El recién pasado 25 de junio se celebró en Guatemala el Día del Maestro. Es un día, sobre todo, para aquellos maestros que hacen todo lo posible por educar y transformar la personalidad de sus educandos. Un verdadero maestro es aquél que hace su máximo esfuerzo para transmitir de la mejor manera los contenidos de su curso, y al mismo tiempo, educa con su ejemplo.
Por eso me gusta mucho la propuesta que hace Albert Bandura sobre el aprendizaje vicario, según el cual, todos aprendemos por modelaje, por imitación. Muchos de nosotros recordamos a algunos maestros que aparecen en las páginas del libro de nuestra vida; y los recordamos por su calidad humana y su sabiduría para dar clases. Pero también recordamos a aquellos maestros que nunca olvidaremos por lo déspota y tiranos que eran.
El mejor maestro no es aquel que “de entrada” amenaza a sus alumnos, diciéndoles que en su curso “pocos ganan”. Los maestros mediocres se caracterizan por ser tiranos, no preparan sus clases, se molestan cuando los estudiantes les hacen observaciones y se creen más que cualquier otro profesional. Estos tales, a lo que menos debieron dedicarse, es a enseñar en un aula.
Los maestros extraordinarios se caracterizan por ser humildes, sabios, prudentes y con una buena dosis de humor y sabiduría para transmitir los conocimientos que hayan planificado. Un maestro extraordinario es aquel que educa con amor. Don Bosco afirmaba que “la educación es cuestión del corazón, porque el que no ama, no educa”.
Considero que todos los que nos dedicamos a dar clases, tenemos que llevar a dondequiera que estemos estos principios:
La pandemia del Coronavirus ha venido a plantearnos muchos retos. Ha hecho que nos pongamos las pilas para aprender a usar las diferentes plataformas virtuales, y que, a través de ellas, logremos un proceso de enseñanza-aprendizaje significativo para los jóvenes. Recuerde que no hay nada mejor, que ser pequeñas gotas de amor y sabiduría en la vida de nuestros estudiantes.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.