Querida, sé que ya estás despierta y tan solo finges hacerte la dormida. Quiero decirte que después de que la soledad se instaló en nuestros breves días y largas noches, desde hace un corto tiempo he sentido que un rayo de luz está surgiendo de mi corazón, llenándome de bondad.
Quiero contarte que he concluido que nadie nos preparó para la soledad. Llegó como un huracán que arrasó con muchas cosas con las que contábamos, como la disciplina, el orden de las cosas en la casa y la utilidad del tiempo, por ejemplo. Cuando el huracán finalmente llegó a nuestro cuerpo, nos arrastró hacia su ojo que nos trasladó al pasado.
Ese pasado nos instaló a un sinfín de pensamientos que quiero que sepas, estoy afrontando para convertirlos en saludables. Desde hace unos pocos días, como te decía, me he levantado y he sentido que todo por acá está cambiando y caminando, para bien, al presente.
No es mi intención que pienses que te estoy mostrando mi vulnerabilidad con lo que te estoy contando; al contrario, estoy entendiendo mis emociones y te estoy mostrando mi madurez.
Verás querida vida, la definición de emociones no la podemos encontrar en el diccionario, no por eso hay que dejar de leer el diccionario, y a veces la definición que le dan otras personas no nos pertenece. Es hermoso estar despierto, levantado y seguir comprendiendo el camino.
Considero que entender las emociones nos trae de vuelta al aquí y al ahora, al presente, donde es el único lugar posible en el que podemos seguir avanzando. Nada florece en el pasado y el futuro solo llega si nos enfrentamos a vivir en el presente. Para eso tengo una herramienta poderosa, querida vida, y son las palabras. Cuando defino con mi propia experiencia mis emociones, les doy nombre, las que son saludables aumentan de gran manera y las que no son saludables comienzan a desaparecer.
¿Cómo hago esto? También he aprendido que las emociones surgen cuando tenemos pensamientos. No podré decirte si es posible dejar de pensar de una vez por todas, pero sí es posible ejercitarnos para darnos cuenta de que estamos pensando.
Si nos damos cuenta que estamos pensando cosas que no aportarán nada a nuestra vida, tenemos el control para hacer que se disuelvan sutilmente como una nube pasajera; por ende, no existirá la emoción negativa y, por lo tanto, tampoco la conducta.
Sé que ya estás despierta, querida vida, levántate. Quiero contarte que ya estamos instalados en el presente, en el aquí y en el ahora, donde podemos hacer tantas cosas. Incluso disfrutar más de nosotros mismos.
Esta semana me ha acompañado en mis días el disco de la Oreja de Van Gogh que tiene el nombre con el que decidí titular estas palabras que te digo. Estando en el presente, disfruto más las canciones, me parecen más ilustrativas, poéticas e interesantes. Debo confesarte que, aunque no pertenece al disco que te menciono, una de mis canciones favoritas sigue siendo aquella que habla sobre una reina del pop. Sospecho que la otra semana me acompañará Andrea Bocelli y quizá otra artista con la que canta en un video de «Time to Say Goodbye», Sarah Brightman.
Quiero que comprendas que vivir en el pasado no nos llevará a nada. Además de que somos dueños completos de nuestros pensamientos.
Aprendí hoy que el 90 por ciento de las cosas que nos preocupan jamás suceden, pero el cuerpo y la mente las viven como si fueran reales. Pensemos solo en aquello que nos está construyendo.
Levántate, querida vida, sé que ya estás despierta, salgamos a trabajar, a compartir, a aprender, a convivir y a jugar. Hagamos de este aquí y ahora una gran historia. Vivamos para contarla. Todo lugar es aquí y todo momento es ahora.
Una última cosa: Te amo.
«Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy». Jorge Luis Borges