En una diálogo de análisis, el doctor Carlos Hoffman participa en una entrevista con el director general de La Voz de Xela, César Pérez Méndez.
Hoffman es médico y antropólogo, con dos nacionalidades, costarricense y guatemalteca. Además, ha publicado más de 20 libros y ha sido asesor político.
¿En el escenario político qué está pasando?
Es poco convencional. Es una elección muy particular. Señalada por la situación que se vive a nivel de justicia electoral. Guatemala de hecho es un país en evolución desde el punto de vista de la cultura política y electoral, pero el país hasta cierto punto está evolucionando en una situación en donde necesita reformas a su propia ley y autoridad. Los partidos políticos no son partidos políticos, salvo excepciones muy notables, sino que son una especie de garaje que se abren cada tres años y vuelven a cerrar las puertas. Por lo tanto, la población elige, pero no elige en realidad. Es un escenario complejo porque a un mes de las elecciones todavía tenemos gente que no podría participar en esta elección. En realidad, tenemos un escenario muy complicado que se complica en elección con elección.
¿Complicado para quién? ¿La clase política, el sistema jurídico o para el ciudadano?
Una elección tiene que ser libre y justa. Libre porque la gente puede votar por quien más le gusta o piensa que es el mejor, y justa porque todos tuvieron la misma oportunidad. Esto no es necesariamente así en una elección como la nuestra, que todavía tenemos duelos de suprema cortes a un mes de la elección. Hay algunas situaciones que ocupan sobre el Tribunal Supremo Electoral. El tema de los partidos políticos, que al final de cuentas, la gente hoy está sentada esperando a ver quién participa y quién no.
Entonces, es complicado desde el punto de vista del análisis otorgar certezas en un mar de incertidumbre. Esta elección es muy marcada por el hecho de que la competencia no lo es porque hay gente que incluso recibió su credencial a mitad de la competencia, por lo tanto tuvo la mitad de la competencia para poder darse a conocer. Eso es injusto desde el punto de vista electoral.
Incluso el tema de la campaña anticipada, que fue una idea para que nadie se salte a la salida, pero que terminó siendo una mordaza para la clase política para darse a conocer.
¿A qué se refiere con el duelo de cortes?
En América Latina, los tribunales electorales son las cortes supremas. Lo que se dice en materia electoral, absolutamente es la última palabra en un tribunal electoral. Aquí no, aquí hay una Corte Suprema y una Corte de Constitucionalidad, que tienen materia electoral, por lo tanto, el TSE no dice la última palabra. Esto es una situación muy difícil. La Corte Suprema de Justicia lleva un periodo sin ser elegidos sus sucesores, entonces deben seguir los actuales.
Hay muchas situaciones complicadas desde el punto de vista de la justicia en materia electoral que además se escapan del TSE, que debería ser la última palabra. Esto no se da. Además, es una institución muy ineficiente, entonces otorga credenciales a la mitad de la competencia o más, y eso impide que muchos candidatos puedan siquiera hacer campaña. Eso es realmente importante, porque en Guatemala necesitamos evolucionar para obtener un robusto sistema de elecciones.
¿Dónde están los orígenes de estas falencias?
Básicamente, la Ley Electoral ha tenido una evolución un poco extraña. La Cicig otorgó en cierto sentido una introducción de reformas que buscaban limitar la forma en cómo el poder era capturado. Es decir, que los medios de comunicación no tuvieran injerencia, que en el tema de que no se hiciera campaña permanente, que no se saltaran la salida para darse a conocer, que tuvieran un tope en los gastos de campaña. La intención era buena, sin embargo, la aplicación, no necesariamente la práctica, dio los resultados que estaban diseñados en esta ley. Entonces, de una ley que era imperfecta a una ley que puso candados a la democracia desde el punto electoral, porque cualquiera que tuviera intenciones pero que no fuera conocido tendría limitada la oportunidad de darse a conocer, no podrá utilizar leyes por campaña anticipada, no puede acceder a financiamiento
Básicamente, hay situaciones que esta reforma a la ley electoral produjo desde el punto de vista de casi favorecer a quien ya tenía un nombre. Es muy difícil, porque en realidad tenemos 29 partidos políticos, esto no es un signo de vitalidad política, sino verdaderamente una situación donde es relativamente fácil hacer un partido, sin 30 oportunidades, pero en realidad no representan a nadie en muchos de sus casos.
