Algo pesado corría sobre el techo de la casa (cuento)

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José J. Guzmán 20 Junio 2025 15:21
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Guiada por su intuición, Lupita decidió volver al pueblo donde una vez fue niña. Tenía la corazonada de que para liberarse, ahora de adulta, de la persecución del Güin, debía confrontarlo cara a cara. Resolvió hacerlo porque tres veces un sueño recurrente la atormentó en noches imprevisibles. En ese mundo onírico, revivía la madrugada del velorio de su abuela. Tenía apenas cuatro años y su madre la acostó en la cama de la habitación donde, horas antes, la pariente que ahora le parecía tan lejana había dejado el plano terrenal. A un lado, en la sala, un grupo de señoras rezaban un rosario de cuerpo presente que poco a poco la sumió en un húmedo letargo. Ya estando en el estado de duermevela, entre la vigilia y el sueño, un extraño animal levantó la lámina de zinc del cuarto y la observó con sus ojos enormes.

La intuición no era nada nuevo para ella; era, en realidad, su fiel compañera de vida. Como psicoterapeuta, se había inclinado al estudio de la metafísica como una terapia personal y de autoconocimiento para tratar los dolores emocionales de sus pacientes. Confiaba en su intuición más que en lo aprendido en las aulas, incluso más de lo que había aprendido leyendo a Freud, a Jung y a Adler. Sin necesidad de ver el reloj, su intuición le dictaba la hora exacta del día, sabía de qué iba a tratar esa llamada que entraba entre sesiones, cuál era el diagnóstico de su paciente, cuál su dolor espiritual y cuál el tratamiento, todo sin necesidad de usar el intelecto.

Sí, era apenas una niña cuando el Güin se le apareció. Recordaba ese mes de marzo. Su madre la sacó de la escuela entre llantos, jalandola del brazo y gritando: ≪¡Está muerta, está muerta, tu abuela está muerta!≫. Luego, tenía imágenes del trayecto en el bus de parrilla; de su madre dándole un manojo de flores para que las pusiera en sus rodillas mientras emprendían el viaje a la costa sur de Guatemala. 

Cuando llegaron al pueblo, que sólo visitaban para la noche de Nochevieja, los familiares y conocidos ya estaban reunidos envueltos en el sopor del velorio. Recordaba las calles de tierra, el centro del poblado donde se vendían huevos de iguana, el tanque de agua donde las señoras lavaban, y a su par, la gran casa de madera de su abuela, el cuerpo en el féretro, las enormes velas de muerto que intensificaban los calores nocturnos y humanos, y la gigantesca carpa instalada en la calle donde las sillas se amontonaban, sin ningún orden específico, esperando más dolientes.

Fue también la primera vez que, quizá, su intuición la visitó, porque mientras la oscuridad avanzaba, supo que el velorio no terminaría pronto y que toda esa gente amanecería allí contando anécdotas y chistes sobre la fallecida hasta que fuera hora de irse al camposanto. Fue entonces cuando le dijo a su madre que estaba cansada, y ella la acomodó en la cama donde su abuela había fallecido esa misma mañana de marzo. La niña se quedó medio dormida, protegida por un mosquitero, mientras sudaba la mala hora previa a su desgracia.

Cuando empezó a entrar en el estado de duermevela, sucedió:

Escuchó cómo algo pesado corría, a gran velocidad, sobre el techo de la casa. Era muy rápido, en verdad era veloz y pesado. Al abrir los ojos, descubrió cómo las láminas se doblaban por la gravedad de lo que sucedía arriba. Era un sonido que, supo, no era de este mundo, porque le provocaba una sensación extraña de no pertenecer, por un momento, a la realidad. La presencia de esa cosa era tan fuerte que pensó que caería en la habitación. Pero, al contrario, hubo un silencio pasajero que la estremeció antes de la fatalidad: a los pocos segundos, una mano peluda, de humano pero con garras de perro, levantó la lámina aflojando los clavos de la madera donde se sostenía, y vio a un perro grande, viejo y babeante, mirándola con sus ojos rojos y puntiagudos mientras le ofrecía una sonrisa gigantesca que dejaba ver sus colmillos.

