En el modelo económico vigente a nivel mundial es imposible separar la salud de los habitantes de la tierra, en todas sus especies, y la economía. Es por ello que no es extraño que el Presidente Giammattei se niegue a cerrar el país, establecer medidas de mitigación para evitar más contagios, esto afectaría los intereses económicos de las grandes empresas, especialmente las que fabrican bebidas alcohólicas y carbonatadas, aunque no son los únicos beneficiados. Desde septiembre de 2020, el mandatario indico que él se iba a dedicar a gobernar y dejaba el manejo de la pandemia en manos de cada guatemalteco. Esta fue la primera señal de indiferencia e incapacidad para liderar acciones que evitaran la muerte de miles. En estos momentos llegamos a la cifra record de tres mil contagios diarios, cifra que al parecer le es indiferente.
Cerrar el país como se hizo el año pasado, decretando la prohibición de circular para todos no es opción en estos momentos para el gobierno, como tampoco lo ha sido agilizar la vacunación masiva.
En 2020 se asignaron más de Q30 millardos de quetzales para atender la crisis sanitaria, a pesar de ello, los hospitales de COVID siempre estuvieron escasos de personal, equipo e insumos. Giammattei se burló del pueblo afirmando que Guatemala tendría los mejores hospitales de Centroamérica. Los centros asistenciales se hicieron en grandes salones ya construidos, con equipo donado, mano de obra gratis de muchos guatemaltecos que solidariamente se sumaron a construir espacios dedicados a los enfermos. Sabiendo el gobierno que la única solución conocida hasta ese momento era la vacunación, no hizo el mayor esfuerzo para realizar contratos con los gobiernos que podían proveer las cantidades requeridas, a diferencia de los vecinos como México y El Salvador, en donde ya se esta llegando a inmunizar a la población de edades entre 30 y 39 años, en nuestro país solo se ha logrado vacunar al 5% de la población, y aún estamos en el estrato de 50 a 59 años.
Es una vergüenza que nuestros hermanos guatemaltecos tengan que cruzar la frontera norte para recibir la vacuna, como también lo es, que mas del 80% de las vacunas aplicadas al día de hoy en el país hayan sido donadas, regaladas, especialmente porque el gobierno siempre dispuso de los recursos financieros para hacer negociaciones efectivas y de beneficio para todos.
El contrato secreto para adquirir la vacuna rusa es un ejemplo de cómo funcionan los negocios oscuros, con clausulas de confidencialidad, como si el dinero fuera de ellos, para evitar la fiscalización, la transparencia, especialmente la rendición de cuentas. Lo peor es que la autoridades rusas afirman que un contrato de esas características es normal en el comercio, claro que lo es, cuando los contratantes son particulares, pero cuando se hace con un Estado, deben ser documentos públicos a la luz de todos, especialmente de la prensa.
La única forma de fortalecer la economía del país es contar con ciudadanos sanos física y mentalmente. Es normal que muchos guatemaltecos no quieran recibir la vacuna, incluso en Rusia un 54% de la población no esta dispuesta a vacunarse, lo que deja claro la poca confianza que los ciudadanos en todo el mundo tienen de sus instituciones.
La economía guatemalteca esta bien, no por el trabajo del gobierno, menos por el esfuerzo de los empresarios agrupados en el Cacif. El resultado positivo es producto del trabajo de los guatemaltecos más pobres del país divididos en dos grupos, el primero se vio obligado a migrar a los Estados Unidos, envía remesas a sus familiares en cifras record en los últimos meses. El segundo grupo son los empresarios que forman parte de la economía de subsistencia, llamada equivocadamente economía informal, a este sector se deben ocho de cada diez plazas de trabajo.
Lo cierto es que cada muerto por COVID es responsabilidad del gobierno central y los miles de contagios que día a día se reportan también. Así como el secuestro y asesinato de muchos guatemaltecos, especialmente las ultimas jovencitas muertas, sin embargo el gobierno no le importa, no lo escuchamos indignados por esto, sólo le indigna la muerte del presidente de Haití, y las capturas de lideres en Nicaragua, con total descaro finaliza sus discursos con la frase: “Dios bendiga Guatemala”, sabedor que él es incapaz de hacer algo, por eso se aferra a la ayuda divina. No es extraño que el pueblo exija la renuncia de Alejandro Giammattei, diputados y ministros, pues ellos no son capaces de renunciar.
Los supuestos resultados positivos en la economía guatemalteca no son perceptibles por la mayoría de la población, lo que si es visible es el incremento del precio de los combustibles en un 30%, aumento del pasaje del transporte urbano y extra urbano hasta en un 200%, alza en el precio de los medicamentos, (un kit para tratar el COVID llega a costar mas de Q700.00; el resto de medicamentos también han incrementado su valor), aumento en la canasta básica alimentaria, y en muchos casos una disminución en el monto del sueldo y salario.
Vacunas y economía son inseparables, porque en el modelo económico vigente a nivel mundial, vale más un billete de cualquier denominación que la vida en todas sus formas.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.