Efectivamente, hay un plazo en el que hay que dar a conocer un nombre. ¿Qué corresponde en este momento a los políticos?
Es una mezcla de dar a conocerse de manera disruptiva, porque es la única forma en que la gente voltee a verlos. Incluso fueron objetos de sanciones por la moral en un partido de partido, pero de no ser por eso no habrían podido dar a conocer a su presidenciable. Básicamente, es un esfuerzo por ser notados.
¿Lo disruptivo, qué puede ser?
Por ejemplo, en el tema de FCN-Nación con «dos mujeres un camino»; con el partido Nosotros que tuvo un lema muy polémico de «huevos y sin pajas», de lo contrario no hubieran sido conocidos por el electorado.
Lo que se busca es la siguiente fase. Si una vez te conocen, la siguiente fase es que te prefieran y por último que te voten. Lo que hay es una tarea enorme para una competencia tan corta de solo tres meses. Esto afectó muchísimo la posibilidad de personalidades nuevas que buscan darse a conocer.
¿Qué diferencia hay en este país con los países en donde ha hecho análisis?
Hay sistemas que pueden dar resultados, no sé si adaptables a Guatemala, pero obviamente hay algunas situaciones que permiten tener robustas democracias. Por ejemplo, en Costa Rica se impide el financiamiento privado a los partidos políticos. Del presupuesto nacional se saca el financiamiento para los partidos políticos y con ese dinero los partidos políticos deben ejecutar su campaña.
¿Es controlado?
Sí, porque es igual para todos y es público y fiscalizable. En Uruguay, el Estado financia la elección por completo y le da a los partidos su presupuesto para gastar. Hace que el partido sea fiscalizable para los ciudadanos. No es el que tiene más dinero el que gana, sino que produce equidad. En otros sistemas eligen a los magistrados por elección popular y se eligen a los magistrados electorales. Hay muchas situaciones de reforma que pueden ser interesantes. Los sistemas en los que se vota por el nombre de las personas en vez de por un listado que no necesariamente conocemos del todo, no sabemos quién va en ese listado.
En tres meses de campaña con 29 partidos y con un sistema de candidatos en todos los listados, obviamente es muy difícil hacer esa fiscalización, pero debería votarse por la persona y no tanto por el partido. En realidad, cada vez que un diputado salta de partido o se separa, en realidad está presionando a sus votantes. En esta filosofía actual, pero si se vota por nombre, él es portador de esa legitimidad. En este momento no es así, es el partido por el que se vota.
En este caso, hay algunas reformas que podrían dar como resultado una mejor calidad desde el punto de vista democrático, pero igualmente los partidos políticos deben evolucionar. El partido político al que estamos acostumbrados en Guatemala no es el clásico que la democracia requiere. Un partido político es aquel que tiene un robusto sistema de formación de cuadros, tiene temas de financiamiento interno, tiene justicia interna, tiene tribunales internos que realmente funcionan, tiene propuesta programática, elaboran los planes de gobierno. En este caso, Guatemala tiene uno o dos partidos que podrían cumplir con eso: uno que sí cumple con eso y otro que está en evolución. Pero el resto son literalmente vehículos para llevar de un lado civil a una situación de autoridad a los guatemaltecos, pero no existe ideología, no existe pensamiento político, no existe nada más que los divida más que el interés. Eso es baja calidad democrática.
¿Qué se puede cambiar en nuestra ley electoral que el país necesita urgentemente?
Alargar un periodo de la campaña. Tres meses es muy poco. Revisar mucho el tema de la libertad de pensamiento contra el reglamento de la ley electoral que impide que la gente pueda darse a conocer y dar su opinión. Eso amarró a muchas figuras que querían postularse a esa situación. Muchos recibieron apercibimiento del tribunal por estar en campaña anticipada. Incluso nosotros mismos estaríamos impedidos de postularnos a un cargo público por estar dando nuestra opinión. Efectivamente, hay algunas reformas que se fueron muy lejos y no necesariamente tuvieron los resultados esperados. Una conclusión de esta parte sería que querer hacer más controles genera un candado en el proceso electoral.
