Las drogas te ofrecen su mundo, a cambio del tuyo.
Las drogas son la causa de 500 mil muertes en el país, también son el origen de desintegración familiar, delitos, muchas enfermedades. Aparte de ser el elemento principal de violencia entre desconocidos, amigos, familiares. Sin dejar atrás el deterioro del drogadicto a nivel físico, mental y social.
Recuperar a un hombre o a una mujer cuando está atrapado en un vicio es largo, difícil, costoso. Es mejor prevenir, que lamentar… y eso se hace en la infancia. Casi todos los que tienen una dependencia a una sustancia, provienen de familias donde les faltó diálogo, amor, límites. ¡Cuidado! Los niños están probando las drogas alrededor de los 11 años.
La presencia de los padres en la infancia es indispensable. Para un ser humano pequeño, que acaba de venir a este mundo, estar con mamá y papá es lo que más le gusta, lo que más le conviene, lo que más necesita.
La ausencia de los padres es el elemento principal de la perdición de estas maravillosas, prometedoras y felices vidas. Los padres tienen la noble y bella misión de: supervisar, brindar valores y enseñar autocontrol.
La supervisión implica la observancia constante. “Al ojo del amo, engorda el ganado”… dice el refrán. “Si no quieres que tus hijos se metan cosas en la nariz, entonces mete tú las narices en las cosas de tus hijos”. Reza otro refrán.
Los valores se martillean. Es necesario un diálogo constante en donde llegue a fijarse el rechazo a probar las drogas, la aversión a estar embriagado. Se puede utilizar los llamados “espejos”, que son casos de personas que están hundidas en un vicio, donde la familia comenta y previene, logrando así un pensamiento crítico.
Estos valores deben incluir el amor a la lucidez ¡Es sabroso estar sobrio!… ¡Es horrible estar con la consciencia alterada! Si estamos claros y conscientes, podemos contemplar los detalles maravillosos de la vida, de las personas, de nosotros mismos. Las drogas le roban más que la propia vida. La familia debe enseñar ese amor a la salud física, mental, social.
Y el autocontrol implica enseñar a detenerse, a contenerse, a renunciar. “El hombre más poderoso, es el que tiene el poder sobre sí mismo” Dijo Séneca. La familia debe dar el ejemplo de la renuncia a actos placenteros, pero que son perjudiciales. ¡Aguántate! es la clave. Así evitará que los frutos de la familia, se pierdan en la llamada “felicidad química”, juegos de azar, realidades cibernéticas… y más.
Esto les ayudará a poder darle solución a sus problemas y no a huir de cada dificultad. A evitar escapar de la realidad en algo que inicialmente les resulte atrayente y luego esclavizante. Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El autocontrol, retrasa la gratificación”.
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo