Hora de Xela
“La puntualidad tiene que ver con el hecho de valorar tu tiempo y sobre todo el de los demás. Este valor es visto como un signo de consideración hacia las personas que se encuentran esperando. Tanto es así que en algunas culturas la impuntualidad significa desprecio por el tiempo de otra persona y se puede considerar como un insulto”. Este medio tiene como propósito generar iniciativas que generen impacto positivo en el desarrollo personal, y como consecuencia de ello, mejorar las condiciones de vida de la comunidad y ciudad. Los valores ciudadanos son esenciales para ello, repasemos estos mandamientos del buen vivir, que permitirá ser mejores quezaltecos, sobresalientes guatemaltecos y seres humanos extraordinarios. 1. Responsabilidad Este es el valor ciudadano más importante de todos. La responsabilidad tiene que ver con las obligaciones que tiene toda persona con respecto a las decisiones que toma y con las consecuencias que estas pueden generarle. Cada acción que se toma tiene una repercusión en la sociedad. Y la responsabilidad se basa en analizar cada uno de estos actos y hacerse cargo de ellos. Por ello, es esencial concienciar a los más jóvenes sobre las consecuencias que pueden generar sus acciones y de cómo deben responsabilizarse de ellas. El medio más idóneo de propiciar respeto es el hogar, cumpliendo nuestra función de padres, hijos, hermanos, estudiantes, profesionales con mucha dedicación, no hay que olvidar que una empresa al momento de decidir por un profesional, intenta reclutar al “mejor”, el segundo y los demás deben someterse a pruebas. 2. Respeto Para que la responsabilidad tenga vigencia es necesario propiciar respeto. Este es el valor que permite que una persona pueda aceptar y apreciar las cualidades que tienen otras personas, así como sus defectos. El respeto es entender que más allá de ‘mis derechos’ y ‘mis libertades’, también existen los derechos y las libertades del prójimo. Aquí tenemos trabajo la mayoría de nosotros, en detalles como estos: ¿Somos capaces de ceder la vía? ¿Damos preferencia al peatón en relación al auto? Entre otras actitudes donde el respeto a los demás constituye el medio de expresión de nuestra calidad humana. 3. Honestidad Las personas estamos capacitadas para distinguir el bien del mal. Ya lo dijo la gran Violeta Parra, “gracias a la vida que me ha dado tanto. Me dio dos luceros, que cuando los abro perfecto distingo lo negro del blanco”. Entonces por qué nos equivocamos de vez en cuando, quizá no valoramos de lo que somos capaces, esta capacidad se conoce con el nombre de ‘conciencia moral’. La honestidad es entonces una cualidad humana que consiste en vivir y expresar esa conciencia. Es básicamente comportarse con coherencia y sinceridad. Esto quiere decir que lo que dices debe estar alineado con tus actos. Al ser honesto se demuestra respeto por uno mismo y por las demás personas. 4. Colaboración Siendo los valores ciudadanos el principal componente para mantener relaciones sociales armoniosas, la cooperación no puede pasarse por alto. La cooperación no es más que la asistencia que se ofrece para llevar a cabo un trabajo en común. Se hace para cumplir un objetivo compartido. Tal y como ocurre con el resto de los valores, se trata de hechos sociales que se producen en el entorno en el que se desenvuelven las personas. Debiendo tener claro algo muy puntual, “ser parte de la solución y no del problema”, al cuestionar sobre lo que la ciudad y sus autoridades hacen por nosotros, preguntemos primero: ¿Qué hacemos por cambiar esa realidad? 5. Solidaridad Para convivir de forma armoniosa en sociedad es necesario que exista la solidaridad. Este valor consiste en prestar ayuda a otras personas sin importar cuál sea su religión, su cultura, su género o postura política. Con la práctica de la solidaridad se crean lazos sociales que unen a los distintos miembros de una sociedad. Este valor implica tener sentimientos como el afecto, la empatía, el sentido de justicia y la ayuda desinteresada. Además, la solidaridad es lo que permite que se lleven a cabo acciones concretas que respondan de manera favorable a las necesidades de los conciudadanos. Pienso que este valor es propio de nosotros, en cada acción, si somos capaces de expresarlo, en el abrazo sincero, en la armonía del trabajo o en la plática cotidiana mientras compartimos la mesa. 6. Humildad Otro