Fue un proceso demasiado extremo. Es muy importante mantenerse en un justo medio, es materia de justicia, de equidad para elegir y ser electos, y en este caso sí existe una limitación muy grande, porque el tribunal emitió un reglamento que excede la ley. De hecho, han hecho tres ejercicios para bajarle intensidad al reglamento y ser más congruentes con la ley. Además se tiene una unidad de medios que interpreta el reglamento.
Tenemos una difícil materia, porque es quitarle radicalidad a la ley y al reglamento, pero también planteándonos qué queremos los guatemaltecos, que nunca nos lo han preguntado, pero tenemos que tener una autoridad que sea legítima, que sea dada a conocer con tiempo.
¿Cómo está el escenario actual? Con Carlos Pineda, por ejemplo.
Carlos Pineda absolutamente fuera de toda posibilidad de participar en las elecciones. Fue un candidato interesante por lo que estuvo haciendo, pero preocupante por el tema del público que se le fue añadiendo, un candidato que no tenía propuesta, plan, equipo y partido. Estaba solo. Improvisado, pero que encontró a gente que normalmente no va a votar y que dio por perdido a su país, y que es una gran cantidad de personas.
Pineda sí tenía una gran preferencia, pero en gente que no vota por diferencias. Carlos Pineda se nutre de ese grupo de personas, que es un mercado que sí se ha detectado que es de corazón e hígado.
¿Cómo es este juego y qué aspectos incluye?
Lo que se ha descubierto es que el voto no es una decisión sino un gusto. Es un patrón de consumo. En el caso de El Salvador o en Argentina, la mayoría de la sociedad dijo que el país necesita irse al cesto de la basura y necesita a alguien que, aunque se salte las reglas, pueda poner orden y transformar. En Guatemala, la semiótica indica que el país está desordenado. Entonces, básicamente es quien me produzca más orden. Van a votar simbólicamente por una figura severa. En este caso, en actitud, Pineda tenía un alto perfil, pero no tenía ningún tipo de respaldo fuera de esto, era un fenómeno de espectáculo
¿En dónde se construyó esto? ¿En redes sociales?
Sí, el partido de Pineda no tiene paladines ni estructura. Es un fenómeno de gente que busca quién se las pague, pero no necesariamente es bueno para la democracia.
No sería un voto contra Pineda, sino un voto en contra del sistema.
Es correcto, la gente en Guatemala tiene distintas intenciones para votar. Cuando uno mide la intención para ir a votar, por ejemplo, con los dos presidentes que hemos tenido, en realidad muy pocas personas eligieron a la persona que estaban votando. En Guatemala estamos manifestando con el voto, eso significa que hay motivaciones de votar en contra de alguien para que no quede un candidato X. Esto provoca que quede un presidente que es un símbolo de manifestación en contra de algo. No elegimos a Giammattei, la gente que votó por él no se siente responsable de su voto, no lo eligió, solo se manifestó
¿Cómo se cura?
Los guatemaltecos tenemos que saber elegir. No importa si mi candidato va al final de la tabla. Si yo decido que es el mejor candidato, no puedo traicionar mi voto para dárselo a alguien para votar en contra de alguien. En realidad, el guatemalteco en muy pocos porcentajes está eligiendo bien. Ahora cruza el voto, el mensaje es no le voy a dar el poder a todo el mundo. Ese es otro vicio, porque lo que tenemos es un duelo de balanzas y ocurren cosas muy raras, porque el guatemalteco lo que menos está siendo es representado, sino está legitimando un negocio que pone a gente para ganar proyectos y no necesariamente para legislar y representar.
El guatemalteco cuando no elige, en realidad es cómplice de la situación que hereda.
¿Cuál es el escenario actual y los protagonistas?
Hay votantes que si no existe un disruptivo (Carlos Pineda) no participan en la elección realmente. Creo que las cartas ya están tiradas y los tres punteros tienen una simbología dentro del sistema, no fuera de él. En realidad, los votantes de Pineda van a desestimular su participación hasta incluso de no ir a votar.
