Es necesario estar atentos de dónde surgirán los siguientes liderazgos políticos, porque esta vez se ha fracasado.
En esta edición hablaríamos de la temporada navideña, sus implicaciones y una orientación hacia los consumidores; sin embargo, lo ocurrido esta semana en la ciudad, con la discusión sobre el Plan de ordenamiento territorial (POT), los bloqueos que generó en el ingreso al Valle de Palajunoj y la presión a la que cedió el alcalde y el Concejo para detener la implementación del POT, merece un análisis, porque implica a toda la población, que solo por mencionar un punto, se vio afectada de nuevo por la suspensión del servicio de recolección de basura.
El objetivo no es entrar en detalles del POT, sino exponer cómo es la gestión municipal, o más bien, cómo la falta de experiencia y de conocimiento pone a Xela a merced de la presión de grupos. Es menester aclarar que no debe ser un tema personal, lamentablemente, el mismo alcalde Luis Grijalva ha provocado que se vea así. El rechazo generalizado que causa se ha dado en más de un evento masivo, y lo peor ha sido su reacción, lo que pone en evidencia que ha fracasado como funcionario, pero también como político.
Pero, ¿por qué no lo asesoran de manera adecuada?, porque desde el inicio no ha querido escuchar, lo cual se ve reflejado en su ineficiente capacidad de diálogo y de negociar; cedió la primera vez que le presionaron y lo seguirá haciendo, como lo hace el Concejo cuando se siente acorralado, no por toda la población, sino tan solo por un sector. A las autoridades se les ha olvidado que son quienes tienen el poder, pero no para actuar con prepotencia, sino para tomar decisiones correctas y hacer que se cumplan.
Del lado de los comunitarios, hay que recordarles que el derecho de reunión y manifestación (artículo 33 de la Constitución) es una acción pacífica, y no que mediante coacción se obligue a participar, o se limite el ejercicio de los derechos de la población. Sus líderes tienen que ser conscientes de que representan a las comunidades y evitar manipular a sus vecinos cual masas, con un fin particular, por orden de terceros o por desconocimiento. La rebeldía, como decía Julio Anguita González, político español, “no es un grito, no es un insulto. No es una pedrada, no es una mala contestación: es mucho más profundo. La rebeldía es un grito de la inteligencia y la voluntad…”.
Lo más grave de esta situación es que el actual Concejo y el alcalde, que fue aplaudido por superar a los políticos tradicionales, están provocando que se piense que cualquier tiempo pasado fue mejor, olvidando los desmanes de las últimas administraciones, y que cualquier tiempo futuro será mejor, reduciendo la exigencia que se pueda tener hacia las próximas autoridades.