valor esencial para vivir tranquilamente en sociedad es la humildad. Esta puede definirse como la ausencia de soberbia. Las personas humildes se caracterizan por ser modestas, por expresar respeto por las demás personas y no sentirse más importante que otros debido a sus logros. Esta virtud también consiste en conocer las limitaciones y debilidades propias, y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Sin embargo, el concepto de humildad muchas veces se distorsiona. Parece que incluso si se deja de lado la ostentación, no es posible mostrar los méritos propios, ya que no todo el mundo está preparado para afrontar lo que otros han logrado. Si no cultivamos la humildad, no podremos disfrutar la satisfacción de las cosas, que en ese caso nos proporcionará un orgullo bien ganado. 7. Lealtad Un valor esencial para la convivencia armoniosa con otros es la lealtad. Esta virtud se desarrolla en la conciencia e implica cumplir con un compromiso adquirido, incluso frente a circunstancias adversas o cambiantes. Se trata también de estar comprometidos con lo que creemos y con las personas en quien creemos. La lealtad está asociada a la confianza. Ser leal significa ser digno de confianza. Quien no es leal no puede ser un buen ciudadano, porque su comportamiento no va en consonancia con las acciones que permiten una buena convivencia en sociedad. No hay satisfacción más grande que ser leal, consigo mismo, con la familia, con los padres, con los amigos, con el trabajo y sobre todo como dicta nuestro mandamiento chapín, “primero Dios”. 8. Tolerancia La tolerancia es un valor íntimamente relacionado con el respeto. Se trata de la capacidad para aceptar la diversidad de opinión, social, cultural, étnica, política y religiosa. También tiene que ver con el saber escuchar y aceptar a las demás personas tal y como son, sin juzgarlos. Gracias a la tolerancia se puede vivir en una sociedad donde se respeten las diferencias de cada persona, desde su pensamiento hasta sus acciones. Pero, a pesar de lo mucho que ha evolucionado el mundo y las sociedades que lo componen, la tolerancia es un valor ciudadano ausente en muchos lugares. 9. Justicia La justicia es uno de los valores que tiene mayor relación con la convivencia armoniosa de los ciudadanos. Se basa en el conjunto de reglas y normas que se establecen para que puedan existir relaciones adecuadas entre personas e instituciones. Esta es la que permite autorizar, prohibir o permitir acciones específicas en la interacción que ocurre entre individuos e instituciones. En pocas palabras, este valor tiene que ver con la concepción de lo que es bueno para todos los que conforman una misma sociedad. En la práctica, su finalidad es reconocer qué es lo que le corresponde y le pertenece a cada persona. A través de la justicia se respeta el derecho de los individuos, se recompensa su esfuerzo y se garantiza su seguridad. 10. Puntualidad La puntualidad tiene que ver con el hecho de valorar tu tiempo y sobre todo el de los demás. También se trata de la capacidad de poder finalizar una tarea o una obligación antes o en el plazo que se ha establecido para ello. Este valor es visto como un signo de consideración hacia las personas que se encuentran esperando. Tanto es así que en algunas culturas la impuntualidad significa desprecio por el tiempo de otra persona y se puede considerar como un insulto. Este servidor propone que desde hoy iniciemos con un proceso que debe crear habito, y este es, #HoradeXela, es decir, que todas las actividades inicien a la hora acordada, con el número de personas presentes, de inicio esto afecta a quienes no se acostumbran, pero una vez implementado, seguro permitirá ser más competitivos como ciudad, y porque no, como país. 11. Orden Este es un valor que se aprende en casa desde muy pequeños, y se trata de una idea que acompaña a las personas durante el resto de la vida. Además, es un comportamiento que se extrapola a los demás ámbitos de la vida. El orden no solo se refiere a la organización de lo material, sino también a la forma en la que se organizan las ideas y a la manera en la que se conduce la vida en líneas generales.
Marco Buestán
¿Cuál ha sido la mejor época del Xelajú MC en la historia?
Voy a enumerar como yo las percibo, en orden descendente, a razón del tiempo: a menos años, más logros. La mejor, y la cual puede ser superada este año con la final...
