El día 15 de Marzo se celebra «El Día Mundial de Los Derechos del Consumidor», ¿Y tenemos derechos?, pues fíjense que sí. A pesar de que existen, como sucede con otros derechos, estos difícilmente se cumplen, y esto se debe a la falta de interés del gobierno de turno en defenderlos. Es muy común que los líderes de cada gobierno defiendan a sus patrones, y en este caso el actual responde a los intereses de los grandes empresarios, no a los pequeños y mucho menos a los del consumidor.
Los derechos del consumidor según directrices de las Naciones Unidas son:
1. Respetar la vida , la salud, y la seguridad del consumidor o usuario al proveerle bienes o prestarle servicios. 2. Es motivo de sanción no advertir, ni proporcionar las indicaciones sobre el uso de productos potencialmente dañinos para la salud o integridad física de los consumidores o usuarios, o para la seguridad de sus bienes. 3. Información y calidad nutricional de los alimentos, la industria debe velar por informar, sobre el daño que un alimento hace a la salud, y procurar alimentación adecuada.
Los derechos resumidos en los puntos anteriores no se respetan en el territorio nacional. Existe la Dirección de Atención y Asistencia al Consumidor (Diaco) pero ha fracasado en su labor, la ley prácticamente le ata las manos. Esto era de esperarse, crear una ley para atacar las ganancias del sistema capitalista es inviable cuando este sistema gobierna los tres poderes del Estado.
Recordemos lo sucedido con la ley que tenia por objeto proteger al usuario de las tarjetas de crédito, fue suspendida provisionalmente por la Corte de Constitucionalidad, y allí se perdió el esfuerzo. Los banqueros operadores de las tarjetas dijeron, no, y esto fue suficiente para engavetar la ley. Por supuesto que muchos dicen que es inconstitucional defender al consumidor, como lo establece la ley, se viola el principio de libre empresa, ah bueno pero, y el principio del «Bien Común» también constitucional que establece que siempre, al existir una controversia entre dos grupos, se debe resolver en favor del grupo mayoritario, en este caso el usuario de la tarjeta.
Pero el caso de los bancos es apenas un ejemplo de limitación en donde el consumidor no puede elegir opciones diferentes, todas están reguladas por la junta monetaria, dirigida, bueno gobernada por los dueños de los bancos. Ahora bien si existe libre empresa, puede usted estimado lector en conjunto con un grupo de inversionistas pequeños fundar un banco. La ley no lo prohibe, pero para hacerlo deberá esperar que los otros bancos estén de acuerdo con eso y le autoricen. ¿Es eso libre empresa, o libre mercado, o mano invisible que todo se regula por la oferta y la demanda? Seguramente David Ricardo y Adam Smith se retuercen en su tumba al observar todas las regulaciones que existen en la mayoría de países, mismas que limitan la tan triada frase: «libertad de empresa».
Si los banqueros quieren respetar el principio de libertad de empresa, deben permitir que las Cooperativas aperturen a sus asociados cuentas de cheques, así mismo que cualquier ciudadano capte ahorros e inversiones sin ninguna restricción a no ser la de cometer fraude a los que confían en él. Pero no, para protegerse crearon el delito de «Intermediación Financiera», y con ello regularon el proceso a su favor.
El consumo de licor es otro aspecto que está sesgado a un pequeño grupo empresarial que aumenta sus ganancias y prohibe a que otros pequeños puedan producir este producto. La producción de licor es muy barata, por lo que las ganancias son altas. Si en verdad pensamos en libre empresa, dejemos que se comercialice libremente el «Caldo de Frutas» de Salcajá. Imposible verdad, o ustedes ven en los grandes supermercados botellas de este maravilloso elixir. Por supuesto que no, la familia Botrán no lo permitiría.
¿Puede usted elegir libremente una compañía telefónica? NO, solo hay dos en Guatemala. El muso Ayau dijo que había que privatizar Guatel, y los economistas neoliberales todavía le rinden honores por semejante idea. Lo que se hizo fue monopolizar el servicio de telefonía, y dos grupos se dividieron el pastel.
Así podemos escribir cientos de páginas en las que ejemplificamos los hechos que demuestran que en la mayoría de casos el consumidor no es libre de elegir. Tampoco el pequeño empresario puede abrir libremente un negocio, por ejemplo importar gasolina de Venezuela, o de México, ni huevos se pueden importar sin permiso del gobierno.
La verdad de todo esto, estimado consumidor es que el «Libre Mercado» es solo para las grandes corporaciones, las que cooptaron el «Estado» y ellos deciden que consume usted, en donde ahorra, y hasta en que caja lo van a enterrar. La mano invisible, fundamento del neoliberalismo es una utopia, en ninguna economía a nivel mundial se regula el mercado por las variables de la oferta y la demanda, porque la demanda se manipula por los medios de comunicación y la elección ya no es libre. Lo siento pero con este panorama es difícil desearle hoy «Feliz día de los derechos del consumidor».
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.