Uno de los temas difíciles de comprender es el de “la muerte”. Se sabe que nacemos, crecemos y morimos, pero nadie, excepto quienes caen en una depresión profunda, quiere morir. Sin embargo, lo paradójico de la vida es que, “nacemos para morir”. El sentido de la vida es que un día vamos a morir.
La única seguridad de esta vida es que vamos a morir. Pero esta seguridad de la muerte genera en nosotros muchas inseguridades. Por ejemplo, no se sabe cuándo, dónde ni cómo vamos a morir. Y aún más ¿Qué hay después de la muerte? ¿Cómo será esa vida? Como cristianos sabemos que la muerte es el paso a la vida eterna, a una vida feliz, cuyo ejemplo es Jesús quien murió y resucitó.
Para algunos la muerte es aún un tema tabú, porque casi nadie quiere hablar de ella. Sin embargo, es una realidad con la cual tarde o temprano nos toparemos. Sería interesante hablar de la muerte como San Francisco quien hablaba de la “hermana muerte”.
Hay quienes piensan que la muerte cierra el paso a la vida, es decir, que, al morir, ahí se acabó todo. Entonces para qué trabajar tanto, para qué prevenir cánceres u otras enfermedades si de todos modos me voy a morir. Al asumir una actitud así, lo que estoy haciendo es apresurar la venida de la muerte, e irme antes de tiempo.
Fernando Savater en su libro Las Preguntas de la vida afirma: “Pero morirse no es cuestión de viejos ni de enfermos: desde el primer momento en que empezamos a vivir, ya estamos listos para morirnos, porque como dice la sabiduría popular: Nadie es tan joven que no pueda morir ni tan viejo que no pueda vivir un día más. Montaigne decía: no morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos.
¿Estoy listo, lista para morir? Cada día de la vida es una oportunidad para prepararnos lo mejor posible para ese encuentro definitivo al final de la muerte física. No nos aferremos a las cosas materiales y pasajeras. Los bienes extrínsecos (dinero, una casa, un carro, entre otros) son importantes, poro no son “lo más importante”. Lo más importante de la vida es que usted ponga al servicio de los demás seres humanos esos bienes que con esfuerzo ha logrado. Si actuamos de esta manera, vamos por buen camino.
La idea de la muerte genera en nosotros una cierta repugnancia, pero a diario comprobamos que es una realidad inevitable, y que un día nos visitará. Pero mientras ese día llega, tratemos la manera de vivir lo mejor que podamos, haciendo de una manera extraordinaria lo ordinario.
Por otro lado, recemos por quienes nos han precedido y ya gozan de la presencia de Dios. Hay que elevar plegarias por los fieles difuntos, para que desde allá intercedan por quienes aún continuamos en este camino de la vida.
Todos los días hemos de orar por los fieles difuntos, para que Dios tenga piedad y misericordia de ellos. Además, hay que orar por los miles de millones de seres humanos en el mundo a quienes les espera una muerte temprana e injusta como los abortos y las víctimas de la violencia y delincuencia en la sociedad actual.
Este día hay que agradecerle al Dios de la vida por este don tan maravilloso que nos ha dado. Que el no saber nada de lo que pasa después de la muerte física no nos provoque angustia. Tenemos que vivir cada día con la seguridad de que después de esta vida física hay una vida eterna con Él.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.