Es un tema muy discutible, pero las estadísticas son frías. El equipo se fundó en 1942, tiene 83 años de historia y sus luchas comenzaron hace 68 años, cuando ascendió a Liga Mayor en 1957, en un partido contra Jalapa en el Estadio Autonomía, en la capital. A partir de esa fecha, los chivos han descendido en tres oportunidades: 1979, 1992 y 1998, años amargos, pero en el primer descenso como en el último los chivos solo fueron a pasear a la Liga de Ascenso, antes llamada Liga Mayor “B” de no aficionados. En esos dos años, los superchivos resurgieron desde las cenizas como el Ave Fénix y ascendieron en un año. En 1992, desafortunadamente, no se pudo en dos intentos y mejor se optó por adquirir la ficha del equipo Del Monte, de Morales, Izabal; si no estoy equivocado, se adquirió por un monto aproximado de Q 400 mil. En esa oportunidad hubo aportes de Rolando Pineda Lam, Fernando Rodríguez Deyet, Javier Monterroso, el coronel Alejandro Gramajo, con gestión de Julio Pacheco. Fue así como volvió a la liga de los consagrados en esa oportunidad.
Voy a enumerar como yo las percibo, en orden descendente, a razón del tiempo: a menos años, más logros. La mejor, y la cual puede ser superada este año con la final centroamericana 2025, fue la época de los años 1979 a 1982. En tres años el equipo logra un ascenso, 1 título (1980), 1 subtítulo (1981) y, con broche de plata, el subcampeonato centroamericano, perdiendo dolorosamente la final contra Real España de Honduras, dejando antes al Marathón y Vida en cuartos y semifinal. Habría que hacer hincapié en que en estos años solo era campeón un equipo por año; la posibilidad era menor, porque actualmente se divide el año futbolístico en dos partes, Apertura y Clausura, con lo cual la posibilidad estadística es mayor: dos veces puede ser campeón un equipo en un año. En esa época era como el formato del futbol español, torneos largos todos contra todos a tres vueltas, equivalente a la tabla acumulada de los dos torneos cortos ahora; el mejor colocado por regularidad era el campeón. En conclusión: un ascenso, un título nacional, un subcampeonato nacional y un subcampeonato centroamericano en tres años.
La segunda coloco esta, que comenzaría desde el 2018 al 2025, comenzando con el subtítulo de liga con Walter Claverí en el Clausura 2018. Perdieron la final con Guastatoya, dirigidos en ese entonces por Amarini Villatoro, quien viene al cuadro lanudo en mayo del 2022. En el siguiente año, cabalmente en mayo del 2023, conquista la Sexta Luna con los Superchivos; luego, en el Apertura 2024, en diciembre, los chivos conquistan su Séptima Luna, de la mano también de Villatoro. Y para cerrar este periodo de tiempo, ya están en la final centroamericana de este 2025, con lo cual se iguala la marca temporalmente de 1982; solo faltaría ver el resultado final y el cierre del torneo de liga para ver si este periodo no supera al primero mencionado. En resumen: 2 títulos de liga y una final centroamericana en tres años.
La tercera época más dorada sería la de 1957 a 1966, nueve años de imponer e iniciar a colocar el nombre de Xelajú MC con letras de oro en la historia. Ellos fueron los que le dieron nombre y lustre a esta institución, comenzando con el ascenso de 1957; luego, el campeonato nacional de 1962, fue la Primera Luna para los lanudos, y lo más preponderante fue que la conquistaron en cancha ajena, en el Estadio Nacional Mateo Flores, ante 50 mil aficionados, una marca de ingreso que hoy en día no se podría superar. El marcador fue 3-2, con los goles del tico Rodolfo Chávez Lizano; luego campeones del Torneo de Copa y, por ende, el título Campeón de Campeones por haber conquistado ambos galardones en el mismo año. En ese entonces se les llamó tricampeones por obtener los tres títulos antes mencionados. Posteriormente se consiguen dos subcampeonatos de liga: en 1963, disputado con Municipal, y en 1966 contra Aurora. En síntesis: un ascenso a Liga Mayor, tricampeones en 1962 y dos subcampeonatos en 1963 y 1966. Para complementar, cuarto lugar en el regional del área Concacaf como torneo internacional.
