Quetzaltenango puede estar en mejores condiciones, pero poco o nada se ha hecho para que esto suceda.
La ciudad de Quetzaltenango necesita despertar de un letargo, de varios años, de la indiferencia, la apatía y la costumbre de aceptar y propiciar condiciones inadecuadas para una ciudad que se proyecta como emergente.
A unas horas para la presentación del segundo informe de gobierno municipal, basta con pasear por las principales calles de la ciudad, con la disposición a observar, para identificar los problemas principales, tráfico complicado, basura, falta de iluminación y de obras de ornato.
Pero para hacer una proyección menos negativa, y más esperanzadora, hay que superar esos problemas, reducir la producción de basura y de emisión de CO2, ordenar el comercio, disponer de servicios básicos dignos, respetar las ordenanzas municipales y de gobierno, contribuir en el desarrollo y la ejecución de proyectos. El principal inconveniente sigue siendo la limitada visión particular, que impide una comprensión del beneficio colectivo, si a eso se le suma el irrespeto a las leyes y los malos hábitos, resulta en una continuidad del deterioro de la ciudad.
Durante estos dos años, el Concejo, que aún no parece integrarse, ha generado más conflictos a lo interno de lo que ha producido de beneficio para la población. Mientras el alcalde, a quien ya le han perdido el respeto, no podrá cambiar su imagen, cuando desde un inicio no quiso escuchar ni aceptar el apoyo que diversos sectores y personas le ofrecieron. Lo anterior quedó en evidencia en el sondeo realizado por La Voz de Xela, a través de internet, donde más del 85 %, de las 150 personas que respondieron, le dio una nota por debajo de 5 a la gestión municipal; que no es solo una muestra del descontento, sino también de las pocas esperanzas que tienen en un cambio, confirmado en la segunda pregunta, que se presenta en esta edición para complementar el tema principal.
Esto tiene repercusión en el ámbito social, provoca de nuevo la desconfianza en los políticos y estigmatiza a todo funcionario, lo cual perjudica a todos, si es que se cree en el sistema, reforzando la misma idea de hacer política.
Un indicador de la percepción que se tiene de una ciudad limitada es la fuga de cerebros y de fuerza laboral, que mueve sobre todo a la población joven a migrar para un mejor desarrollo de sus potencialidades.
Es poco probable que la ciudad colapse, como sí ha sucedido en otras urbes intermedias o principales, pero es difícil hacer una lectura del futuro, en medio de un desarrollo a trompicones y sin saber con exactitud hacia dónde va Xela.