Para que una acción sea moralmente lícita, tiene que haber una coherencia legítima entre el fin que se persigue y los medios para alcanzar ese fin. Y esto es válido para todo tipo de acción en todos los contextos posibles. Si no hay coherencia entre los medios y los fines, esa acción no es moralmente lícita, y, por lo tanto, denigra la dignidad de la persona humana.
Guatemala está pasando por una de sus peores crisis durante los últimos cincuenta años. El acoso del Ministerio Público hacia el reciente proceso electoral ha desato en todo el país un rechazo generalizado. Los únicos miopes que son incapaces de ver que desde el Ministerio Público se está gestando un plan macabro para deslegitimar el proceso electoral, son ellos mismos, y otros organismos del Estado como el Ejecutivo y Legislativo.
Es decir, las razones por las cuales la gente ha salido a las calles son válidas. El artículo 33 de la Constitución Política de la República de Guatemala reza: “se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. Los derechos de reunión y de manifestación pública no pueden ser restringidos, disminuidos y coartados; y la ley los regulará con el único objeto de garantizar el orden público”. La misma Carta Magna es clara en afirmar las manifestaciones son lícitas, siempre y cuando se ejecuten en el marco de la ley. El problema está en que las manifestaciones pacíficas se han convertido en “bloqueos”.
Pero también la misma Constitución Política de la República, en el artículo 26, dice: “Toda persona tiene libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional y cambiar de domicilio o residencia, sin más limitaciones que las establecidas por la ley”. Y aquí está lo ilícito, porque no se nos está permitiendo la libertad de transitar en nuestros pueblos y ciudades.
Estoy a favor de las manifestaciones pacíficas para sacar a los corruptos del gobierno, estoy a favor de la libre emisión del pensamiento. Con lo que no estoy de acuerdo es con que se limite la libre locomoción de los guatemaltecos. Y más aún, que se esté cobrando en los mismos bloqueos para poder sufragar los gastos de quienes están en esos puntos. Durante estas casi dos semanas de “bloqueos” en el país, he llegado a la conclusión de que los “medios no son coherentes con los fines que se persiguen”. Sobre esto tienen que reflexionar quienes están detrás de estos bloques.
Estoy en contra de la corrupción, estoy en contra de Porras, Corruchiche, Orellana, etc. Y hay que luchar hasta que renuncien. Pero revisen los medios que están usando para este fin. El daño mayor es para nosotros mismos. El gran filósofo y político italiano Nicolás Maquiavelo afirmaba: “el fin justifica los medios”. Esto significa que, si para llegar a un puesto público hay que mentir y robar, pues se vale. De esto hemos sido testigos todos en Guatemala. Pero si aplicamos este mismo principio a lo que está pasando en Guatemala, caemos a lo mismo, porque los medios no son moralmente lícitos para el fin que se persigue. Muchos aplauden la escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad. Se alegran que restaurantes, gasolineras, supermercados, tiendas de barrio, estén cerrados. Esta es una actitud maquiavélica. Es urgente dejar libres las rutas del país de Guatemala. Considero que se puede seguir manifestando sin hacerle más daño a los demás. Oremos por quienes tienen que hacer decisiones, para que éstas sean justas y piensen en el bien común.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.