La cuarta época dorada fue más efímera: del 2007 al 2013, cinco años. La cuarta luna en 2007 con Carlos Jurado y un Torneo de Copa en el 2010 también con el urugayo. En el año 2010 un subcampeonato que perdimos contra Municipal; luego la quinta luna de la mano del tico Hernán Medford en el 2012. En el ramo internacional (2012), ganar la primera fase de grupos de Concacaf, siendo primeros de grupo, eliminando en partidos de ida y vuelta al W Connection y al Guadalajara de México; luego nos quedamos en cuartos de final contra Monterrey (2013), también mexicano, pero haciendo una llave muy digna y decorosa. Fue la época de la dirigencia de Francisco Santos, Edwin Cifuentes y Walter Rodas. En resumen: 2 títulos, 1 subcampeonato, un Torneo de Copa y llegar a cuartos de final en el regional de toda el área de Concacaf.
Los Chivos del Xelajú MC, considero, han tenido estas cuatro épocas doradas desde 1957, que logró su ascenso. Han sido 68 años de lucha constante y todos en la historia han puesto su granito de arena. Obviamente, hoy día se vive una época financiera muy importante, lo cual permite a los dirigentes poder hacer negociaciones con jugadores de mayor valor para competir en los puestos altos de la tabla. Imagínense: más de 26 marcas y, principalmente, la televisora azul, que ha invertido casi en la tercera parte de la planilla mensual. Vamos Xelajú… eres un patrimonio de nuestra tierra y, por ende, un equipo que la gente ama y quiere como ningún otro en el país. Es un sentimiento aparte. ¡QUÉ VIVAN LOS CHIVOS!
Hugo Siliezar López
OpiniónXelajú MC
La salud mental en la familia es responsabilidad de todos
Por razones de estudios, estos últimos meses estuve leyendo y reflexionando un poco sobre la “familia”. La familia es determinante en la educación de los hijos. Con razón la llamó San Juan Pablo II, “primera escuela doméstica”. Los padres son los primeros y los más importantes maestros de sus hijos. Pero si los niños nacen en el seno de una familia violenta y agresiva, ya como adultos sufrirán las consecuencias de ese mediocre acompañamiento de los padres.
Cuando en una familia aparece o surge una “oveja negra”, casi todos los integrantes de la familia le echan la culpa del clima que se respira en la familia. Pero la realidad es otra. Cuando un hijo o una hija aparece con los síntomas de la enfermedad, la familia lo apedrea. Erróneamente, creen que el único malo es el familiar enfermo. En psicoterapia hay padres de familia que dicen: vengo a hablar con usted, porque mi hijo no me hace caso, es rebelde, sale sin permiso, a veces no llega a dormir, y ya le hablé, pero no hace caso. Es un hijo que ha caído en los vicios, y ya no sabemos qué hacer.
El error es ese: creer que él o ella es el único responsable y culpable de la contaminación del clima familiar. En el ejemplo planteado más arriba, hay que abordar a toda la familia. Poco a poco hay que convencer a todos los miembros de la familia, para que acepten todos recibir apoyo psicoterapéutico. Una vez que la familia haya decidido acudir a terapia, ya dimos el primer paso de sanación. Pero si la familia no acepta, será muy difícil eliminar los síntomas en quien los padece.
Entonces, cuando aparezca un enfermo en la familia, seamos humildes todos, y todos busquemos ayuda profesional. Jesús dice que “los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos”, (Lc 21, 5-19). Cuando más traiciones haya en una familia, más urgente será el apoyo integral para quienes la forman. En algunas ocasiones se establecen coaliciones, es decir, se unen dos o tres contra uno en la familia, e inconscientemente, hace leña al otro. Al elegido por el destino para manifestar los síntomas, lo acusan, lo critican, le inventan chismes y le declaran la guerra.
Ojalá en todas aquellas familias en donde se están gestando estas guerras, haya alguno sensato que busque a Dios y pida ayuda profesional. Si nadie se quita el velo de los ojos, para no ver la verdad de los hechos, esa familia se verá sumida en la agresividad, el sufrimiento y la depresión. Pienso que, si los miembros de una familia acusadora y atacadora, hubieran tenido la humildad para aceptar que la sanación dependía de todos y no solo de uno, muchas muertes se hubiesen podido evitar.