Lupita salió corriendo del cuarto y, al pasar, volcó una candela. Las rezadoras parecían ajenas a lo que había ocurrido hasta cuando ya estaba sucediendo lo fatal. El vestido de encaje que llevaba pronto agarró las llamas, y su cuerpo se vio envuelto en fuego, quemándole la pierna derecha y dejándole una cicatriz para siempre, un morado que creció con ella, hasta ahora, en el año de sus 33 años.

≪¡Me asustó!≫, gritaba entre el fuego. ≪¡Me asustó!, ¡hay un animal en ese cuarto!≫, decía, mientras las rezadoras intentaban quitarle el vestido e iban corriendo por agua al tanque público al lado de la casa.

Si algo recordaba muy bien, ahora que regresaba al pueblo, era la certeza de que una quemadura duele más cuando sucede en la costa. Se había quemado muchas veces en la vida, pero ninguna le dolió tanto como aquella noche y en los días siguientes, durante las novenas, cuando tenía que meter la pierna al tanque para sentir un poco de alivio.

Aún no había amanecido cuando le aplicaron ungüento, y esta vez su madre decidió acompañarla en la cama para que pudiera dormir unos momentos. Sin embargo, no pudo. El ardor era insoportable. Observaba entre las ranuras de las tablas de las paredes de madera a los hombres del velorio, sentados en las sillas, con las camisetas levantadas sobre el ombligo, abanicándose y tomando cerveza. ≪Se le apareció el Güin a la pequeña≫, decía uno.

Y fue esa misma madrugada, en la que la pasó asustada y delirante por el dolor que escuchó la historia entre las conversaciones de los señores, que a cualquiera le hubieran parecido murmullos, a todos, menos a ella:

—El Güin es un hombre malo que tiene la capacidad de convertirse en perro a voluntad. Se sube a los techos de las casas para causar alboroto y se roba a las gallinas.

Escuchó que había que atraparlo y azotarlo para que dejara de hacer alboroto; escuchó, también, que una vez castigado se convertía en hombre y salía huyendo, aunque siempre regresaba por temporadas.

Aquel pasaje de su infancia desapareció en de su vida, hasta cuando, exhausta después de atender a su último paciente un viernes por la noche, regresó a su casa en la ciudad y se quedó profundamente dormida en el sillón mientras veía una película. Ese episodio de sus cuatro años, volvió en sueños por tres veces.

Los ojos estaban presentes, imborrables cada noche en los que el proceso de alienación se instauró en su alma, hasta hacerle perder la virtud de estar en medio de las coordenadas de la tierra. Dejó de atender en el consultorio una semana antes de haber esperando a que llegara la genuina inspiración de la intuición. A que le dictara lo que debía hacer, y de hecho, fue su fe en ella la que le dijo que debía regresar al pueblo donde una vez fue niña, al cual no había vuelto desde hace una década, cuando su madre falleció. Regresaría a la vieja casa de su abuela que recibió como herencia, y dormir en la misma cama, que seguramente permanecía intacta, encapsulando el tiempo de otras eras, para intentar, por fin, quedarse dormida y, en medio del estado de duermevela, volver a tener contacto con él.

Pero, en efecto, ya era otro tiempo y otro pueblo. Las casas de madera y lámina se habían cambiado por casas de block con terraza, y en lugar de tiendas y cantinas alumbradas al anochecer con velas y focos amarillos, ahora había locales de ventas de cosas pirateadas, ropa americana y artículos de plástico que la alejaban del recuerdo nostálgico de su infancia. Pero había algo extraño, demasiado extraño: los locales, aunque abiertos, estaban vacíos. Las calles estaban vacías, y un maldito aroma le recordaba la presencia de la muerte, ese olor que sus pacientes suicidas llevaban cuando ambos sabían que sería la última vez que se verían, y que la terapia no había funcionado, no porque su intuición fallara, sino porque en verdad ya no había nada que hacer.

Recorrió las mismas calles hasta llegar al centro de la ciudad, donde las luces de neón de feria de dos o tres casetas esperaban a sus dueños como si aquello fuera un pueblo fantasma. Tenía sed, pero nadie servía la horchata; tenía calor, y la humedad de las cuatro de la tarde le golpeaba la cara con un tierno beso que la envolvía en el sudor de una aventura que le parecía extraña. ≪Seguiré soñando≫, dijo, pero el golpe de la realidad activó el mecanismo de su consciencia cuando apareció un grupo de niños descalzos saliendo de entre las champas improvisadas del mercado municipal, corriendo y tratando de desenredar una soga. ≪Apresurémonos≫, dijo uno de ellos, y ella corrió tras ellos para preguntarles dónde estaban los demás.

