El sábado catorce de mayo del presente año quedará estampado en la vida de la Universidad de San Carlos de Guatemala, como el día más negro de su historia. Durante el presente siglo siempre se afirmó que los enemigos de la universidad estaban dentro de ella, su destrucción venia de lo más profundo de sus instituciones. No se equivocaron, el Consejo Superior Universitario (no todos, afortunadamente, pero si la mayoría), máximo órgano de dirección, decidió validar el fraude. Planificó desde hace más de un año las formas para apoderarse de la rectoría y desde allí colaborar con las acciones que el Pacto de Corruptos ha diseñado para consolidar la dictadura actual y extenderla un periodo presidencial más. Esto sucedió en el universo de la academia. Un grupo de profesores, estudiantes, investigadores y administrativos traicionaron el juramento hecho, ese que reza: “defender la autonomía universitaria”.
En otro universo, parte del primero, unidos, entrelazados, se consolidaba la impunidad, el mismo fin de semana, se discutía en la casa presidencial, las formas para dar a conocer la decisión de nombrar, por un periodo más, a Consuelo Porras al frente del Ministerio Público. Esta acción libera de toda investigación a los actuales ministros, secretarios, presidente y todo aquel actor corrupto que ha formado parte del gobierno de Alejandro Giammattei, incluidos los congresistas, magistrados de cortes, jueces y fiscales, promotores del saqueo y robo del erario público. Con descaro, y gran falta de decoro, se anunció la decisión, le importo poco o nada al gobierno la oposición de la mayoría de naciones, quienes manifestaron desde el inicio de la convocatoria, un rotundo rechazo a la actual fiscal. Aunque la decisión le cueste al país múltiples sanciones, que lo lleven a lugares alejados de la comunidad internacional. Para el actual gobierno o era la cárcel, o la elección de Consuelo Porras.
El día lunes, fiel a sus principios, el rector electo y los miembros del Consejo Superior convocaron a la comunidad universitaria para elegir a su representante ante la Corte de Constitucionalidad, con el mismo principio, va a ser electo, quien responda a los intereses de los grupos y las mafias que gobiernan el país. Ese era el trato, por ello no sorprende que el lugar de elección de rector estuviera protegido por la policía, con instrucciones precisas de los más altos mandos del gobierno.
Estamos viviendo la antesala del universo dos mil veintitrés. Las elecciones para corporaciones municipales, diputados, vicepresidente y presidente, se vislumbran en escenarios turbulentos. Durante los próximos meses se iniciará, si nos es que inicio ya, una persecución a periodistas independientes, defensores de derechos humanos, adversarios políticos, operadores de justicia, ciudadanos comprometidos con la lucha anti corrupción. Todo aquel que no piense y actué bajo los principios del Pacto de Corruptos, sufrirá el peso de su rebeldía.
Pero hay un universo en donde se ubica la mayoría de la población. La juventud consciente, porque sí la hay. Las comunidades. Los pueblos originarios. Los activistas sociales. Los defensores de Derechos Humanos. Los ciudadanos y empresarios responsables. En este universo, mucho más grande que los anteriores, soñamos con una Guatemala nuestra, de los mayas, xincas, garífunas, mestizos, multicultural, plurilingüe, con justicia social, equidad, igualdad y respeto a nuestras costumbres, a la biodiversidad y saberes ancestrales. El futuro de nuestros hijos, nietos y futuras generaciones esta en nuestras manos.
Aunque el Tribunal Supremo Electoral coordine acciones para favorecer a las élites corruptas, una masiva participación de la ciudadanía en el próximo proceso electoral, nos dará la oportunidad de rescatar el país del fango en donde se encuentra. El desafío es participar, quedarnos callados nos hace cómplices. Analice, participe como candidato, hay opciones diferentes, búsquelas. Puede también ser activista en estos movimientos, involúcrese, pero fundamentalmente vote de manera consciente y responsable.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.