La elaboración de un genograma o familiograma podría ayudarles a establecer alianzas, coaliciones y así también poner límites en donde los haya que poner. Esto requiere conciencia y amor por la familia. Lamentablemente, a la mayoría de las familias no les interesa la salud mental y la armonía intrafamiliar. Les interesa más poner su atención en otras cosas como el trabajo. Pero podrían ser más felices en el trabajo, en la escuela y en la iglesia, si el contexto familiar fuera sano.
Así que, para amarnos más y mejor en nuestras familias, cada uno busque sanar sus traumas y grabaciones negativas internas. Y por supuesto, no olvide que Dios es importante en esos momentos en los que creemos que ya todo se acabó.
P. Orlando Pérez
Sacerdote católico, Licenciado en Teología, Licenciado en Psicología General, catedrático universitario, con una maestría en Docencia Superior Universitaria.
Días extraños
Creo que ese sentimiento de que la vida ha cambiado en un momento es lo que colectivamente sentimos por lo que sucedió con la Selección Nacional de Guatemala durante la noch
Hay una canción de Enrique Bunbury con Nacho Vegas que se llama Días Extraños, pertenece al álbum El Tiempo de las Cerezas y tiene un verso que lo he sentido y reflexionado desde los 16 años: “En solo un minuto vi mi vida cambiar”.
Creo que ese sentimiento de que la vida ha cambiado en un momento es lo que colectivamente sentimos por lo que sucedió con la Selección Nacional de Guatemala durante la noche del 13 de noviembre. Eran tan amplias las expectativas que sentíamos rozar el cielo, pero la realidad del futbol, de nueva cuenta, nos entregó a cambio el sentimiento de sufrimiento.
Ya son seis, seis eliminatorias mundialistas que he vivido en mi vida, y ya parece que un viejo amigo emocional regresa a mí cada cuatro años. Fui parte de aquella generación del 2006 que soñaba con ver a la selección en el Mundial de Alemania y hoy, en 2025, la verdad es tangible: he estado esperando gran parte de mi vida algo que nunca ha llegado.
Veía por ahí que esta vez el dolor es menos, como si aceptáramos a esa sombra como algo ya conocido y que sabemos que vendrá, pero en esta ocasión considero que verdaderamente estaríamos en el estado eufórico de la clasificación, algo que ningún guatemalteco ha vivido jamás. Pero otra vez, como cuando éramos niños, llegó el monstruo y nos recordó que no fue, no es, y nos queda esperar el sí podrá ser alguna vez.
Días extraños, como estos, en que parece que algo perdimos, o que estuvimos por encontrar algo inmenso, pero al final no.
José J. Guzmán
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).
El ateo “bueno”
Hacen el bien o el mal, tanto ateos como creyentes.
«Había una vez, un niño que necesitaba una carísima operación médica. La madre angustiada visita a un benefactor y él inmediatamente le concede una donación que cubre todos los gastos… La madre, con los ojos brillosos, le dice: “Usted tiene ganado ya el cielo, Dios le bendiga…” A lo que él le respondió: “Lo hice por el niño, sin esperar recompensa. Yo no creo que exista el cielo, ni el infierno…”»
Se ha tenido la idea de que alguien que no cree, hará maldades y ninguna bondad, pero no es así. Para alguien que siempre ha vivido en la creencia de que hacer el bien es cuestión divina, le es difícil imaginar que alguien que no cree pueda hacer el bien. Tampoco se da cuenta de que muchas personas que tienen fuertes creencias han hecho mucho daño.
La moralidad existió en los pueblos antes que existieran las religiones. Antiguamente, los pueblos eran nómadas, la sobrevivencia dependía del grupo. Quien robaba, mataba, mentía, incumplía, era injusto… podía ser echado de la comunidad, lo que significaba su muerte. Luego surgieron miembros que se atribuyeron que los dioses hablaban con ellos, que eran elegidos por su deidad para brindarle una serie de mandamientos a la gente, luego formaron congregaciones con jerarquía y surgieron las religiones, así algunos grupitos se apropiaron de la moralidad. Dictaban qué se debía hacer y qué no, y se beneficiaban de esto para vivir como reyes sin trabajar.
Históricamente, las religiones han creado todo un sistema de premios y castigos basado en el temor a lo divino. Vendiendo esperanza de recompensa en otra vida después de esta. Una compensación por ser obedientes a una supuesta moralidad, que ya se aleja de lo verdaderamente moral. En algunas épocas las religiones, en el poder, castigaron con muerte a quienes se atrevieran a dudar, luego a quienes se atrevieran a creer. A lo largo de la historia, el temor ha demostrado ser un poderoso controlador de masas. Pero con el miedo se puede hacer más daño que con la ira. Las creencias han provocado más daño que las no creencias.
Hacer el bien y evitar el mal se inculca en la infancia, en la familia, en la escuela. Hacer el bien, tiene un fin en sí mismo, sin esperar recompensa. Evitar hacer el mal también tiene su recompensa en sí mismo, sin huirle al castigo. Todos tenemos en nuestro corazón una lucha entre el bien y el mal, seamos creyentes o no. Hacemos maldades cuando estamos inconscientes, ignorantes, temerosos, muy egoístas… pero principalmente cuando somos obedientes, ciegos a quien nos hace creer que dañar a otros es bueno.
Le dejo esta frase para que reflexione: “Un ateo puede ser tan espiritual y bondadoso como un creyente espiritual y bondadoso.”
Oswaldo Soto
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental.
Te he amado
“Dilexi te (Te he amado)” es la primera Exhortación Apostólica del Papa León XIV. El Papa Francisco, en sus últimos días, estaba preparando una exhortación apostólica sobre el cuidado de la Iglesia por los pobres y con los pobres, titulada Dilexi te. Y lo que el Papa León ha hecho es darle continuidad a este proyecto.
El capítulo I afirma que, al mismo San Pablo, la comunidad cristina de los gálatas le recomendó que no se olvidara de los pobres, (No. 6). A San Francisco de Asís se le recuerda en la historia de la iglesia por su amor a los pobres. El Concilio Vaticano II tomó como paradigma de espiritualidad la historia del bien samaritano. “La condición de los pobres representa un grito que, en la historia de la humanidad, interpela constantemente nuestra vida, nuestras sociedades, los sistemas políticos y económicos, y especialmente a la iglesia”, (No. 9). Los rostros de los pobres y de la pobreza son la pobreza material, el marginado socialmente, la pobreza moral y espiritual, pobreza cultura, la pobreza de los que no tienen derechos ni libertad.
El capítulo II fundamenta la opción de Dios por los pobres. Esta preferencia por los pobres nació en el continente latinoamericano, sobre todo en Puebla. Jesús, “siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza”, (2 Co, 8,9). Jesús se presenta como el Mesías de los pobres y para los pobres. Cuando fue presentado en el templo, sus padres le ofrecieron un par de tórtolas o dos pichones, (Lc 2, 22-24), algo que solo era permitido a los pobres. “Dios muestra su predilección hacia los pobres, a ellos se dirige la palabra de esperanza y de liberación del Señor”, (No. 21). “No se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres”, (No. 26).
En el capítulo III se habla de “una iglesia para los pobres”. San Pablo afirma que entre los fieles de la primera comunidad cristiana no había “muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles”, (1 Co 1, 26). En Hch 6, 1-5, se percibe cómo los primeros cristianos tienen conciencia de la necesidad de acudir a aquellos que sufren mayores privaciones. San Lorenzo, ante el pedido de las autoridades romanas de que les entregara los tesoros de la iglesia, les presentó a los pobres. San Ignacio de Antioquía, en su camino al martirio, exhortaba a la comunidad a no descuidar a los pobres. San Juan Crisóstomo invitaba a no despreciar a los pobres. San Agustín de Hipona decía: “lo que das al pobre no es tuyo, es suyo”. San Benito pide mostrar un cuidado solícito en la recepción de los pobres y peregrinos, (RB, 53, 15). San Francisco de Asís veía en las pobres imágenes vivas del Señor, (No. 64). San Juan Bautista Scalabrini se dedicó a ayudar a los migrantes. Santa Teresa de Calcuta exclamaba que “la oración es la fuerza para ponerse al servicio de los demás, (No. 77)”.