—Es que lo agarraron —dijo otro—, agarraron al ladrón de gallinas.

—Lo quieren amarrar a un poste en el campo de fútbol —gritó a la distancia el más pequeño.

Lupita supo entonces que el encuentro estaba cerca. No se había equivocado: algo estaba ocurriendo en este pueblo, y ella había regresado para rendir cuentas, para saber, por fin, y conocer la forma humana de quien la llamaba en sueños.

Persiguió a los niños hasta llegar al campo de fútbol, y encontró a la multitud en círculo y en el centro reconoció una figura humana demacrada, golpeada, y con la boca empapada en sangre, pidiendo perdón.

El bullicio era ensordecedor, pero se distinguían las constantes palabras ≪ladrón, ladrón, ladrón≫. Mientras Lupita se abría paso entre la multitud, sintió cómo la mirada de alguien conocido se posaba en ella.

Lupita avanzaba entre la muchedumbre con firmeza, sintiendo que cada paso la acercaba no solo a su destino físico, sino a una culminación inevitable. Algo en su interior parecía estar ajustando cuentas, y gracias a sus estudios de metafísica, comprendía que el universo estaba alineándose justo para este momento.

Al llegar al frente de la multitud, lo vio. No hubo dudas en ella. Estaba sentado y hundido en las alucinaciones de sus golpes. Aquellos ojos inyectados en sangre eran los mismos que la miraron cuando era una niña. Lupita se sintió libre, inspirada, completamente humana. Con voz clara y firme, señaló: ≪Él fue... él fue...≫, mientras se bajaba el pantalón beige, mostrando la quemadura que aún marcaba su piel. ≪Hay que prenderle fuego por lo que me hizo≫, sentenció.

La turba, como movida por el instinto primitivo, desechó la idea de amarrarlo a un poste y roció gasolina sobre el hombre. Uno de los ancianos, con su autoridad sobre las cosas del pueblo, fue quien le prendió fuego con un mechero. El ladrón, envuelto en llamas, corrió por todo el campo de fútbol, gritando de dolor, tratando con fuerza humana, pero también sin esperanza, arrancar su carne mientras su cuerpo ardía. Los minutos transcurrieron lentamente, hasta que su figura, envuelta en el umbral entre lo vivo y lo muerto, colapsó en el centro del campo. Lo que quedó de él no era más que un pedazo de carbón. El olor le recordó a Lupita el de su propio vestido quemado tantos años atrás.

La multitud se dispersó sin hacerle preguntas, como si el acto de justicia fuera tan natural que no necesita explicación. Nadie parecía reconocerla, y ella ya no conocía a nadie. Sintiéndose invadida por la nostalgia, decidió regresar a la casa de su abuela.

En una banqueta, una vecina anciana, flaca y encorvada estaba sentada recibiendo el último rayo de sol del día. La última vez que Lupita la vio, era una señora de apenas 50 años muy gorda. Fue la única que la reconoció: 

—Vaya, que vino a ver su casita —dijo la mujer, mientras la noche empezaba a caer—. Hoy quemaron a un loco.

—Lo sé, lo fui a ver. Me hizo tanto daño —respondió Lupita.

—¿Acaso lo conocía?

—Demasiado bien —dijo entre un suspiro aliviado.

Exhausta, entró en la casa y descubrió que todo seguía igual. Las fotos familiares, los recuerdos de viajes a la costa, el calor envolvente de tiempos pasados y sobre todo la lámina abollada del cuarto de su abuela, y la cama en la que cayó rendida, finalmente libre del espasmo de su infancia. Mientras se estaba quedando dormida, algo pesado comenzó a correr sobre las láminas del techo. Atemorizada, Lupita se cubrió la cara con las sábanas, incapaz de reunir el valor para mirar.

