“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca”, (Jn 15, 16). Creo firmemente en estas palabras de Jesús, porque así lo he sentido a lo largo de estos años.
Inicié mi proceso vocacional participando en el proceso de Admisión en el Colegio Seminario San José de los monjes Benedictinos en Sololá en 1987. Terminé mis estudios básicos y de secundaria en 1991. Ese mismo año, pedí hacer una experiencia con los monjes benedictinos en Sololá. Es así como comencé con ellos a finales del mes de octubre de ese mismo año. En noviembre de 1991, los padres benedictinos se trasladan a Xela, y junto con ellos me vine yo a Quetzaltenango.
Es así como en Xela hice todo mi proceso de formación como postulante de 1991-1995, excepto 1994, un año que estuve fuera de la comunidad benedictina. Este año me sirvió para hacer la experiencia de pensionista, trabajar y viajar de Huehuetenango a Xela, una o dos veces por semana.
En 1995 hice mi Noviciado; y el 14 de mayo, Fiesta de San Matías, hice mis primeros votos, llamados Votos Temporales de pobreza, castidad y obediencia; se hacen por tres años. Y los Votos Perpetuos los hice el 12 de junio de 1999. Lo cierto es que el recién pasado 14 de mayo cumplí 25 años de vida consagrada como monje benedictino.
Los monjes benedictinos es una Orden Religiosa fundada por San Benito Abad. La vida monástica es un estilo de vida que se caracteriza por la vida comunitaria, el trabajo y la oración. Por eso el lema de los benedictinos es “Ora et labora” que significa “orar y trabajar”. A esto me he dedicado los últimos por 25 años de mi vida.
Nadie es perfecto, por lo que no soy un monje o un sacerdote perfecto, sino alguien que intenta hacer las cosas lo mejor posible en los diferentes trabajos que he desempeñado en mi Congregación: Delegado Vocacional, Director del Colegio Seminario San José y Prior/Superior del Priorato San José, ubicado en Quetzaltenango.
Un principio fundamental de San Benito es: “Nihil amori Chisti praeponere”, es decir, “no anteponer nada al amor de Cristo”, (RB 72, 8). San Benito esto fue lo que hizo en su tiempo, vivir y traducir en hechos concretos, a través del trabajo y la oración, su fe en Cristo. De este tipo de hombres necesita la sociedad y la iglesia actualmente. La historia necesita de hombres y mujeres que, a través de un amor vivido y de una fe vivida, hagan accesible a Cristo en los nuevos areópagos del siglo XXI.
Durante estos 25 años de vida consagrada he tratado, primero de ser accesible a Dios en mi vida, y con mi vida, hacer accesible a Dios a otras personas. Ha habido luces y sombras. Pero he tratado de hacer de cada tropiezo, cada crítica injusta y cada traición, una oportunidad para conocerme y conocer con quién cuento y con quién no en esas noches oscuros de mi vida. Es en esas noches oscuras de mi vida en donde me he encontrado con Dios y en Él puesto todo mi ser.
Es Dios quien ahora me tiene en la Parroquia de Concepción Chiquirichapa acompañando a esta porción del pueblo de Dios. Soy un hombre abierto a la vida. Me encomiendo a sus oraciones. Gracias a quienes han estado conmigo en las buenas y en las malas. Un abrazo hasta el cielo a quienes fueron una pieza clave en los momentos inciertos.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.