Durante los casi veintidós meses de gobierno de Alejandro Giammattei, el denominador común ha sido la represión. Los ciudadanos guatemaltecos no teníamos esperanzas de que el gobierno del partido Vamos mejorara las condiciones de la población guatemalteca, pero tampoco pensábamos que las iba a empeorar drásticamente. Siempre decimos, este es el peor gobierno, o el peor presidente de la República que hemos tenido, finaliza su periodo y viene otro que nos sorprende y se gana rápidamente el calificativo de ser el peor.
Ahora bien, no fuimos sorprendidos, desde el proceso de campaña electoral Giammattei afirmo que su estrategia económica se basaría en la atracción de inversión extranjera, esto en dos grandes sectores, la minería y la generación de energía eléctrica. Por lo menos en eso, creo que es lo único, ha cumplido. La defensa en el Estor, Izabal, muy diligente por los aparatos de seguridad gubernamental, de los intereses económicos de las empresas mineras, es parte de un plan bien organizado de gobierno.
En sí, promover la reactivación económica, en el sector de la extracción de minerales no es el problema. El verdadero problema es la forma en la que se hace. La legislación vigente exige la realización de la consulta popular, con la participación de todos los sectores, especialmente pueblos originarios. Sin embargo el gobierno y las empresas se niegan a cumplir la ley, aun y cuando ya existe una resolución de la Corte de Constitucionalidad que ordena hacerlo.
Giammattei ante la incapacidad de gobernar y su clara ausencia de liderazgo, se ve obligado a imponer un estado de sitio y cancelar todas las garantías constitucionales a la población en resistencia. Lejos de promover el dialogo, incentiva la violencia. Utiliza al Ministerio Público, al sistema de justicia, a los aparatos de seguridad y todo el poder del Estado para perseguir a líderes comunitarios, periodistas y opositores, demostrando que Guatemala ha sido capturada por una dictadura, en donde no existe la independencia de poderes, lo que la aleja de una Estado Republicano y Democrático.
La represión se ha constituido en la política gubernamental del gobierno actual. La muerte de periodistas, como el caso de Ramazzini, la captura y persecución de líderes comunitarios es otro. En muchos casos los defensores de la tierra se ven desamparados, por un lado las empresas mineras contratan a bufetes de abogados especializados, y el Estado, obligado a garantizar el acceso a la justicia, no lo hace, al contrario, los jueces giran órdenes de captura sin fundamento legal.
El Dictador, ante la imposibilidad de influir positivamente en la población recurre a la represión, la que se manifiesta de muchas formas. El día de hoy el presidente Giammattei visita la ciudad de Xelajú, para iniciar el programa de vacunación en menores de 17 años. Para esta visita se gasta millones de quetzales de los impuestos pagados por la población, utilizando un fuerte contingente de policías y militares. Se invierte más en la seguridad presidencial que, en las seguramente cien vacunas que se aplicaran. La ciudad fue invadida el día de ayer jueves y hoy viernes. Se ordenó el cierre del centro histórico, nuevamente se viola los derechos constitucionales de la población. El bloqueo económico causado por el gobierno central en esta ciudad, durante los dos días, es mucho más dañino que, cualquier bloqueo en las carreteras de la región.
Así las cosas, con un Estado al servicio de las empresas transnacionales, del narcotráfico, del crimen organizado, de las mafias incrustadas en los partidos políticos, el panorama guatemalteco se torna muy oscuro para los ciudadanos de este país.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.