Estamos experimentando un alza sensible en el precio de los combustibles, particularmente de la gasolina súper, que ya sobrepasó los Q 28.00, y la regular los Q 27.00, el diésel ya pasó de los Q 23.00. El aumento se debe a que el precio internacional del petróleo ha venido incrementándose por razones políticas, una de ellas ha sido la decisión del gobierno de EE. UU. de retirarse del acuerdo internacional con Irán y las nuevas sanciones que se agregaron a ese país.
Al día 16 del presente mes, el precio del barril de petróleo Brent estaba a US$ 77.97 y el WTI (West Texas Intermediate) a US$ 71.09, precios similares a los que se registraron a finales de 2014, cuando venían descendiendo. Especialistas e inversores pronostican que en 2018 habrá una fuerte alza en el precio internacional del petróleo, creen que en el corto plazo podría llegar a los US$ 90.00 el barril.
Como consumidores de una economía pequeña, es decir, tomadora de precios, lo que nos queda por hacer es valorar esta importante información con la relevancia que merece, porque es obvio que nos va a golpear en nuestra economía familiar y, por supuesto, a unos más que a otros, dependiendo del nivel de ingresos de cada uno. El aumento de precios se está evidenciado en el costo de transportarse en vehículo y el costo de algunos productos de la canasta básica. La tendencia hacia el alza del precio del petróleo seguirá presionando por aumento en los precios, por lo que seguirá aumentando el precio de los combustibles, electricidad, transporte, comida, etc.
Es una reacción negativa en cadena, porque los consumidores con menos ingresos serán los más afectados por su limitada capacidad de absorber el impacto del aumento en los precios. La experiencia no es nueva, porque ya vivimos épocas de petróleo muy caro hace 10 años, cuando en 2008, por ejemplo, el precio del barril llegó a valer más de US$ 120.00, y siguió hasta 2013 cuando el precio descendió de los US$ 100.00, hasta mantenerse relativamente barato entre 2015 y 2017.
Esta experiencia deberá servirnos ahora para administrar mejor nuestro presupuesto, de tal manera que podamos prescindir de gastos suntuarios y darles soporte a los bienes y servicios esenciales para nuestra familia. Debemos comportarnos como consumidores racionales y sobre la base de una lógica económica, para que logremos satisfacer la mayor parte de nuestras necesidades frente a la erosión de nuestros recursos escasos, como sucede con el ingreso familiar.
Estos son fenómenos que no dependen de nosotros, para su surgimiento y desaparición, solo nos queda observar y actuar con inteligencia, para minimizar el impacto negativo que conlleva el alza del precio del petróleo y no se convierta en una crisis para la familia.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.