El cien por ciento de la humanidad tiene conocimiento del nacimiento de Jesús, sin embargo, no todas las religiones, coinciden con el año, mes y día de su nacimiento, pero, en lo que sí coinciden es que, en aquella época, nació una persona que revolucionó al mundo tanto en lo religioso como en lo político, con grandes dotes, carácter fuerte y blando al mismo tiempo, predicaba con el ejemplo, estaba harto de la concupiscencia, de la hipocresía religiosa y de la falsa moral, de estos pasajes de su vida terrenal, hay testimonios escritos y clasificados en las sagradas escrituras –biblia- por espacio y tiempo, citaré dos ejemplo: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” Juan Capítulo 8, versículos 10-11; “!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.” Mateo Capítulo 23, versículos 27-28.
Así resumo lo que iba hacer -ya adulto-, ese niño que incluso cientos de años atrás, lo anunciaba otro gran personaje bíblico llamado Isaías. Según el relato bíblico, Isaías indicó que se nombre debía ser, Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz, con estos atributos, era obvio que su nacimiento iba a causar escozor dentro de los distintos estratos y clases sociales de su época, sobre todo, la parentela de los fariseos, escribas y políticos, fue tanto el miedo de los corruptos, que Herodes El Grande, salió a buscarlo para matarlo, pero, nunca lo logró
Siempre tomando como referencia lo que relata la Biblia, resulta que, al niño le visitaron unos magos –Evangelio de Mateo, capítulo 2:1-10 y le llevaron regalos, -en ese sentido, la Biblia sí menciona tres cosas-: Oro, Incienso y Mirra. Por supuesto, cada objeto que los magos le entregaron, tiene una particularidad, una simbología qué a lo largo de los años de vida de Jesús, fueron cumpliéndose paso a paso.
Mientras tanto, en este lado del mundo y en nuestros tiempos, que necesitamos para poder darle un regalo al niño Dios. Primero, lo primero, el niño Dios, debe nacer en cada corazón, en cada vida, en cada ser humano que habita este hermoso globo terráqueo, si no nace en nosotros, no hay nada que celebrar, por favor, no estoy publicitando ninguna religión en particular, estoy diciendo que, los atributos y carácter de ese niño Dios, nazcan en nosotros y de esa manera revolucionar no solo Bethlehem de Judea, sino cada Paraje, Caserío, Cantón, Aldea, Pueblo Nación. Así tendremos el “pretexto” de darnos regalos porque, el niño Dios, se vería reflejado en cada una de nuestras acciones de nuestro diario vivir. Acá no se trata de dogmas, religiones ni nada por el estilo, lo que cuenta es simple y sencillamente, ser honestos, responsables y respetuosos, no lo digo yo, lo refiere otro hombre de grandes kilates –Miqueas- nacido en una pequeña aldea cerca de Jerusalen, era considerado un profeta, escribió parte de la Biblia, en el libro que lleva su nombre el capítulo 6 versículo 8, dice lo siguiente: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” Reitero, no nos enfrasquemos en dogmas, en vanas liturgias y en penitencias sin sentido; mejor seamos justos, misericordiosos y reconozcamos que sin Dios o Ser Supremo no somos absolutamente nada. Recordemos, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces, cuando veamos a nuestro vecino, estamos viendo a Dios, entonces, en ese instante, regalemos Oro (reconocimiento del Rey de reyes), Incienso (oración al ser supremo) y Mirra (reconocimiento de la muerte de Jesús, para darnos vida).
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.