“La autoestima es la disposición a considerarse a uno mismo como alguien competente para enfrentarse a los desafíos básicos de la vida y ser merecedor de la felicidad, (N. Branden). Tiene dos componentes: autoeficacia y autorespeto. Hay que tener confianza en nuestra capacidad de pensar y aprender, de tomar decisiones acertadas y de reaccionar eficazmente a los cambios de la vida. Por otro lado, el autorespeto inspira respeto.
La autoestima se puede sintetizar como la capacidad de amor hacia sí mismo. Si yo me amo, voy a sentirme competente y merecedor de la felicidad. Ahora bien, ¿Qué necesito para disfrutar lo que haga todos los días? ¿Qué tengo que hacer para no caer en el pesimismo y en la rutina?
Para rendir de manera excelente en el trabajo, necesitamos amarnos. Amarse a sí mismo no es fácil, porque siempre hay justificaciones que salen a nuestro encuentro para hacer más cosas por los demás que por nosotros. Una baja autoestima repercute en nuestra eficacia a corto y largo plazo.
¿Dónde se aprende a amarse o a no amarse? ¿Quiénes son los responsables? En la familia. La familia es la primera educadora, pero ¡Cuántas veces nuestros padres nos dijeron que éramos unos brutos y estúpidos! Lamentablemente este tipo actitudes parentales todavía se siguen repitiendo. Algunos padres de familia se expresan muy mal de sus hijos: este no sirve para nada; tu primo es más inteligente, entre otras.
Lo recomendable para quienes trabajamos en casa o en cualquier otra empresa, es comenzar a curar las heridas causadas en la infancia y disolver los bloqueos o programaciones que obstaculizan vivir bien. Este es el camino para construir una buena autoestima que nos conduzca a la felicidad. Sólo personas que confían en sí mismas pueden construir hogares, empresas e instituciones estatales sólidas.
N. Branden (2010), en su libro Autoestima en el trabajo nos brinda seis pilares de la autoestima:
1. La práctica de vivir conscientemente: tener los pies sobre la tierra. En una conversación normal, muchas veces estamos en la luna, no estamos presentes.
2. La práctica de la autoaceptación: darnos permiso para pensar y sentir. Aceptar que me puedo equivocar, que puedo dar y recibir afecto. No se vale negar lo que pensamos y sentimos.
3. La práctica de la autorresponsabilidad: cada quien es responsable de sus actos, de su propia vida. Si yo me casé y ahora me está yendo de la patada, pues yo lo elegí. Yo soy responsable de lograr mis propios objetivos.
4. La práctica de la autoafirmación: ser lo que somos en donde quiera que estemos. No aparentar ni negar nuestro verdadero yo.
5. La práctica de vivir con determinación: saber a dónde vamos. No se puede caminar a la deriva.
6. La práctica de la integridad personal: vivir de forma coherente con los valores aprendidos en la familia.
En conclusión, la práctica de la autoestima en el aula, en el hogar y en el trabajo es indispensable para ser personas felices. Una cosa es sentirse cansado; otra, vivir renegando todo el tiempo. Hay que darse permiso de amar y dejarse amar.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.