Sólo el mismo hecho de “estar vivo”, ya es un reto con el que los seres humanos nos encontramos a cada instante. Estar vivo significa que vivimos en relación con otras personas, porque somos seres sociales por naturaleza. Pero para convivir bien hay que estar bien. De ahí la importancia de la sabiduría socrática: “conócete a ti mismo”. Según Sócrates, la máxima obligación moral es el conocimiento de sí mismos. Y si todos hiciéramos el esfuerzo por conocernos, habría menos problemas en nuestras relaciones interpersonales.
Es indispensable hacer conciencia de nuestra responsabilidad de estar vivos. Y una manera de hacerlo es preguntándonos frecuentemente, ¿De dónde vengo y adónde voy? ¿Por qué y para qué existo? ¿Cuál es el sentido de mi vida? Las respuestas a estas preguntas son personales; pero en la misma respuesta usted le encontrará sentido a lo que le pasa todos los días.
Pienso que el sentido de estar vivo es que cada quien sirva, y sirva bien. Decía la madre Teresa de Calcuta que “quien no vive para servir no sirve para vivir”. Todos venimos a servir a través de la vocación y profesión que hemos elegido. Pero sirva bien. Gente mediocre hay en todos lados. Servir bien implica no hacer daño con el poder y autoridad que el cargo o puesto de trabajo le ha dado. El poder y autoridad delegado es para servir con excelencia al prójimo, y no para aprovecharse y explotar a quienes se tiene bajo nuestra responsabilidad.
A nivel político, los actuales gobernantes están usando el poder que tienen para burlarse de las leyes y de los ciudadanos. Su existencia misma provoca malestar en miles de guatemaltecos, porque no están sirviendo con honestidad e integridad. Ellos se están sirviendo del poder que tienen para hacer el mayor daño posible a través de sus acciones. Algunos los defienden; pero quienes los defienden, es porque son coyotes de la misma loma.
En otros espacios de la vida laical y religiosa también existen personas que se sirven de la autoridad que tienen para hacer daño. Son incapaces de caer en la cuenta de que tarde o temprano pagarán cada una de las cosas que les han hecho a sus súbditos. Su existencia siembra el miedo y el terror en sus contextos. Y usar su existencia para hacer daño no tiene sentido.
Los cristianos y quienes somos conscientes del valor de nuestra existencia humana, debemos marcar la diferencia, siendo personas de bien y con valores. A cada uno Dios lo ha puesto ahí en donde Él considera que su vida va a servir para transformar otras vidas. Hay miles de personas que necesitan una palabra de aliento, y nosotros podemos ser esos seres significativos en la vida de esas personas.
Todo marcha bien, y de pronto se asoman las crisis personales. Algunas veces éstas son responsabilidad nuestra; otras, es por culpa de los demás. Lo cierto es que aparecen. Y es ahí cuando uno debe demostrar para qué es bueno. Cuando aparezcan las crisis, hay que hacer un alto en el camino de la vida, y evaluar si vale la pena continuar por ese camino o bien se elije otro. Este es el momento de hablar con Dios. Dios nos iluminará para hacer la mejor elección. Recuerde que a este mundo hemos venido a servir, y no importa en dónde. Lo esencial es que se sirva a los demás. Por lo tanto, si por alguna razón tiene que dejar ese espacio que usted en algún momento eligió para servir, hágalo con total serenidad y tranquilidad, porque seguramente Dios le está librando de algo y le tiene mejores planes. No se desespere. Sea paciente. No es un tiempo perdido, sino un tiempo de aprendizaje. Nunca olvide que las crisis son oportunidades para conocer nuevos horizontes.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.