PACH’UNEL TZIJ
Imagine que despierta un día cualquiera, tal vez hoy, imagine que la rutina nuevamente le gana la oportunidad de ver todo ese torrente de vida que trae consigo el amanecer, imagínese corriendo porque se le hace tarde, imagínese viendo el reloj, imagine su casa, con el alboroto de la mañana, imagine los platos, los vasos sobre la mesa, el desayuno; imagine el baño y sus vidrios empañados, imagine las toallas en el piso, algún zapato tirado en una esquina de su cuarto o tal vez en el pasillo, la ropa sucia; imagine ahora a alguien, que podría ser uno de sus padres, o alguno de sus hermanos, su pareja, sus hijos, su amiga, su amigo, imagínelo en esa casa, en ese íntimo caos, con usted, en su vida que es la vida de ellos también, no será muy difícil imaginar el amor que le tiene, imagine todo lo que representa, pero a pesar de eso, se le hace tarde para llegar al trabajo, a la universidad, a donde sea, cuando ocurre eso, por más que uno ame, siempre es más importante llegar.
Imagínese saliendo de su casa, despidiendo, imagine decirles: al rato, no se te vaya a olvidar comprar el pan, mucha suerte hoy, nos escribimos, con cuidado, te amo.
Imagine su día, en la oficina, en el taller, en la tienda, en la calle o dónde sea, dicen que el regreso es lo que le da sentido a los viajes, y todos los días son pequeños viajes los que hacemos, salimos a enfrentarnos al mundo y al final lo que le da sentido es de nuevo el regreso.
Imagínese cansado, pensando en llegar a su casa lo más pronto, queriendo hablar ya con aquellos que despidió temprano, preparando la cena, imagínese llegando a su casa, pero imagine que no hay nadie, imagine la casa en completa oscuridad, en silencio, vacía, imaginé que lo primero que le vendrá a la mente será: ¿a dónde iría? Imagínese pensado que a lo mejor salió, a lo mejor se le descargó el cel, que seguro ya vendrá, imagínese tres horas después con la angustia, con la pena, imagine que no llega, que pasan ocho horas y no hay noticias, imagínese haciéndose preguntas, imagínese pensado lo peor, imagine ese nudo en la garganta que produce la ausencia, imagine su corazón, imagine la angustia.
Imagine que han pasado semanas y usted sigue buscando a esa persona a la que ama y que un día desapareció, imagínese poniendo la denuncia, compartiendo la foto que le tomó la última Navidad, esa misma foto en la que tiene el suéter aquel que le acompañó a comprar, esa foto que guarda los recuerdos más íntimos y hoy circula por todos lados, eso es lo de menos, lo importante es que hayan respuestas, que tenga al menos una señal, imagínese pegando el anuncio en postes, paredes, imagínese usted solo o sola, vamos, haga el ejercicio, imagínese muerto en vida, buscando por todos lados, pidiendo respuestas, imagine su dolor y la indiferencia de todos, imagine que pasaron ya muchos años, imagine que la vida continuó y aunque todos le digan que olvide, que hay que seguir adelante, usted se niega a perder la esperanza, y busca y espera, y sueña con encontrar, saber algo o regresar a aquel día cualquiera en que la rutina le obligó a despedir rápidamente a quien jamás volvió.
Poeta, gestor cultural y editor de origen maya k´iche´, ha trabajado por más de 13 años en proyectos culturales en Centroamérica, escribe columnas de opinión en medios de Quetzaltenango y Guatemala, amante del Xelajú y las rocolas.