En el capítulo IV el Papa expresa que el tema de los pobres es una historia que continúa con el Papa León III y la Rerum Novarum; con San Juan XXIII con la Mater et Magistra, que presenta a la iglesia como la iglesia de los pobres; con la Gaudium et spes que habla del destino universal de los bienes; con San Juan Pablo II y la Sollicitudo rei sociales, que consolida la relación preferencial de la iglesia con los pobres; con Benedicto XVI en su encíclica Caritatis in veritate, en la que habla de las necesidades reales de los pobres.
En el capítulo V el Papa dice que la realidad de los pobres es un “desafío permanente”. A los pobres hay que prestarles atención, escucharlos, acompañaros y elegirlos para compartir con ellos. San Gregorio Magno expresaba que “todos los días, si lo buscamos, hallamos a Lázaro, y aunque no lo buscamos, lo tenemos a la vista”. El corazón de la iglesia está con aquellos considerados “descarte” de la sociedad. Por lo tanto, la limosna sigue siendo un momento de encuentro con el pobre, a quien hay que tocarle y compartir con él algo de lo nuestro.
P. Orlando Pérez
Sacerdote católico, Licenciado en Teología, Licenciado en Psicología General, catedrático universitario, con una maestría en Docencia Superior Universitaria.
La falta de educación emocional
Muchos se preocupan por la capacidad de aprender, pero no comprenden que la deficiencia de inteligencia emocional puede afectar este proceso de aprendizaje.
Vivimos en una época en la que tenemos hiperconectividad y acceso constante a información y comunicación; sin embargo, algunos temas que se consideran tabú en la sociedad son escasamente informados y conversados. Uno de los temas menos comentados es el de la salud mental, lo que denigra la importancia que este tiene. Por lo tanto, son muy pocos los espacios en donde se aborda este tema y, en consecuencia, poco se enseña sobre la importancia de entender, expresar y gestionar las emociones correctamente.
La inteligencia emocional es tan importante como el coeficiente intelectual. Muchos se preocupan por la capacidad de aprender, pero no comprenden que la deficiencia de inteligencia emocional puede afectar este proceso de aprendizaje.
La educación emocional no consiste en enseñar y aprender a controlar las emociones, sino en saber reconocerlas, entender de dónde y por qué provienen, y trabajar en ellas. Es un proceso complicado, porque muchas personas creen que el miedo, la tristeza, la frustración y otras emociones son muestra de debilidad. Esto marca a la persona, haciéndole pensar que sentir esas emociones es algo “malo”, cuando en realidad no lo es. Muchas veces cometemos el error de decirles a los niños “no llores”, “no grites” o “no te enojes”, cuando en realidad lo que estamos provocando es desacreditar lo que el niño siente y desea expresar.
Las consecuencias se generan a futuro, cuando los adultos no saben cómo expresar sus emociones de forma adecuada, lo que provoca adultos violentos, con estrés crónico, depresivos o con complicaciones familiares. Por ello, recomiendo que los padres de familia trabajen desde la niñez la educación emocional, comenzando por normalizar el informarse y hablar sobre la inteligencia emocional. Enseñarles a los niños sobre este tema no solo los beneficia en la adultez, sino desde la niñez, disminuyendo la probabilidad de que sean propensos al bullying o al acoso. De esta manera, aprenderán a validar sus emociones y, por consecuencia, a valorarse como personas, ser capaces de hablar con los adultos cuando sea necesario o de defenderse.
Crysta Nowell
Psicóloga Industrial / Organizacional, Magíster en Gestión del Talento Humano, asesora en procesos de recursos humanos, capacitadora y especialista en reclutamiento y selección de personal.
OpiniónEducación Emocional
El punto de quiebre en los negocios y en la vida
En la época de la tecnología y la disrupción, ya no basta con mantener la estabilidad; es necesario aprender a convivir con la incertidumbre.
Hoy tuve la oportunidad de participar en el Foro Empresarial del CNP Date 2025, donde el tema central fue “el punto de quiebre”. Este concepto, tan desafiante y vigente, me llevó a reflexionar sobre una película que marcó a toda una generación: Punto de Quiebre (Point Break, 1991). Vayan a verla a Netflix.
