Por Silvia Morales Paniagua
Recuerdo la historia bíblica en la que los niños fueron llevados ante Jesús para que Él los bendijera; en esa oportunidad los discípulos los reprendieron, Jesús al ver esto se indignó y utilizándolos como una analogía enseñó que para entrar al reino de los cielos debíamos ser como ellos.
Puedo imaginar la actitud de los niños hacia Jesús, su alegría, admiración, emoción, sencillez, dulzura y amor con el que seguramente llegaban delante de Jesús, puedo imaginar a alguno de estos pequeños, acariciándolo o brindándole un abrazo o un gesto de amabilidad, una sonrisa o hasta un “chócale” con el puño y es que realmente no cualquier persona es bien recibida por los niños porque como quienes tuvieran un filtro saben con exactitud que persona es buena o mala para ellos, pero estoy segura que en esta oportunidad ellos reconocieron la deidad de Jesús.
A Diferencia de muchos personas que se acercaban a Él, algunos para debatir, señalar, juzgar o beneficiarse de un favor, la simpleza de esta escena nos enseña que sobre todo prejuicio humano, los niños en esa oportunidad simplemente conocieron a Jesús, y recibieron su bendición y aprobación.
Muchos pasamos debatiendo doctrinas, pensamientos, ideologías humanas, tratando de conocer a Dios, recibir su bendición o su dirección, cuando realmente el método más sencillo y efectivo es ser como niños, no hay medio alguno, ni recurso económico que nos haga estar más cerca de Dios, que su Gracia, así es que considero necesario aprender y actuar como ellos.