Al día siguiente, con la luz del amanecer, decidió ir al tanque público a lavarse la cara. Allí, vio una colonia de gatos paseando por el lugar y bebiendo del tanque. La vecina se le acercó y le dijo:

—Vaya, que vino a ver su casita, tengo muchas cosas que decirle. Sus láminas ya están muy viejas, es por los gatos. Pasan por el tejado para venir a tomar agua al tanque.

De pronto, todo cobró sentido. A Lupita nunca se le apareció Güin cuando era niña. Lo que vio fue un gato que transitaba por el tejado para llegar al tanque. Su mente infantil, escuchando las historias de los hombres sobre el Güin, transformó al inocente gato que la vio asustado entre las grietas en el monstruo que la aterrorizó durante los sueños.

Pero lo más cruel fue darse cuenta de que aquel ladrón de gallinas, castigado, pero que quizá no merecía morir, había sido quemado vivo por su culpa. La cicatriz que ella mostró no había sido infligida por él, sino por una historia que, ahora lo entendía, su mente de niña había malinterpretado. Entendió que su abuela estaba muerta, su madre estaba muerta, sencillamente muertas, y que los tres sueños, solo habían sido eso, sueños.

Comprendió, entre su desdicha, que su intuición la había traicionado.

SEGUNDO LUGAR EN CUENTO CORTO, CERTAMEN DE LITERATURA, ARTE Y CULTURA GUATEPAZ 2024.


 


José J. Guzmán

José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).


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OpiniónLiteratura

Fredy Orellana, cometió delito. Parte II

Arnoldo Soch Tzul 6 Noviembre 2025 07:00
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Siguiendo el hilo de mi columna de opinión recién pasada, han pasado 14 días -24/10/2025- desde que el juez Fredy Orellana, emitió la resolución de NULIDAD TOTAL en contra de partido político Movimiento Semilla, muchos expertos en temas jurídicos/legales les causó tremenda sorpresa, toda vez que, este mismo juez el 28 de noviembre del año 2024, solicitó la cancelación de este partido político, reitero, los expertos y los que tenemos sentido común nos preguntamos, y, ¿se puede revivir y volver a declarar muerta a una persona?, en realidad, solo en Guatemala ocurren estas cosas.

Como todos sabemos, la CC le enderezó la plana a este vulgar y delincuente juez e indicó la CC que no debía hacérsele caso; pero, el asunto va más allá de esta penosa decisión de Orellana, sin duda, responden a una agenda de terror; de acuerdo, no se le hizo caso, pero, y, quién va a tomar cartas en el asunto para que no vuelva a cometer delito, quién va a juzgarlo, condenarlo y sentenciarlo. Vuelvo y repito, cometió varios delitos, entre ellos, prevaricato, abuso de autoridad, asociación ilícita, conspiración —no actúo solo, todos sabemos que hay una clica detrás de él—, en fin, como dicen los muchachos y abogados, hay por dónde empezar y de que pega, pega.

El Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala -CANG- ahora en manos de decentes y consecuentes con la ética y transparencia, el propio Sr. Arévalo como presidente de la República de Guatemala, los diputados electos por el Movimiento Semilla han interpuesto denuncias penales ante las instancias correspondientes.

Las organizaciones de Derechos Humanos, estudiantes universitarios y los pueblos originarios, ancestrales e indígenas por medio de sus respectivas asambleas comunitarias y los 48 Cantones de Totonicapán ya se han pronunciado y exigen respeto a la decisión de los pueblos es decir, el voto emitido, sin embargo, desde mi particular punto de vista, a estas alturas del partido, los comunicados escritos, virtuales, radiales, manifestaciones en las calles, etc., casi, ya no le da miedo al pacto de corruptos a tal punto que, hasta usan la biblia como escudo para cometer sus fechorías, debemos entender, nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra poderes espirituales malignos como principados, potestades y huestes espirituales en las regiones celestes, estimado lector, es cierto, este muchacho Orellana no actúa solo, está arropado de espíritus malignos, ¿quién en su sano juicio, mata a una persona, lo entierra y un año después lo desentierra y lo vuelva a matar?, esta persona y sus aliados, no están en su sano juicio, están asustados, temerosos porque, les queda poco tiempo y están haciendo cualquier cosa para no quedar sin inmunidad.

