Nuestra vida mejora, cuando hacemos con gusto lo que no nos gusta.
El niño hiperactivo tiene déficit de atención. Salta de objeto en objeto compulsivamente buscando lo que le interesa. Se aburre rápido de las actividades y por lo tanto quieren algo nuevo. La novedad les llama la atención por breves momentos. En la escuela le aburren la mayoría de enseñanzas y actividades educativas, entonces normalmente termina interrumpiendo la clase.
Aunque hay gran variabilidad de un niño a otro, muchos tienden a actuar antes de pensar en las consecuencias, por lo que provocan desorden, arruinan aparatos y hasta se ponen en peligro. Lo que hace que los educadores les castiguen, les regañen y así se siente niños malos, sin entender la situación.
Quieren hacer solo lo que les gusta y rechazan lo que no. Algunos niño o niñas tienden a ser agresivos cuando no consiguen lo que quieren, se frustran y atacan a quienes le evitan conseguir la satisfacción. Incluso ofenden fuertemente a los cuidadores, sin medir las palabras y actos, la inconsciencia es la norma en ellos, luego se arrepienten.
Neurológicamente tienen un diferente funcionamiento, que hace que no se adapten. Pero aquí está la clave para la mejora, que el cerebro tiene neuro plasticidad, que consiste en que, si se le va exigiendo moderadamente, entonces va aumentando el umbral de atención, el autocontrol y la conciencia de las posibles consecuencias.
Entonces para ayudarlos, se les pide que presten un poquito más de atención a lo que están haciendo, que se detengan y se aguanten, y que antes de actuar piensen en las consecuencias que llevarán sus actos. Los niños que presentan hiperactividad necesitan de un cuidador que funcione como tutor, que esté presente en buena parte de su desarrollo, como una vocecita que le invita a despertar.
Van aumentando su tolerancia a hacer lo que no les gusta hacer, a prestar atención aun cuando tiene la compulsión de mirar para otro lado, a aguantarse a un gusto porque saben que viene una consecuencia desagradable. Básico es que aprendan cuáles cosas se hacen y cuáles no; qué se toca y qué no; qué palabras se dicen y cuáles no.
El establecimiento de límites funciona muy bien. El jugar con turnos les hace controlarse. El respeto a los normal de los juegos les hace respetar las normas sociales. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “Te conviertes en eso, a lo que le prestas atención”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo