El ser humano, para vivir, entre otras cosas debe realizar actividades que le generen ingresos económicos para satisfacer sus necesidades más elementales, tales como: vivienda, alimentación, vestido y recreación. De acuerdo a esos ingresos económicos, los especialistas se han dado a la tarea de estratificarnos socialmente en clases: alta, media y baja; sin embargo, nuestro enfoque debe apuntar hacia la calidad de vida que debemos tener. Está claro que una cosa es la cantidad y otra muy distinta la calidad, desde esa perspectiva quiero referirme a cómo administrar y/o generar riqueza desde el punto de vista empresarial.
Apunté en otro de mis artículos que nadie abre una empresa pensando en obtener una pérdida económica, y con ello obviamente disminuir su dinero o su patrimonio, todo lo contrario, el empresario arriesga su capital, pensando obtener una ganancia, utilidad o superávit.
Para llevar a cabo una buena administración, definitivamente es imprescindible el uso de herramientas financieras, que, aparte de ser necesarias, es una obligación usarlas, por ejemplo, el Gobierno por medio de la administración tributaria requiere de informes contables y financieros para verificar el pago correcto de los impuestos, al cual está sujeto la actividad mercantil; precisamente en la preparación de la contabilidad general inicia todo el proceso sistemático para determinar si la empresa está cumpliendo con su objetivo principal, GENERAR UTILIDAD.
En realidad, desde hace muchos años existe una controversia sobre la definición de la contabilidad general, algunos especialistas en el tema consideran que es un arte, otros una técnica y otros una rama de la ciencia, mientras los especialistas se ponen de acuerdo sobre la definición de contabilidad, nosotros vamos a aprovechar las bondades de este “arte”, y diremos que la contabilidad es el lenguaje universal de los negocios y es una herramienta de la cual disponemos para procesar los ingresos y los gastos diarios –ventas, compras, sueldos, inversiones, etc.– de una empresa o compañía y es una “ciencia y una técnica” que aporta información de utilidad para el proceso de toma de decisiones económicas, además esta disciplina estudia el patrimonio y presenta los resultados a través de estados contables o financieros.
En ese orden de ideas, existen básicamente dos ramas o tipos de contabilidad en nuestro medio, la gubernamental y la empresarial. La primera la usa el Gobierno, otros la denominan contabilidad pública. En ella se registran todos los ingresos –cobros de impuestos y arbitrios, préstamos recibidos, etc.–, y todos los egresos –gastos de funcionamiento, inversiones, pago de deuda, etc., así como los bienes muebles e inmuebles y préstamos recibidos–, para establecer al final de un periodo fiscal el superávit o déficit de la administración pública. Esta contabilidad tiene una relación social, entre el manejo de la cosa pública con la sociedad, es decir la ciudadanía debería darse cuenta del manejo eficiente y transparente de los recursos económicos que el Gobierno adquiere, por medio de los impuestos recaudados y los cuales deberían ser utilizados para el beneficio de la misma población.
La segunda, es decir la contabilidad empresarial o comercial, es la que toda empresa –grande, mediana, pequeña o microempresa– debería llevar, para que el empresario conozca en cualquier momento y con datos fidedignos, correctos y con toda certeza el resultado de su actividad mercantil para la toma de decisiones. Esta tiene una relación social entre el empresario individual o jurídico. Debido a la trascendencia e importancia de la contabilidad, aunado a las distintas ramas de actividades mercantiles, se hace necesario la clasificación de la contabilidad general, en contabilidad industrial, comercial, ganadera, agrícola, bancaria, de servicios, etc.
En un próximo artículo seguiremos con este tema, mientras tanto, les deseo a todos, bendiciones.
¡EL ÉXITO EMPIEZA CON LA VOLUNTAD DEL HOMBRE!
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.