Hago un llamado serio, responsable y sin titubeos a las organizaciones pro derechos humanos e indígenas y toda organización indignada ante lo que está ocurriendo, pasemos a las acciones legales, es decir, presentemos memoriales ante la Corte Suprema de Justicia pidiendo la destitución inmediata de Fredy Orellana y Leonor Eugenia Morales, basados en la resolución de la CC de fecha 29 de octubre de 2025, en dicha resolución la CC advierte a Orellana abstenerse de contravenir las disposiciones constitucionales o legales.

El Organismo Judicial no debe esconderse ni apadrinar más corrupción, con vergüenza, debe impartir justicia de conformidad con la Constitución, las leyes del país y los tratados internacionales ratificados por el Congreso, es decir, garantizar el Estado de derecho a través de la administración de la justicia, este es, el fin supremo del Organismo Judicial.


Arnoldo Soch Tzul

Contador Público y Auditor, asesor financiero y fiscal de pequeñas y microempresas, exalcalde comunitario, auditor social desde hace más de 25 años.


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Las personas narcisistas

Detrás de este comportamiento pueden existir heridas de la niñez. Muchos narcisistas tuvieron que forjar una imagen de grandeza...

Crysta Nowell 6 Noviembre 2025 10:53
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En la actualidad, comúnmente se suele hablar sobre las actitudes que muestran algunas personas ante un grupo o en una actividad social, y en estas conversaciones destaca el término “es una persona narcisista”. Sin embargo, pocas veces se conoce qué significa realmente este término y quiénes son las personas que en verdad presentan un complejo narcisista.

El narcisismo es un trastorno de la personalidad que se caracteriza porque la persona presenta un sentido de superioridad, una necesidad constante de ser admirada y, como consecuencia, una falta de empatía hacia los demás. Para entenderlo mejor, estas personas suelen exagerar sus logros, creer que son únicas, alabarse a sí mismas y mostrarse arrogantes con los demás; sin embargo, todas estas actitudes solo reflejan una gran fragilidad en su personalidad.

Las personas que presentan este rasgo pueden aparentar ser agradables y seguras de sí mismas, pero en relaciones más cercanas suelen ser manipuladoras, irrespetuosas y egocéntricas. Tienen un sentido de grandiosidad, donde constantemente buscan mostrarse importantes, únicos y talentosos. Procuran llamar la atención y recibir elogios; de lo contrario, si no lo logran, pueden reaccionar con agresividad o con actitudes que busquen atraer nuevamente la atención. No reconocen los sentimientos de los demás y tienden a ser manipuladores, abusivos y explotadores. Si reciben una crítica, reaccionan con rabia; además, suelen ser envidiosos, pues consideran que los demás no merecen lo que tienen y creen que solo ellos son capaces de alcanzar el éxito.

Detrás de este comportamiento pueden existir heridas de la niñez. Muchos narcisistas tuvieron que forjar una imagen de grandeza y una personalidad sobresaliente para poder llamar la atención, especialmente de sus seres queridos, quienes en muchos casos no les prestaban la atención necesaria por diversas razones.

Es importante que estas personas reciban terapia que las ayude a superar las heridas originadas en la infancia, ya que, al manifestar sus rasgos narcisistas con quienes las rodean, perjudican sus relaciones sociales, en especial las laborales y las relaciones íntimas o familiares. Como consecuencia, nunca logran establecer una buena relación con nadie ya que suelen espantar a las personas por estas actitudes negativas hacia los demás.


Crysta Nowell

Psicóloga Industrial / Organizacional, Magíster en Gestión del Talento Humano, asesora en procesos de recursos humanos, capacitadora y especialista en reclutamiento y selección de personal.


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OpiniónPsicología

Ejecutan requisa en el Preventivo de Quetzaltenango

Ejecutan nueva requisa en el Centro Preventivo de la zona 1 de Xela.

La Voz de Xela 6 Noviembre 2025 08:32
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Elementos de la PNC presentes en el centro carcelario.

La mañana de este jueves, elementos de la Policía Nacional Civil (PNC) y del Ministerio Público (MP) realizan una requisa en el Centro Preventivo de Quetzaltenango, ubicado en la zona 1, como parte de un operativo para detectar objetos ilícitos dentro del centro carcelario.

