Cuando se muera no se llevará nada

A veces no comprendo al ser humano. Se afana tanto por tener, tener y tener, sin saber que cuando muera, nada se llevará. No estoy escribiendo desde un corazón deprimido. Estoy viendo la vida del hombre desde una perspectiva realista. En el mundo, el hombre se ha dedicado a fabricar cosas para autodestruirse a sí mismo. Se habla de armas de primera, de los mejores tanques de guerra. Y a algunos líderes del mundo se les sube el ego, sólo porque tienen el mejor armamento del mundo. Algunos hombres están usando su inteligencia para asesinarse unos a otros. Esto es triste.

Hay hombres y mujeres que se han empecinado en atacar a propios y extraños. Se sienten dueños de sus países, y creen que con el poder que tienen pueden hacer lo que quieran. Acumulan riquezas y se mofan de sus críticos. Nunca he entendido por qué se creen pavorreales de sus países, si tarde o temprana colgarán los caites y serán recordados como los peores hombres de sus países, por todo el daño causado.

En Guatemala hay algunos que se creen la mamá de los pollitos sólo porque tienen poder y cuello o porque algunos grupos poderosos los protegen de sus mañas. Se han dedicado a acusar injustamente y han logrado su cometido. Son incapaces de caer en la cuenta de que “a todo coche le llega su sábado”. Bien dice el refrán: “hoy por ti mañana por mí”.

Hombres y mujeres tenemos que entender que somos aves de paso. Hoy estamos y mañana ya no. ¿Por qué utilizan su inteligencia para hacer daño? Dios nos ha dado inteligencia y sabiduría para dejar una huella positiva en este mundo. Dios quiere que dejemos un buen legado en este mundo. Dios no quiere que seamos recordados como los peores seres humanos. Pero a algunos les vale madre, y violar la dignidad de los demás seres humanos les parece lo más normal de la vida.

A todos aquellos que se creen dueños de sus países y de los puestos que les han asignado, recuerden que no son eternos. En algunos años ustedes estarán más viejos o ya no estarán, y otros harán mejor que ustedes el trabajo que están haciendo. Por lo tanto, no sean tan mala onda. No se dejen manipular por nadie. No sean coyotes de la misma loma. Ustedes tienen la responsabilidad de velar por el bien común de quienes los pusieron en estos puestos. Entiendan que cuando el río suena es porque piedras trae. No por gusto a ustedes ya no los dejan entrar a Estados Unidos. Algo están haciendo mal. Ustedes tienen una familia y un prestigio que cuidar.

Pero algunos tienen una mentalidad de pollo y les encanta ser mediocres. La vida se encargará de pasarles la factura. Y cuando quieran reaccionar será demasiado tarde. Algunos se arrepienten de sus muladas ya cuando están postrados en una cama; y eso, si es que la vida les da tiempo de arrepentirse de sus injusticias sociales.

No nos jodamos unos a otros. No nos pongamos trampas unos a otros. Esta vida que Dios nos ha prestado por algunos años es para dar lo mejor de nosotros mismos. No humillemos, no seamos cabeza dura. Porque el daño que estemos haciendo a los demás, la vida se encargará de devolvérnoslo en el momento menos pensado.

Mientras llega el momento final de su vida, dedíquese a servir con excelencia a través de la profesión y vocación que ha elegido. No sea revanchista ni tramposo en lo que hace cada día. Además de servir, ámese y ame a los suyos. No puede pasar toda su vida planificando trampas para sus opositores. Recuerde que “el que mal hace mal acaba”.