Y damos inicio al mes que se viste de luz, una de las épocas del año que más disfruto, casas, calles, pueblos y ciudades cambian de matiz llenando cada rincón de luz, pudiera hablar de como afecta esta actividad al medio ambiente pero me señalarían como el Grinch de la Navidad; siempre veo el lado positivo de las circunstancias, el hecho de conmemorar el nacimiento del Salvador del Mundo, hacer alusión a todos los hechos que dieron paso a este acontecimiento y recordar el más grande y maravilloso regalo que la humanidad recibiera es motivo de regocijo y alegría.
La Navidad debe ser una época de reflexión y de amor en acción, Dios no sólo amó a la humanidad sino accionó para demostrar ese amor que ahora es motivo de celebración.
En esta época más que llenarnos de buenos deseos debemos manifestar gratitud y amor como Dios nos enseñó, antes de adornar un árbol, reviste y llena de luz la vida del necesitado, antes de pensar en la cena de navidad, piensa en saciar la boca del hambriento, celebremos imitando la benevolencia de Dios en nuestras vidas.
Lejos de afanarnos por la entrega de regalos , estrenos innecesarios, debates y discusiones obsoletas acerca de que si es o no la fecha, nuestro enfoque absoluto debe estar en la estrella y no en la estrella de Belén, me refiero a la Luz del mundo que se manifestó para traernos esperanza, vida y consuelo.
¡Juntos celebremos la llegada de Jesús quien es la luz!