Durante la intervención, los agentes inspeccionaron celdas y posibles caletas con el objetivo de localizar aparatos tecnológicos, drogas o armas.Este operativo se suma a una serie de inspecciones que las autoridades han efectuado en el establecimiento, donde en ocasiones anteriores se han decomisado teléfonos celulares, cargadores y otros objetos prohibidos utilizados para cometer delitos desde el interior.

Lee otra noticia: 

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Las autoridades penitenciarias señalan que las requisas se desarrollan de forma sorpresiva y periódica para mantener el orden y la seguridad en el recinto.

Hasta el momento, no se han detallao los resultados del operativo. 


La Voz de Xela


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QuetzaltenangoRequisasHechos

La alegría sigue

La alegoría sigue, el sueño está vivo y la emoción se respira en cada rincón de la ciudad. ¡Vamos Xela!

César Pérez Méndez 5 Noviembre 2025 19:21
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La historia de Xelajú continúa escribiéndose con pasión, entrega y esperanza. Esta noche, el equipo de Xela se enfrenta a Deportivo Marquense en un duelo cargado de simbolismo, tradición y orgullo regional. Chivos versus Leones. Cada encuentro entre ambos representa más que tres puntos: es una alegoría del espíritu quetzalteco que no se rinde, que lucha hasta el final y que sigue soñando con grandeza.

Ojalá Xelajú logre la victoria, no solo por el impulso anímico que significaría, sino porque permitiría al equipo mejorar sus probabilidades en la tabla del torneo nacional, fortaleciendo su presencia competitiva. En este cierre de año futbolero, sumar puntos es vital para mantener viva la aspiración de pelear por los puestos de privilegio.

Pero mientras el balón rueda, las miradas también se proyectan más allá de nuestras fronteras. El ambiente futbolístico de Xela está marcado por la gran final internacional en Costa Rica, donde Xelajú buscará dejar huella en el ámbito centroamericano. La Voz de Xela tendrá enviados especiales para una cobertura completa, dinámica y cercana a la afición, llevando cada detalle de esta hazaña a miles de seguidores.

Y como parte del fervor que despierta este histórico momento, hoy, previo a la narración en streaming de La Voz de Xela, se realizará el sorteo del primer boleto aéreo ida y vuelta para que un aficionado viaje a la final de ida en Costa Rica. Una experiencia única posible gracias a Paulinos Parque Comercial y La Voz de Xela.

La alegoría sigue, el sueño está vivo y la emoción se respira en cada rincón de la ciudad. ¡Vamos Xela!


César Pérez Méndez

Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Usac), con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación (Usac). CEO de La Voz de Xela, profesor universitario y conferencista.


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OpiniónXelajú MC

Generalidades sobre los principios y valores (parte I)

Ambos orientan nuestras decisiones, determinan nuestras prioridades y moldean nuestro carácter.

Edwin Ibarra 4 Noviembre 2025 10:31
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Hoy iniciaré una serie de cuatro artículos sobre principios y valores. Necesitamos regresar a nuestras bases morales y espirituales por el bien personal, familiar  y porque no, también  de nuestra nación 

Los principios y valores son fundamentos esenciales de la conducta humana. Ambos orientan nuestras decisiones, determinan nuestras prioridades y moldean nuestro carácter. Sin embargo, aunque están estrechamente relacionados, no significan lo mismo.

Los valores son cualidades que una persona considera importantes para guiar su vida. Son convicciones internas que dan sentido a nuestras acciones y reflejan lo que apreciamos como bueno o correcto. Ejemplos de valores son la justicia, el respeto, la bondad o la solidaridad. Estos valores inspiran y motivan nuestro comportamiento diario.

Los principios, en cambio, son verdades universales y permanentes que sirven como normas de conducta. Mientras los valores pueden variar culturalmente, los principios son inmutables y trascienden el tiempo. Un principio no se adapta al contexto, sino que permanece firme. Por ejemplo, “amarás a tu prójimo” o “no robarás” son principios que vienen directamente de la ley moral de Dios.

En la vida cristiana, tanto los principios como los valores se encuentran en la Palabra de Dios. La Biblia revela el carácter santo y perfecto del Creador, quien nos enseña cómo vivir conforme a Su voluntad. Los valores bíblicos no son meras sugerencias, sino llamados divinos a la transformación del corazón y a la obediencia espiritual.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. — Salmo 119:105

Por lo tanto, la Biblia es la fuente suprema de nuestros principios y valores. En ella encontramos dirección para cada aspecto de la vida: cómo actuar con justicia, amar con sinceridad y vivir en integridad. A medida que meditamos en la Escritura, el Espíritu Santo forma en nosotros un carácter semejante al de Cristo, permitiéndonos reflejar la luz de Dios en nuestras acciones diarias.


Edwin Ibarra

Médico Especialista en Cardiología y Ecocardiografía. Coach, conferencista y entrenador certificado por el Programa de John Maxwell, Pastor de la Red de Empresarios y Profesionales de Iglesia Bethania Quetzaltenango. Fundador de los Proyectos “Sanando el Corazón” y “Discipulado Empresarial 20/20”.


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OpiniónValores

El valor de las pequeñas cosas

Silvia Morales Paniagua 3 Noviembre 2025 15:00
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Tengo una fuerte inclinación por la apreciación de las flores, los colores, las formas, los olores y la incontable diversidad, pero de las flores que me hacen reflexionar, son estas pequeñas, de color amarillo vibrante que prosperan más en los días cálidos anunciando la llegada de la primavera, añadiendo un toque de color, luz y brillantez al paisaje, salpicando el césped con sus pétalos amarillos, siendo esta especie, un icono del despertar de la naturaleza, generalmente después del invierno.

El periodo de floración de estas chispeantes y coloridas flores amarillas, muchas veces tan pequeñas que a menudo consideramos una simple hierba pasando desapercibidas por transeúntes, tienen un ciclo de vida fascinante y lleno de sorpresas, ofreciendo una continua fuente de néctar para las abejas y otros polinizadores, contribuyendo con la supervivencia, la biodiversidad y no menos importante, aportando beneficios curativos.

La metamorfosis de esta pequeña plántula hasta convertirse en esa delicada esfera de semillas que bailan con el viento son un verdadero testimonio de resiliencia por la capacidad que poseen para prosperar en condiciones adversas, la belleza en su característico color y de valoración en las cosas pequeñas.

Seguramente si usted disfrutó jugando en la captura de estas enigmáticas flores para soplar sus semillas y pedir muchos deseos, es parte de la generación que coincide, que la naturaleza no solo es belleza, sino una recopilación de conocimientos.

El diente de león, siendo una flor tan pequeña, nos habla de resiliencia, adaptabilidad, disposición, libertad y flujo natural de la vida.

No escatime el valor de las pequeñas cosas; cada vez que divise a su paso esta pequeña y sencilla flor o para muchos “simple hierba” piense en el valor absoluto que existe hasta en las cosas más insignificantes.

Y sin después de esto, tiene duda del propósito de todo cuando hizo el creador, dirija su mirada a las pequeñas cosas, porque para Dios todo tiene sentido, buen inicio de semana.


Silvia Morales Paniagua

Docente de nivel primario y básico con Especialidad en Ciencias Naturales. Licenciada en Administración Educativa y Magíster en Educación Superior.


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¿Por qué no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero?

P. Orlando Pérez 1 Noviembre 2025 07:00
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“Puesto que no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero; y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí”, (Rm 7, 18-25). En este breve texto se resume toda la ética paulina. Si Pablo afirmaba esto de sí mismo, es porque ya lo había experimentado en su propia vida. Posiblemente en su tiempo de perseguidor de los cristianos tuvo algún momento de lucidez ética, pero pesaba más su maldad, que la bondad de su vida.

Esta confesión de Pablo se repite a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pienso en este momento en el gran San Agustín de Hipona, quien por muchos años se vio dominado por el peso del mal reinante en su vida, hasta que lo alcanzó la misericordia de Dios, gracias a la intercesión de su madre santa Mónica. Años después, el gran iniciador de la vida monástica benedictina, San Benito de Nursia, experimentó en su propia vida el peso de sus propios pecados, y él dominó el pecado de algunos hermanos de su propia comunidad. Cuenta la historia que un día San Benito tuvo tentaciones carnales y se lanzó sobre una zarza. Se dice de él también, que un día uno de sus hermanos de comunidad lo quiso envenenar. Pero salió vencedor.

