Quizá tendría yo unos cuatro años. La canción de moda era Barbie Girl de Aqua y Xelafer se levantaba, entonces para mí, indomable e infinita en mi recién iniciada vida.
El día que mis papás nos llevaron a la feria de aquel año inolvidable, mi papá me dio el dinero para entrar a vivir, hasta donde recuerdo, el primer espectáculo confuso de mi vida: a una señorita que, por portarse mal con sus progenitores, fue castigada y condenada a que su cuerpo humano se borrara de la existencia y en su lugar quedara uno de serpiente.
Digo que ese día es inolvidable, porque quizá fue mi primer encuentro con el desagrado y con el trauma. Sencillamente no pude digerir lo que mis ojos acaban de ver y sentí la extrañeza de no saber en dónde estar parado, qué estaba sucediendo y la pesadumbre de tener en el cuerpo algo raro recorriendo por él.
No almorcé el pollo frito de ese día, pese a que era mi favorito. La imagen de la mujer sin extremidades y su cuerpo alargado regresaban una y otra vez de forma insoportable por mi mente, y psicosomáticamente mi estómago lo sentía.
No dejaba de pensar en el terror que me germinaba al pensar que también podría hablar sin mover los labios y su mirada fija me parecía desafiante. ¿Y si me pasa eso a mí?, pensaba.
Ahora, años después, he llegado a la conclusión de que las cosas que vemos y que sentimos se nos vuelven desagradables no por el hecho en sí, sino porque tenemos algo potente capaz de construir o destruir al ser humano: la creatividad.
Aquel día de mi infancia dejé mi mente volar y recuerdo que no pude extirpar las recurrentes ideas que llevaron a Xiomara a convertirse en serpiente. Mi creatividad hizo lo suyo y dejé guiarme a la exacerbación más pura del miedo.
El ser humano piensa en cosas catastróficas y preocupantes sobre lo que vive, porque tiene creatividad. Aprendo ahora que mi mente tiene el poder de imaginar los eventos, pero también he aprendido que solo son pensamientos, por más traumático que parezca: La narrativa que construimos internamente influye en nuestra percepción.
No sé qué habrá sido de Xiomara y no sé si llegó a Xelafer este año, la pienso algunas veces que escucho Barbie Girl. La recuerdo como mi primer encuentro con lo desagradable, el terror y lo psicosomático, y más al fondo con algo hermoso: la fantasía.