En varias ocasiones hemos abordado los problemas que se confrontan en Quetzaltenango, problemas que, desafortunadamente, en poco o nada han cambiado. Aunque resulte redundante, repetimos lo tantas veces señalado: en Xela las necesidades viajan en avión y los satisfactores en una carreta de bueyes. En la presente entrega, la intención es diferente: pretendo comentar algunas situaciones, y sin más propósito que compartir con los lectores y destacar, donde lo permita el caso, comparativos con la forma en que tales situaciones se han presentado y resuelto en otras localidades y ciudades, particularmente del extranjero, que es lo que en lo personal me consta.
Estoy consciente de que cualquier crítica o comentario provoca dos reacciones por parte de los destinatarios: favorable por parte de quienes lo comparten, y desfavorable por quienes se sienten o se dan por aludidos. En el caso de los que se consideran aludidos y ocupan algún cargo, mis disculpas (al cargo): todos los cargos merecen respeto, así como lo merecen las personas que los ocupan. Ningún cargo o institución actúa por cuenta propia, sino por medio de quien lo ocupa, quién o quiénes los dirigen y/o los representan: de estos dependen los buenos o malos resultados de su gestión.
Hecha esta aclaración, trataré de comentar en dos entregas, unos pocos de los muchos problemas que se confrontan en Xela y estos, en el corto, mediano o largo plazo, tienen solución si se cuenta con la voluntad política y responsabilidad administrativa de enfrentarlos y resolverlos y, si tal cosa no se ha logrado, es por la irresponsabilidad e incapacidad de anteriores administraciones y donde la actual administración, sin ignorar tiempo y espacio, no canta mal las rancheras.
Como sabemos, la sociedad es la máxima expresión del municipio; el Concejo Municipal, su representante: representante de sus intereses y con la obligación de atender las necesidades derivadas de los servicios públicos (para eso se les paga con nuestros impuestos) y el alcalde, el ejecutivo del Concejo y máxima autoridad de la Municipalidad; como tal, se supone, su quehacer y declaraciones tienen carácter oficial.
En función de esta percepción, casualmente sintonicé un canal de televisión en un programa destinado a entrevistar al señor alcalde. Interesado en conocer su discurso, y pensando abordaría los problemas y necesidades neurálgicas que preocupan a la sociedad en Quetzaltenango, lo vi y escuché con atención; ante lo que veía y escuchaba, mi reacción fue de tristeza y mayor preocupación; resultó todo lo contrario a lo esperado: vi y escuché algo que, con todo respeto a la investidura, parecía estar viendo y escuchando a un aprendiz de maestro dando una clase multidisciplinaria sobre arquitectura, ingeniería, plomería y albañilería. Al referirse a la eventual solicitud de arreglo de una calle, que fue la médula de su discurso, habló de cemento, blocks, piedrín, arena, las aceras, las zanjas, tubería, desagües, la mezcla, la molestia de los vecinos y muchas ocurrencias más, pero nada, absolutamente nada que pudiera ser de interés para el vecindario y la sociedad en general. También dijo que la municipalidad tiene recursos, pero que solo se pueden utilizar en aquellos proyectos que cubran al 100 % los requisitos que exigen las instancias correspondientes.
En esto último, otra inconsistencia y contradicción: hay pequeñas necesidades sin resolverse, que no requieren una elevada inversión y, por lo mismo, tampoco las exigencias de proyectos de mayor magnitud. Lo raro en esta entrevista es que él o la entrevistadora (en este caso fue una dama), ante la debilidad discursiva del entrevistado, se haya limitado a escucharlo cuando la oportunidad es propicia para plantear algunas preguntas sobre las principales necesidades que todos conocemos, y les interesan conocer a los televidentes y la sociedad en general.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com