El respeto y el reconocimiento se ganan; el rechazo y el cuestionamiento a nuestros desaciertos, son gratis. Para evaluar las acciones de una persona, mayormente cuando se representa a una institución de alta importancia; cuando un alto funcionario pronuncia un discurso, sus palabras, sus gestos, presencia, el momento contextual y todo cuanto se relaciona con el acto realizado, está en el ojo del huracán, de tal manera que el sujeto debe ser cuidadoso, pues de ello depende que impacte o decepcione con su actuación. En el caso de Guatemala, y particularmente en el caso de los funcionarios en la administración pública, encontramos de todo en todos los niveles: desde la presidencia, hasta funcionarios de mediana y menor categoría; discursos demagógicos, amarillistas, de distracción y alejados de la realidad; de intereses poco disimulados, llenos de subjetivismos y en menos ocasiones, elocuentes, objetivos y cuyo contenido responde a la presencia y momento contextual de quien lo pronuncia.
Quienes escuchamos discursos de algunos diputados (cuando lo pronuncian, porque la mayoría solo cobran) vemos que no responden al papel que les corresponde como representantes de los intereses del pueblo; sucede más bien lo contrario: lo demuestra la votación de quienes intentaron modificar el Código Penal, convirtiéndose así en protectores y defensores de corruptos y ladrones, actuando, ni más ni menos, que como enemigos de Guatemala y estafadores de quienes, con su voto, los llevaron al ejercicio del poder y de todos los que como guatemaltecos nos sentimos defraudados y sociopolíticamente denigrados. Esto en cuanto a “nuestros diputados” y, en cuanto a “nuestro presidente”, ¿qué se puede decir que no sea el comentario cotidiano? Con el debido respeto al cargo y la investidura, pues no es la excepción: quienes se dedican a realizar encuestas o estudios de opinión y análisis político, pueden confirmarlo con una simple muestra estadística que, sin temor a equivocarnos, secundaría esta percepción.
Sería muy largo enumerar todo cuanto se comenta sobre los discursos presidenciales, y más de quienes los aplauden y celebran; en tal virtud, nos limitamos a comentar un solo caso, producto coincidente de quienes conversamos sobre asuntos de la política nacional: el discurso que pronunció a su regreso del suculento desayuno al que asistió en Nueva York, y donde se hizo acompañar de su ya famosa canciller, que según el presidente de un periódico de circulación nacional, “tiene tanto de canciller, como yo de astronauta”, a lo que habría que agregar que sabe tanto de diplomacia y de relaciones exteriores, como un servidor de dar misa. Escuchamos un discurso lleno de ademanes, donde según comentan, más parecía que estaba declamando o se trataba de un director de orquesta. Podrá agregarse más, pero, prefiero solo agregar sus ocurrencias sobre lo corto de su entrevista con el presidente de USA, que también es discutible y otras incongruencias pero, en lo personal, prefiero concluir con algo que considero importante.
Tengo entendido que, en todos los países, todos los presidentes tienen un ASESOR DE IMAGEN, especialmente cuando tienen poca experiencia política para improvisar; él los asesora para todo: cómo vestirse, cómo expresarse, cómo los ademanes y la mímica deben corresponder con lo que se expresa, cómo comportarse según el caso, etc. Por ello, para que no se piense que es mejor que permanezca calladito, cuanto se podría agregar y con la mejor de las intenciones, es de suponer que si no lo tiene, debe agregar a todo su ejército de asesores un asesor de imagen que, por lo que venimos comentando, no solo le es necesario, sino indispensable; a esto solo habría que agregar que cuando se tienen limitaciones para improvisar, es preferible que le redacten los discursos para no cometer errores que, incluso, trascienden nuestras fronteras. La ignorancia no es pecado; pecado es no aceptarla, no saberla reconocer, y un pecado mayor, no luchar por superarla.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com