recibe, permite destacar la discriminatoria preferencia en comparación con la incomprensión frente a las necesidades y requerimientos de la USAC lo que se explica, pero no se justifica. Y se explica si retomamos las expresiones que se suponen peyorativas del Presidente cuando hace algún tiempo, se refirió al costo por alumnos y tuvo otras expresiones olvidando de donde es egresado y olvidando también que, si es egresado de la USAC, primero, es gracias a nuestros impuestos y después su condición de profesional, es gracias a la USAC. Y aquí, creo también cabe otra reflexión respecto de nuestras actitudes ya como profesionales y egresados de la USAC. Cuando en nuestro desempeño tenemos que participar en asuntos relacionados con nuestra Universidad, en este caso la USAC, no olvidemos de donde egresamos y hasta por gratitud, si es que somos agradecidos, hacer lo que obligadamente y por compromiso moral, debemos hacer para contribuir a fortalecer su desarrollo; no hacerlo es traicionarla y una contradicción, hasta biológica. Esto no impide que nuestra Universidad, tenga la obligación de hacer una revisión justa y rigurosa de la forma en que aplica y distribuye su presupuesto e informe a la sociedad lo concerniente, lo que no riñe con la autonomía universitaria sino por el contrario: abundará en su favor para todo cuanto corresponda.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com