El año venidero, debemos enfrentarlo con una mentalidad nueva. No podemos pretender tener un nuevo año con nuevos resultados haciendo las mismas cosas o haciéndolas de la misma manera. Al no cambiar nuestra mentalidad, permaneceremos en el mismo estado o quizás en peores condiciones considerando lo cambiante de este mundo.
Los que nacimos antes del año 2000, tuvimos que adaptarnos al advenimiento de la tecnología, de la nueva forma de hacer negocios digitales y hasta de hacer transacciones y comunicaciones instantáneas por vía electrónica. A diferencia de aquellos que nacieron después del año 2000, cuando el Internet ya estaba totalmente desarrollado y a la aparición de las nuevas aplicaciones que hoy son tan necesarias y tan útiles, no han tenido que enfrentar los desafíos que nosotros enfrentamos.
Muchos de los nacidos en el siglo pasado decidieron no hacer ningún cambio, no cambiar su mentalidad y por lo tanto quedaron rezagados en trabajos o negocios que ya no son rentables más que para mantener un estándar de vida básico. El apóstol Pablo lo menciona en este pasaje: Romanos 12:2 “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.”
Conociendo que el mundo es cambiante, nuestra mentalidad también lo debe ser. Por eso la pregunta es: ¿o queremos permanecer siendo esclavos? ¿O más bien seremos los arquitectos de nuestro futuro? Entiendo que esta última frase puede generar cierto resquemor en personas religiosas considerando que la voluntad de Dios es lo que se hace sobre la tierra. Sin embargo, aunque no es un dicho originado en las Sagradas Escrituras: “ ayúdate que yo te ayudaré“, es un hecho que Dios necesita de la acción del hombre para realizar los cambios.
Desde el principio de la creación Dios le ordenó al primer hombre que tenía que trabajar y gobernar la tierra. Éste principio no ha cambiado.
Otra cosa que no ha cambiado es el hecho que Dios nos ha llenado de talentos, recursos interiores, habilidades, etc., que pueden ayudarnos a ser arquitectos de nuestro futuro. La pregunta aquí sería: cómo me veo dentro de diez años? o tal vez diez años es demasiado para quien que no está acostumbrado a realizar este tipo de ejercicio. Quizás cambiaría la pregunta: ¿cómo me veo dentro de cinco años? Si calculamos que esos cinco años son sesenta meses puedo ir haciendo programaciones por cada seis meses por ejemplo y que cada meta intermedia me ayude a completar el proceso de los cinco años.
Y así sucesivamente puedo continuar de cinco en cinco años. El propósito de este artículo es moverte a pensar de forma futurista tanto a nivel económico, de salud y por qué no a tu futuro espiritual. Como deseas terminar tu vida? Como deseas que sea tu final o el final de tus días? Si practicas este ejercicio, y pides la ayuda a tu Creador, estoy seguro que ideas nuevas vendrán a tu mente y te ayudarán a transformar tu futuro. Entonces te convertirás en el arquitecto de tu futuro.
Termino con frases del apóstol Pablo:
Filipenses 3:12-14 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
Felicidades en este Nuevo Año!!
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Cardiólogo - Coach/Conferencista coachedwinibarra@gmail.com