A los hijos hay que criarlos con un poquito de hambre, un poquito de frío y un poquito de dolor.
¿Ya se dio cuenta que se sufre más meterse al agua fría poco a poco? Si se entra de un solo jalón, es menos. ¿Ha visto usted a personas que entre más de abrigan más frío sienten? Por el contrario puede observar a quienes van en playera, dinámicos y sin enfermarse. Lo mismo es con el calor extremo, entre más se refresquen más sienten incomodidad.
También con el esfuerzo, los jóvenes principalmente, se sienten agotados con un trabajo pequeño. Perciben que los músculos les van a estallar cuando están comenzado siquiera. Chinean tanto al dolor que más creen que les duele.
Antiguamente en sociedad se enseñaba más rudeza y aguante. Se omitían los pequeños raspones, doblones y dolores de espalda. Los hijos, los trabajadores, los hombres no se quejaban tanto. Ahora hacerse el sufrido les libra del trabajo duro. Actualmente tampoco no se puede aguantar el hambre, las personas sienten que se mueren. Y solo se quedan satisfechas cuando están atiborradas.
Con este huirle al dolor cotidiano y normal, se pierde mucho. Porque el organismo responde mejor cuando se le enfrenta al frío, al hambre, al dolor. Cuando al cuerpo se expone a un frío extremo aguantable, entra en modo de preservación, lo cual provoca regeneración, más juventud, más resistencia.
Cuando la persona tiene un ayuno intermitente, hace que las células consuman los nutrientes que tiene almacenados, ya viejos, que pueden enfermar. Comer en exceso satura todos los órganos, los vuelve perezosos y así funcionan mal.
En las ciudades los seres humanos ya no trabajan la tierra, no ganan el pan con el sudor de su frente. Solo los atletas llegan a sudar, a cansarse y experimentar dolor muscular cuando se someten a rutinas rigurosas. A los automovilistas solo se les cansa el pie con que aprietan el acelerador. El sedentarismo mata.
Usted no les evite los dolores normales a sus hijos e hijas. Expóngalos en una medida sensata, a las temperaturas ambientales. Cotidianamente que se queden con un poquito de hambre en cada comida. Que en casa hagan trabajo físico de orden y limpieza en donde algunas veces terminen agotados.
Que aguanten, en una buena medida, el miedo, la tristeza las emociones. Si les van a pinchar con agujas por alguna vacuna, dígales: “Te va a doler, te vas a aguantar, compórtate valiente”. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El aguante genera resistencia”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo