Reitero, la construcción o la preparación de altares para rendirle tributo a ese ser Supremo o realizar pactos con Dios, fueron hechos reales suscitados en diferentes épocas de la vida del hombre, por supuesto, están documentados en la biblia.
Por alguna razón, a la cual no quiero escribir -porque ese no es el objetivo de mi artículo-, los lideres de todas las religiones de nuestro medio, nos han hecho creer que, debemos y tenemos que buscar a Dios en la iglesia -edificio-, y hay de aquel que no lo frecuente porque, simple y sencillamente está alejado o caído de la gracia de Dios. Entiendo y se de muchas personas -entre ellas yo-, hacen esfuerzo para asistir a los cultos, misas, rezos, etc., pero, no religiosamente, sin embargo, eso no da derecho a vivir inmoralmente o irrespetando las normas de conducta humana para no vivir en armonía con los demás. Otros tantos lideres o feligreses se arropan de mucha espiritualidad llegan a tal punto que se niegan a asumir o aceptar algún cargo público o comunitario, arguyendo que son cosas del mundo o que, tal y cual situación no tiene remedio y que simple y sencillamente no se puede hacer nada, que Dios se encargará de todo al final de los siglos. Por supuesto, es valedero el criterio, sin embargo, como hijos suyos, hechos a imagen y semejanza de Dios, debemos asumir nuestro rol, e iluminar -en lo posible- en las circunstancias adversas y negativas que a menudo se ve envuelta la sociedad, a la cual pertenecemos.
Es ineludible, es más, es nuestra responsabilidad y si lo vemos teológicamente, es una bendición servir a nuestra sociedad o comunidad, ejemplos hay muchos, pero, qué mejor lo demostrado y lo dicho por el mismo Jesús, cuando pronunció lo siguiente: “como el hijo del hombre -Jesús- no vino para ser servido, sino para servir …”, en ese contexto, no tenemos pretexto para no involucrarnos en los asuntos de la vida cotidiana, tratando de resolver las distintas necesidades con responsabilidad, respeto y honestidad, jamás debemos sacar ventaja sobre los demás, eso, sería catastrófico, porque sería equipararnos a las malas costumbres, actos propios de los corruptos.
En ese sentido estimado lector, es imperativo nuestra participación en este proceso electoral 2023, y me refiero a la participación ciudadana en el ejercicio de elegir a los futuros gobernantes de nuestro municipio, departamento y del país. Por esa razón, no caigamos en la trampa, en estos días el politiquero lo está abrazando y saludando en la misa, en el culto; anda abrazando al niño desnutrido, al niño huérfano, al adulto mayor sin seguro social, etc., todo, para conseguir su voto y seguir perpetuándose en las mieles del poder; este político siempre ha pensado que, lo importante es que el dirigente religioso lo ve sentado todos los domingos -religiosamente- y así tener asegurado el cielo -pero, el cielo falso de la iglesia, porque, con toda seguridad, él está buscando a Dios solo en el altar de la iglesia.
Es absurdo, mientras el pueblo viaja en carreteras maltrechas, deshechas e intransitables por causa de la corrupción, ellos viajan en helicópteros y/o avionetas, y les importa un pepino la calidad de vida del prójimo, es que, ese es el modus vivendi religioso del político chapín; sin embargo, debo reconocer, hay muy escasas excepciones.
Así las cosas, nos toca tomar la decisión y ésta será trascendental, debemos reunirnos en nuestra cuadra, Cantón, Aldea, zona, etc., y entablar una charla de altura, sin prejuicios y en equipo, ayudarnos para encontrar a la persona proba, correcta -no perfecta-, responsable que debe guiar los destinos de nuestros pueblos y del país. ¡No es posible delegar nuestro poder en personas débiles, incapaces, ineptas y sumisas ante la corrupción!
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.