PUNTUAL
Tener un Estado que penalice el aborto, regule la educación sexual y rechace la diversidad de género es por sentido común parte de su obligación, pero ser Guatemala, “Capital Pro Vida de Iberoamérica” es un tacuche que le queda muy grande.
Para ser Pro Vida deberíamos tener varias condiciones, entre ellas, una vida digna, pero eso no es posible en la realidad actual donde las personas sobreviven en lugar de vivir.
Haber erguido un monumento a esta declaratoria viene a ser parte de la demagogia de querer quedar bien ante los ciudadanos a quienes no se les puede tapar el sol con un dedo.
La seguridad, salud, educación y empleo son temas que el Estado guatemalteco tiene pendientes de atender con minuciosidad.
La seguridad no es una garantía en ningún lado, con los altos índices de violencia que se viven a diario en el país y que se agravan porque las autoridades son permisivas con otros aspectos como las extorsiones que no se terminan porque no hay control de las cárceles donde se origina este flagelo.
La salud después de la pandemia es una utopía, los guatemaltecos sobreviven al Covid-19 más que por las vacunas, por su sistema inmunológico fuerte, porque la prevención no es pro vida, si tomamos en cuenta situaciones como el vencimiento negligente de las dosis.
La educación tampoco es pro vida, porque además de repetitiva, no se termina de adaptar a las condiciones actuales, donde los niños rurales principalmente no están aprendiendo casi nada.
Para ser “Capital Pro Vida de Iberoamérica” antes debemos responder a las necesidades de las personas y de las familias.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.