Xelajú rompió con el maleficio de Guastatoya y está en la gran final del futbol guatemalteco. Se impuso 2 a 1 en el Mario Camposeco y ganó la llave con marcador global 3 a 2. Fue una fiesta en el graderío y un compromiso dentro de la cancha por parte de los jugadores hacia su gente.
Ante un marco impresionante de espectadores se jugó la semifinal de vuelta entre Xelajú MC y Guastatoya; fueron más de 11 mil personas que engalanaron y dieron cátedra de apoyo incondicional, espectáculo y cánticos, propiciando el detonante para despertar la garra, actitud y esfuerzo de los jugadores chivos dentro del campo, donde a pesar de ser un encuentro reñido, disputado y de mucho riesgo, dieron su máximo esfuerzo y demostraron que cuando se juega con coraje y compromiso se pueden superar estadísticas, miedos y dificultades propias del futbol.
Hablar del desarrollo y análisis del juego está de más en esta oportunidad, ya que en cuanto a propuesta táctica e ideología futbolística fue lo mismo que ha venido mostrando el cuadro chivo en el torneo, remarcando sobre todo en esta ocasión: el sacrificio, esfuerzo, orden y certeza para obtener el resultado positivo que los llevó a la gran final, porque errores, desatenciones, carencias y fallas hubo, pero la diferencia la marcó el valor y vergüenza futbolística del grupo de jugadores, que respaldó a su gente, que merecía un triunfo más que importante, contra un rival que siempre complicó e hizo sufrir al club, pero que en esta oportunidad no fue así, y la añorada revancha llegó y se disfruta como un título a pesar de que aún faltan por jugar 2 partidos para saber quién será el campeón del futbol guatemalteco.
El fin justifica los medios, y es por eso que no importa las formas en que el equipo de Amarini Villatoro consigue los resultados y llegó a la final, pero si ya Xelajú está en la fiesta grande, ahora hay que ser campeón, puede ser con la misma receta o con algo diferente, pero tienen que ser campeones, porque el subcampeonato no es lo que merece la afición y tampoco el sacrificio de jugadores, cuerpo técnico y familias de todos en general. Para hacer historia hay que culminar con la obtención de Sexta Luna, sino recordemos aquel subcampeonato del 2018 de Walter Claverí y compañía, hoy en lugar de orgullo, sigue sabiendo a decepción y molestia.
Además, hay que mencionar que para poder jugar la próxima temporada a nivel internacional en el torneo de Concacaf, Xelajú debe ser campeón, por lo tanto, tienen que aspirar a todo.
El camino es la recompensa y hoy por hoy los aficionados superchivos gozan de algarabía y fiesta, algo más que merecido por su aguante y apoyo incondicional. Felicidades quetzaltecos de nacimiento, corazón y decisión.
Vamo arriba.
Las cosas como son.