Para vencer al mal hay que hacer el bien. El problema es que no siempre hacemos el bien que queremos. Muchos de nosotros terminamos haciendo el mal que jamás soñamos hacer. Pensemos en nuestra propia realidad de pecado. En más de alguna ocasión, nosotros nos arrepentimos de ciertas acciones inmorales que hemos hecho, por ejemplo, una mentira, un chisme, un desliz carnal, etc. No lo queríamos hacer, pero terminamos haciéndolo. ¿Qué es lo que pasa dentro de nosotros? ¿Será que hay un demonio interno o un espíritu inmundo de esos que menciona Jesús en el evangelio, que nos impulsa a obrar mal?

Agrega Pablo: “Descubro, pues, en mí esta realidad: cuando quiero hacer el bien, me encuentro con el mal”. Uno sale de su casa tranquilo y en paz, pero en la calle a uno le pasan mil cosas. Nos pueden asaltar, robar, insultar, etc. El mal no se duerme y está, en todas partes, en personas concretas. En el tráfico no queremos insultar a nadie, pero más de alguna vez, por las estupideces que algunos conductores comenten, uno termina agrediéndolos verbalmente. ¿Por qué no somos capaces de quedarnos callados y mantener la paz? La respuesta es sencilla: porque somos libres.

Normalmente, no queremos “pelar” a nadie, pero cuando lo sentimos, ya hemos criticado un montón de veces a más de alguna persona. No queremos mentir, pero decimos “mentiras piadosas” a cada rato. No queremos decir malas palabras, pero las decimos en automático. No queremos ser corruptos, pero cuando se tiene la oportunidad de tomar dinero que no nos pertenece, lo hacemos.

Hay constantemente una desconexión entre la inteligencia y la voluntad, puesto que sabemos lo que tenemos que hacer, pero terminamos haciendo el mal que no queremos. Este es un drama interno constante. “Todos sabemos lo que nos cuesta hacer, a lo largo del día, el bien que la cabeza y el corazón nos dicen que tenemos que hacer: situar a Dios en centro de la vida, amar a los hermanos, incluso a los enemigos, vivir en esperanza, dominar nuestros bajos instintos”, (Aldazábal, 1998, pág. 207).


P. Orlando Pérez

Sacerdote católico, Licenciado en Teología, Licenciado en Psicología General, catedrático universitario, con una maestría en Docencia Superior Universitaria.


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Entre fiambres y agradecimientos, no disfraces

Que noviembre sea un mes donde más familias disfruten de lo nuestro: el fiambre, los barriletes, las flores, el compartir en familia y los sabores que nos unen.

Marleny Mejía Franco 31 Octubre 2025 22:24
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Cada año, al llegar los últimos días de octubre, las redes y las calles se llenan de disfraces, calabazas y dulces. Muchos disfrutan el Halloween como una actividad inofensiva de pedir dulces o una oportunidad para divertirse en familia. Lo respeto profundamente, porque en la crianza de cada hijo nadie debería imponer su manera de pensar.

Sin embargo, ahora que soy mamá, mi mirada hacia estas celebraciones es radical. Mi hijo aún no es consciente de lo que ocurre este día, pero yo sí lo soy. Conociendo el trasfondo de esta fecha, he decidido que no lo disfrazaré ni participaré en actividades de Halloween. Para nosotros será un día normal, porque me pregunto con convicción: ¿qué relación tienen las tinieblas con la luz?

Prefiero sembrar en mi hijo amor por nuestras raíces y por las tradiciones que realmente nos identifican como guatemaltecos. 

Que noviembre sea un mes donde más familias disfruten de lo nuestro: el fiambre, los barriletes, las flores, el compartir en familia y los sabores que nos unen.

Y sí, hay tradiciones extranjeras que también pueden tener un hermoso sentido si las vivimos con propósito. En casa, por ejemplo, adoptaremos el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), no por moda, sino por gratitud. Este noviembre celebraremos nuestro primer Thanksgiving, agradeciendo por la vida de mi bebé Máximo Caleb y por todo lo que Dios nos ha permitido vivir juntos.

Porque al final, cada familia tiene el derecho a ser guiada por sus valores, sus creencias y su forma de celebrar la vida.


Marleny Mejía Franco

Abogada y Notaria - Directora Ejecutiva de La Voz de Xela


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