¿El imaginario colectivo ya tiene a Sandra Torres, Zury Ríos y Edmond Mulet, así está el panorama?
Sí, y en ese orden. La Voz de Xela y La Voz de Guate publicaron una encuesta mucho más robusta. Innovem tiene una propuesta más robusta, 8 mil boletas, eso permite medir con la misma encuesta lugares como Quetzaltenango. Permite generar representatividad de los niveles territoriales. En este momento, Sandra Torres está en primer lugar con mucha distancia, luego sigue Zury Ríos y muy cerca de ella Mulet, en ese orden. Algunos medios han intentado desinstalar que Zury Ríos va segunda.
¿Esa tendencia se puede mantener o puede haber un giro sorpresa?
Salvo que haya un superescándalo, la tendencia es bastante clásica e irreversible hasta cierto punto porque queda muy poco tiempo. A un mes de la elección todavía hay amparos que podrían modificar el panorama profundamente (Mulet, Villacorta). Mientras no se imprima la papeleta, todavía hay una temporalidad donde puede ocurrir un amparo y pueda dejar afuera a Mulet y Villacorta.
¿Hay segunda vuelta en este 2023?
Sí. Ninguno de los candidatos llega a la mitad más uno de los votos. Las tendencias no dan para esto. Según este panorama, esta segunda vuelta podría dar escenarios en ese momento.
Vayamos un paso adelante: ¿Qué pasaría, según lo que se avizora, si fueran dos mujeres a la segunda vuelta?
Es interesante. Es una cuestión inédita que dos damas estén compitiendo por ser presidentas. Evidentemente hay distancias entre los dos partidos que pueden ser apreciables. Una tiene casi el cartón lleno desde el punto de vista de corporaciones municipales, tiene estructura territorial. Zury Ríos, aún con alianza con unionismo, tiene menos de la mitad de las candidaturas de corporaciones municipales.
Igualmente en el tema de conocimiento. Sandra Torres tiene un 98% de conocimiento en el país, la gente la conoce. Zury está por encima del 70%. En el caso de Mulet, estamos hablando de un 27% de conocimiento en el país.
¿Qué pasaría si fuera un hombre y una mujer?
Cabal es un partido más robusto que el partido de Zury Ríos. Cabal sí tiene las 300 corporaciones municipales. Si es un partido más grande, la desventaja es que a Mulet lo conocen poco y nadie vota por quien no conoce. Si es cierto que quienes lo conocen lo prefieren más. Esa es su gran barrera.
¿Cómo ha sido la estratégica, desde el análisis, de cada uno?
En el tema de Sandra Torres: Une es un partido fuerte, es el partido más grande de Centroamérica: 96 mil afiliados. Su plan de gobierno es legítimo, pero la Sandra Torres que hemos visto perder dos veces es muy distinta esta vez, primero pasó a ir con su antivoto, es más urbana y rural, con las ciudades intermedias. Cambió de equipo. Expulsó a personas. Hubo un recambio en 17 departamentos, renovó su propuesta, está atacando problemas urbanos, como la condonación de Xela con el INDE. Está más rejuvenecida. Trabajó su antivoto y, por lo tanto, comenzó a crecer.
En el caso de Zury, tiene una estrategia atrincherándose en la derecha. De hecho, cuando uno hace una estrategia de coalición con otro partido, en realidad lo hace para acceder a un mercado distinto, pero el unionismo es el mismo público de Valor, básicamente no sumó nada con el tema de derecha más derecha, y se ha atrincherado a la derecha creyendo que ahí está el mercado. Esa derecha clásica la mantiene en ese ámbito.
Edmond Mulet está renovando su comunicación, su propuesta se asemeja a la de las dos candidatas. Casi empatan en propuestas, pero él intenta dar un paso más disruptivo para darse a conocer más porque es el candidato menos puntero. Está más centrado en la forma que en el propio fondo, como haciendo ejercicio en el gimnasio o rompiendo una especie de duróport. Es un candidato preparado, pero está centrado en la forma de ser disruptivo para darse a conocer ampliamente porque es el menos conocido.
Hay un aspecto que sucede en una realidad ciudadana: al final el ciudadano es más inteligente que el político. ¿Qué es lo que está creyendo el ciudadano?
El ciudadano, según las encuestas, no va a votar mucho por su alcalde. El 27% de la población va a votar por su actual alcalde. No todos los alcaldes tienen éxito y cada vez quedan menos reelectos. Además, va a cruzar el voto, no van a votar por el mismo (partido) para alcalde, diputado o presidente.
¿Eso es bueno o malo?
Digamos que es un síntoma de crisis en un sistema donde el votante no se siente parte de los partidos políticos. Se considera ajeno o separado de los partidos, entonces lo que hace es usarlos para manifestarse o elegir, pero en realidad se va a cruzar el voto. El 92% de las personas en Guatemala dice que va a cruzar el voto.
¿Las encuestas siguen siendo un tema de foto del momento o sigue impactando en el imaginario colectivo?
Depende. Cuando son presentadas como noticia, sí generan una distorsión del mercado, a veces son presentadas de forma irresponsable. Las fichas técnicas son importantes en una encuesta, hay que leer esa letra chiquita que pasamos porque queremos ver los resultados. Pero no es lo mismo ver una encuesta por redes o telefónica, que no tiene casi ningún nivel de fiabilidad y que son para deformar el mercado. También hay encuestadoras que se contratan para no reflejar el mercado, sino para deformarlo de forma tal que el que tiene el 1% de repente resulta ganador en una encuesta.
Existen otro tipo que tiene que ver con el número de encuestas. Confío más en las que son robustas, en las que tienen más número de casos y las que tienen más un sistema cara a cara y domiciliar.
¿Qué tienen que hacer los actores políticos, la autoridad electoral, si se quieren llevar a buen término las elecciones?
Si tenemos que recurrir a la violencia para dar a conocer nuestra posición, estamos dando un paso atrás en la democracia. La violencia es quizás el elemento más prohibido que debería estar en un proceso electoral. Debería ser una fiesta que debería alegrarnos a todos, aunque el ganador no sea nuestro candidato.
La madurez democrática de los votantes debería ser primero, no estamos en ese nivel. No tenemos suficientes autoridades para atender esto preventivamente. Al dejar afuera a Thelma Cabrera o Carlos Pineda podría darse la obstaculización de la locomoción en algún momento, lo que permitiría que se perdiera la calidad democrática en el evento electoral. Hay muchos factores que en estos momentos están todavía sobre la mesa.
¿Qué decirle a los políticos en este aspecto?
Hay que tener madurez. En cierto sentido, el interés por llegar nubla mucho el tema de que se está lesionando la democracia. La democracia es un régimen político que se perfecciona con su ejercicio. Pero si se utiliza mal, da resultados no esperados o contrarios a los que se persiguen.
El promedio de escolaridad (en candidatos diputados) en esta elección es de primero básico. En la anterior legislatura fue de quinto primaria.
La misma ley no exige un perfil. ¿Debería existir?
En parte sí. Pero conozco también gente que no tiene un nivel de instrucción alto, pero que es autodidacta y que se esfuerza por subsanar su asimetría, pero la gran mayoría de diputados en el país tienen bajo nivel de escolaridad y bajo esfuerzo para compensar, por medio de su propio esfuerzo, esa falta de conocimientos. El problema es que tenemos gente levantando la mano y no sabe para qué. Deberíamos exigir el currículum del candidato.
Para cerrar esta conversación, ¿cuál sería ese mensaje ciudadano?
Nos encontramos a un mes de un evento importante para el país. Cuatro años de su tiempo van a ser gobernados por quien usted elija. Mi mensaje es que usted elija y no manifieste con su voto. Manifestar con su voto en contra de otra persona lesiona profundamente a la democracia, porque para manifestar está la calle, las redes, los medios, la esquina de su casa, hay formas para manifestar y espacios para manifestar. Elija una persona o sistema de personas según los cargos. La suplica es que la democracia se lesiona profundamente. No manifieste con su voto, porque lesiona profundamente no solo sis fines e intereses sino a la democracia que debería defenderlo.
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