La clave del éxito y de la santidad está en el servicio. Independientemente del oficio o de la profesión que se tenga, la clave está en servir bien. A veces nos enfocamos demasiado en las cosas materiales o en el dinero en sí mismo, e invertimos demasiado tiempo en una visión cuantitativa de la vida. Pero descuidamos lo más importante, que es la visión cualitativa servicial de la vida. La calidad de una persona en una empresa o institución se mira por su calidad de servicio.
Si usted es barrendero, barra bien; si tiene una tienda, atienda bien; si tiene una empresa, sirva bien. Si es consagrado o consagrada, sirva bien; si es sacerdote o pastor, sirva bien. La atención a las personas es lo más importante para que las bendiciones de Dios aumenten en nuestra vida. No es una tarea fácil atender y servir con excelencia, pero eso es lo más importante.
No se centre tanto en el dinero. No haga todo lo que hace por dinero. Que no le preocupe el dinero. Que le preocupe servir con excelencia a esas personas que la vida le pone en sus manos; y eso basta para obtener lo necesario para sí mismo, y para crear fuentes de trabajo para los demás.
Algo trascendental de servir bien es la felicidad. La felicidad es una de las aspiraciones más grandes de hombres y mujeres, y todos por naturaleza queremos ser felices. Pero creemos que la felicidad depende de la cantidad de dinero o de cosas materiales que se tengan. La realidad es otra. Cumpla su misión de servir con amabilidad, y la felicidad será su consecuencia.
Dele un vistazo a la infinidad de experiencias que ha tenido a lo largo de su vida con un “pésimo servicio al cliente”. En general, son las instituciones del Estado las que tienen la mala fama de servir mal. Como tienen un salario fijo, les vale madre atender bien. En los tiempos actuales, hay algunas instituciones estatales que está tratando de mejorar, pero la mayoría son la peor pesadilla en cuando a servicio al cliente.
Cuando uno se topa con gente amargada, malhumorada y mediocre en las ventanillas de servicio al cliente, en las empresas pequeñas o grandes, en oficinas públicas y privadas, incluso hasta en las oficinas parroquiales, la verdad es que da pena. Da pena que esta gente refleje el clima que se respira en su casa.
Todos estamos invitamos a revisar nuestra vocación de servicio. Que no se nos olvide que hemos nacido para servir, y servir con excelencia. Y si tenemos bajo nuestra responsabilidad a personas en la empresa donde laboramos, hagamos el esfuerzo de capacitarlas para que atiendan bien. Un mal trabajador llevará a la ruina su negocio. Una secretaria o secretario amargado, alejará a sus clientes o bien le hará mala fama a su empresa o negocio.
Algo que todas las empresas o instituciones, incluso profesionales individuales deben tener es su “misión”, “visión” y “objetivos”. Para ser una institución de calidad, se requiere que los trabajadores conozcan la misión, visión y objetivos de la misma. Si una institución no tiene estos tres elementos clave, será como ir sin brújula y sin rumbo en la vida.
En conclusión, todos hemos venido a la existencia para servir; y se espera que esa vocación de servicio nos convierta en personas felices y autorrealizadas. No se centre en el dinero; céntrese en servir con amor.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.