Dentro de muchas concepciones existe la descripción de ese juez interno que los seres humanos tenemos dentro, es posible que algunos lo conozcamos como conciencia, este juez se forma con la educación que vamos recibiendo en esta sociedad, nos sirve para ser “aceptados” dentro de los parámetros sociales “aceptables” para el ser humano.
La situación con este Juez interno que llevamos es que dicta si las conductas que tenemos son buenas o malas, correctas e incorrectas, aceptables o no aceptables, nos coloca en muchas situaciones difíciles donde terminamos “actuando” para poder ser aceptados por nuestra pareja, nuestros amigos, nuestros padres, nuestros jefes, en fin de la sociedad, entre más aceptado socialmente soy, se supone que mejor me debería sentir, sin embargo muchas veces este juez interno nos hace cargar máscaras, que nos hacen perder lo auténtico que somos.
Un ejemplo que viene hoy a mi mente es el niño menor de 3 años que se resbala y se cae, puede ser que haga muchas cosas: una es llorar porque le dolió, otra es reírse a carcajadas porque le parece un acto divertido, de ser así, repite una y otra vez el movimiento para provocarse la misma reacción: juega a caerse. Un adulto sin embargo que resbala, se cae, inmediatamente siente como un calor interno, ese fuego que da la “vergüenza”, piensa inmediatamente ¿quién me vio?, trata de pararse como si nada, para demostrar que no le dolió, tal vez de esta forma se quite un poco la vergüenza de pensar que los demás ejercieron un juicio diciendo “que tonto”. Así en este ejemplo nos damos cuenta como nuestro Juez interno tiene mucho que ver con nuestro desenvolvimiento en las cosas cotidianas de la vida.
Dentro de muchos este juez puede venir a ser un aliado, que le ayuda a dar lo mejor de sí, a tratar de superarse personalmente, pero algunas otras veces actúa como nuestro peor enemigo, diciéndonos cosas como no lo vas a lograr, tu eres fea, tu estas gorda, tu eres un tonto, tu eres una pecadora y nos llenamos de culpa, miedo, frustración. Este juez muchas veces limita nuestro actuar pensando en el juicio que recibiremos de los demás, mucha energía gastamos en tratar de agradar a los demás, porque esto nos ayudara a ser aceptados, pero algunas veces no consideramos el costo que esto tiene para la vida.
Dentro de la sexualidad este juez interno nos limita la experiencia, pues muchas veces pensamos que hay conductas sexuales buenas, que las hacen las personas “buenas” y conductas sexuales malas que las hacen las personas “malas”, estos son conceptos aprendidos, la sexualidad es una esfera del ser humano con infinidad de posibilidades de expresarse, de sentirse, de disfrutar, de crecer, en la sexualidad no existe dualidad de bueno y malo, existe oportunidad de crear momentos especiales, que no son solo un encuentro sexual, son momentos donde nos conocemos y aceptamos personalmente y luego decidimos si queremos compartirnos con los demás.
El Juez interno, es el que te dice…No lo hagas ¿qué dirán de ti si lo haces?
¿Quién nos enseñó a juzgar a los demás y a sentirnos juzgados?
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.