La película cuenta la historia del agente del FBI Johnny Utah y el surfista y ladrón Bodhi, dos personajes que representan fuerzas opuestas pero complementarias: el deber y la libertad, la norma y el riesgo, la estructura y la pasión. Bodhi vive buscando experiencias extremas que lo hagan sentir vivo, dispuesto a desafiar cualquier límite; por otro lado, Utah se debate entre su obligación profesional y la fascinación por ese estilo de vida audaz.
Esa tensión entre control y riesgo también define el mundo empresarial actual. Las empresas, como las personas, enfrentamos constantemente nuestros propios puntos de quiebre: ese momento en que se debe decidir si seguir el camino seguro o arriesgarse a transformarse.
En la época de la tecnología y la disrupción, ya no basta con mantener la estabilidad; es necesario aprender a convivir con la incertidumbre. El pensamiento complejo nos enseña que los sistemas, como los negocios, son dinámicos, interdependientes y cambiantes.
Por eso, más que temer al caos, las organizaciones deben abrazar la incertidumbre como fuente de innovación. El punto de quiebre, entonces, no es un colapso, sino una oportunidad: el instante en que se decide avanzar hacia algo nuevo.
Al igual que Johnny Utah en la película, los líderes de hoy deben atreverse a soltar el miedo, confiar en la experiencia y surfear la ola del cambio con propósito, visión y muchas ganas.
Felicito y agradezco a mi amigo Pedro Pablo Martínez por la quinta edición del CNP Date.
César Pérez Méndez
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Usac), con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación (Usac). CEO de La Voz de Xela, profesor universitario y conferencista.
OpiniónCNPnetwork
Bomberos controlan incendio en taller de calzado en Pacajá
El siniestro fue controlado por Bomberos Voluntarios.
Durante la madrugada de este miércoles 12 de noviembre, propietarios de un taller de calzado ubicado en la 13 calle de la zona 10 de Pacajá solicitaron el apoyo de los Bomberos Voluntarios al percatarse de un incendio en el área de elaboración.
Los socorristas de Xela acudieron de inmediato y lograron controlar el fuego antes de que se propagara a otras áreas del inmueble.
Las pérdidas materiales se estiman en más de Q20 mil.
Hasta el momento, se desconocen las causas que provocaron el siniestro, por lo que se espera que las autoridades correspondientes realicen las investigaciones para determinar su origen.
La Voz de Xela
PacajáQuetzaltenangoBomberos Voluntarios
Principio y valor de la honestidad (parte II)
La honestidad es uno de los valores más nobles y necesarios para la convivencia humana.
Ser honesto significa hablar y actuar conforme a la verdad, sin engaños, falsedades ni hipocresía. La persona honesta vive en coherencia con lo que cree, y su palabra es digna de confianza.
En la Biblia, la honestidad no es solo un valor moral, sino también un principio espiritual. Dios es la verdad misma, y todo lo que proviene de Él es justo y transparente.
Por eso, cuando una persona vive en mentira, se aleja de la naturaleza divina y rompe la comunión con Dios. La mentira genera desconfianza, mientras que la verdad edifica relaciones sólidas y refleja la presencia del Espíritu Santo.
“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo.” — Efesios 4:25
La honestidad bíblica implica mucho más que evitar mentir. También abarca ser íntegros en lo económico, en el trabajo, en los estudios y en los compromisos. Implica reconocer errores, pedir perdón y actuar con justicia incluso cuando nadie nos ve. Jesús enseñó que el corazón honesto es aquel que busca agradar a Dios en todo momento, no a los hombres.
La Biblia es la fuente de este principio, pues nos recuerda que la verdad nos hace libres (Juan 8:32). Ser honestos es reflejar el carácter de Cristo, quien nunca actuó con doblez.En un mundo donde la falsedad se normaliza, el creyente debe ser luz y ejemplo de sinceridad. Practicar la honestidad nos convierte en instrumentos de paz y justicia, y fortalece nuestra comunión con Dios y con los demás.
Edwin Ibarra
Médico Especialista en Cardiología y Ecocardiografía. Coach, conferencista y entrenador certificado por el Programa de John Maxwell, Pastor de la Red de Empresarios y Profesionales de Iglesia Bethania Quetzaltenango. Fundador de los Proyectos “Sanando el Corazón” y “Discipulado Empresarial 20/20”.
OpiniónHonestidad
















