Por Douglas Pereira
Un factor imprescindible en la vida social es la Economía. Esencialmente la Economía se relaciona a la Administración de una oikós, de una casa, de un hogar, por extensión a la sociedad humana. También incluye la idea de gobernar o dirigir, siempre en relación a un hábitat de convivencia humana.
Jesucristo no dejó de hacer referencias a la relación que se tiene con los bienes materiales. En su enseñanza previno de no elevar a la calidad divina las riquezas. Esencialmente en el Capítulo 16 de San Lucas encontramos sus más representativas enseñanzas sobre los bienes materiales y el bien de las personas.
La Iglesia, inspirada en el Evangelio, enseña la importancia y el legítimo valor de la economía en las sociedades humanas. El Catecismo de la Iglesia Católica aborda el tema de la economía y la justicia social, apoyándose en los documentos magisteriales que se han elaborado en torno al tema.
Es decir, la Iglesia tiene una conciencia clara de la necesidad de una vida económica en cualquier sociedad. Sabe que los grupos humanos necesitan de la producción de la riqueza y la administración de los bienes, pero siempre en función del bien de la persona.
Por estos motivos, la Iglesia siente la exigencia de iluminar e intervenir en esos aspectos de la vida, pues tiene el deber profético de orientar y corregir –si es el caso- la conducta del hombre en ese campo de la vida.
Las consecuencias de las políticas económicas en las distintas regiones del mundo no pueden pasar desapercibidas a la misión de la Iglesia. Las cargas que ha acarreado la forma inmoral de manejar esta dimensión de la vida, así como la abundancia contrastante de sociedades ricas, requieren de una iluminación moral y seria reflexión para combatir la miseria y ser más equitativos en la administración de las riquezas.
Dios ha dejado en manos del hombre su creación, para que aproveche de ella y sea feliz, pero eso requiere una administración recta y honesta, con un hondo sentido de humanidad, de manera que a nadie falte lo indispensable y que se eviten las diferencias tan profundas, por motivos de las riquezas.
Abordamos el tema para contribuir a una seria reflexión de la economía. Después de todo, son los jóvenes quienes resienten el presente -y resentirán el futuro- del manejo económico. Tienen que interesarse de ello.
Nos despedimos de los lectores con la frase del Papa Francisco “La economía, como la misma palabra indica, debería ser el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero”.