Uno de los problemas más recurrente de la mayoría de personas es que viven en constante afán, bíblicamente se exhorta a vivir sin afanes, “Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse“; el afán atormenta y puede afectar de manera relevante y más cuando una persona se encuentra en su zona de confort, ya que recurre a un repertorio de conductas, creencias y afectos que permiten crear una zona de seguridad que produce estabilidad, sin asumir riesgos que provoquen ansiedad, incertidumbre o miedo.
Recientemente tuve la oportunidad de realizar un ascenso al volcán Lacandón y que dicho sea de paso es una zona preciosa de la riqueza natural de nuestro precioso país, como siempre busque toda la información posible para saber a lo que me enfrentaba, sin embargo, al estar en el lugar me afronte a una serie de factores inesperados, clima, nivel de dificultad, presencia de flora y fauna que en algún momento causaron en mi inseguridad, desgaste físico y hasta miedo y vinieron a mi mente un par de pensamientos ¿Quién me manda a venir acá? ¿Qué estaría haciendo en este momento si no estuviera aquí?, pensé en ese mismo instante, no estoy en mi zona de confort, pero salir de esa zona me permite tener el privilegio de conocer y disfrutar de la belleza y beneficios que me produce este paradisiaco lugar.
¡No sé cuál sea tu Lacandón por ahora! Salud, economía, problemas familiares, estudio, te aseguro que cuando pensamos que las cosas no son posibles porque se salieron de nuestro control es cuando más controladas están por el Señor y cuando llegues a la cúspide sabrás con seguridad que valió la pena salir de tu zona de confort.