Aprender jugando, jugar aprendiendo.
¿Cuántas veces al día juega usted con sus niños? O de repente ¿Se volvió tan serio y formal que ya no juega? Y si usted es docente, ¿Usa el juego como una estrategia didáctica?
Recuérdese que el juego, la alegría y el aprendizaje es algo natural, la enseñanza es un invento nuevo. El juego tiene las ventajas de que permite equivocarse sin bajar la autoestima, aumenta la confianza, permite socializar, curiosear, alegría y disfrute.
En el juego el niño se reta a hacerlo cada vez mejor, lo cual le trae satisfacción. Imagina, busca, explora, prueba, descubre y aprende. Le permite ir adaptando los datos aprendidos, corroborarlos y refutarlos. Asociar nueva información para luego aplicarla, si es necesario.
Usted como educador, ¿Tiene la habilidad de convertir cualquier actividad en un juego? De eso se trata, de dejar fluir nuestra creatividad para inventar nuevas formas divertidas de aprender. Porque venimos de una educación donde tenían la habilidad de convertir cualquier actividad en una tortura.
Existen muchos juegos ya, unos de grupo, rondas, cantos, competencias, juegos de mesa… sin embargo lo mejor es crear uno nuevo cada vez. La innovación motiva muchísimo a los estudiantes, lo ya conocido les aburre. El inventar, también motiva mucho al educador. “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”, decía Albert Einstein.
Los adultos juegan cada vez menos, los niños pequeños casi todo el tiempo. Usted, fue niño también, pero perdió el hábito de juego, pero no ha perdido el gusto. Juegue con sus niños, involúcrese, tírese al suelo, haga bobadas. Vuélvase niño, permita que salga su niño interior.
Los adultos, hemos desarrollado por aprendizaje una intolerancia al error, al desorden, a perder el control, a la bulla. Pero si rompemos ese paradigma, y procuramos que, en familia, en la escuela, en el trabajo… nos divirtamos más, que ser eficientes, entonces haremos de este mundo un cielo, y no un infierno.
La curiosidad es el motor del aprendizaje, en el juego la curiosidad brota espontáneamente. Quien ya no tiene curiosidad, ya no aprenden más. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “No nos volvamos tan serios que limitemos las posibilidades de nuestros niños, confundiendo madurez con seriedad”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo