Finalmente ha llegado el momento de fusionarnos con los robots.
Quien no lo quiera entender, estará tan enfurecido como el impresor lo estuvo con el telegrafista, como lo estuvo el telegrafista con el mecanógrafo, como lo estuvo el mecanógrafo con el tecladista.
Sin embargo, los objetivos del periodismo no ha cambiado en lo más mínimo desde que fue descubierto junto con la comunicación: informar, entretener y educar. Cada vez que un periodista comunica, está informando, educando o entreteniendo. Quizá en tiempos actuales podemos agregar el infinitivo inspirar.
En estos tiempos donde la modernidad cambia tan pronto como nos acostumbramos a ella, debemos comprender que cambiará el canal de la comunicación más no el proceso: un emisor tiene un mensaje, utiliza el canal (cualquiera que sea su novedosa forma) y llega al receptor.
El periodismo puede ser entendido, y hay verdad, como el sencillo pero a la vez sutil arte de organizar datos con el fin de entregar un mensaje que interese a una comunidad. Sin embargo, su hermosa complejidad trasciende cuando lleva una historia de por medio, una historia con un principio, un nudo y un desenlace.
Hay miles de historias en las calles y miles de cosas que contar. Es cierto, los griegos se esforzaron por escribir sus mitos y con ello contar todas las historias posibles, pero nosotros podemos redescubrirlas, contarlas desde nuestro momento en la vida terrenal. He ahí la pasión que nos mantiene con vida.
Yo, verdaderamente, no me imagino haciendo otra cosa que estar presionando las teclas todo el día, y en este día que reflexiono, considero que me ha faltado más disfrutar las historias que cuentan los periodistas, pero sé que tengo un gran equipo que me ha tenido paciencia.
Sé que soy un aprendiz de editor, pero también quiero encontrar la maestria y para ello debo esforzarme.
En días de inteligencia artificial, quiero contar más historias humanas y que nos inspiremos a ser un medio que dé un contenido que impacte de forma diferente la atención de la audiencia.
Pero, ¿cómo concentrarnos en una sola historia que nos llevaría años contarla tan bien cuando tenemos el reto de contar decenas cada 24 horas? He ahí otro reto, que más que reto, debe hacernos hervir la sangre sabiendo que nosotros estamos diseñados para tocar lo más profundo del ser humano, entender con nuestras entrevistas su funcionamiento, saber expresar con nuestras palabras lo que ellos no pueden explicar, más solo proyectar, con sus sentimientos.
Animo a contar historias, más historias, porque las historias nos han sobrevivido desde el inicio de todos los tiempos.
Tenemos el deber de que mientras más avance la tecnología, nosotros seamos, cada vez, más humanos.