POR CLAUDIA GUILLÉN*
Se habla mucho acerca del Liderazgo, del altruismo, del prestigio y de la credibilidad. Se habla mucho acerca de ser emprendedores, de cambiar el mundo, de servir y generar valor. Muchos aspiran a lograr el éxito en sus empresas y lograr que su visión se concrete en una realidad.
Desde hace muchos años tengo el honor de conocer a un ser humano, que considero una de las personas más generosa que he conocido en mi vida. Un gran emprendedor, sobre todo un visionario.
Hoy le decimos adiós a un amigo, amigo de muchos, Alfredo Chávez, ha partido al descanso eterno y rogamos a Dios por su alma y la paz de su familia.
Sin embargo, no le decimos adiós a su legado. Su legado no sólo puede describirse en una lista de activos, de inventarios, de propiedades o de capital, su legado prevalece en lo mucho que quienes tuvimos el privilegio de estar cerca, en diferentes etapas de su vida, pudimos recibir y aprender de él.
Dicen que después de su muerte, todo el mundo parece perfecto, pero no quiero pretender que era perfecto, al fin y al cabo, quién lo es. Estamos cada uno de nosotros transitando por esta maravillosa experiencia de vida, haciendo lo mejor que podemos, cada cuál en su circunstancia y en el nivel de conciencia en el que nos encontramos.
Hoy quiero resaltar lo perfecto y maravilloso, en el medio de la imperfección de un ser humano que siempre miró para adelante, que siempre pensó en dar en grande, que siempre se hizo presente para muchos, cuando más lo necesitamos.
Durante muchos años trabajé de cerca con Alfredo, paso a paso levantando su compañía, generando empleos, entregando donaciones, haciendo mucho bien y puedo dar fe de lo que llamo, su legado en mi vida y la vida de muchos. Alfredo siempre se alegraba por el éxito de sus amigos, siempre celebraba los logros de quiénes estábamos cerca; en lo que a mí respecta, siempre alentaba mis sueños para seguir adelante y me motivaba a seguir adelante con mis ideas y emprendimientos. Siempre había un “te felicito Claudita” como solía decirme, que me alentaba a seguir creyendo que podía lograr más con esfuerzo y determinación.
Alfredo quería una ciudad próspera, solidaria, despierta, viva. Quería ver niños gozando de la oportunidad de una buena educación, quería apoyar a los héroes que día a día se esfuerzan por servir, quería ayudar a los ancianitos a estar seguros y a salvo, quería jóvenes emprendedores, dispuestos a estudiar y ser creativos, dispuestos a trabajar y e ir adelante por sus sueños.
¿Qué aprendí con Alfredo Chávez?
Para estar a su lado, debías estar dispuesto a trabajar, a darlo todo, a comprometerte con su visión. Debías ser valiente, atrevido, estar dispuesto a superar el miedo. Los errores eran tolerables, pero rendirte no. Aprender era imprescindible, como solía decir –“quiero a alguien chispudo”-.
Alfredo supo honrar el patrimonio que recibió, sin dejar a nadie fuera. Lo hizo crecer, lo nutrió, lo consolidó y hoy día damos gracias por su vida. Gracias por lo bueno, perdón por lo malo.
Celebro el regalo de coincidir con este maravilloso y complejo ser humano. Celebro lo aprendido. Celebro lo vivido. Celebro lo compartido. Celebro su legado. Celebro su vida, porque estoy segura de que así deseaba que fuera.
Gracias Alfredo Chávez por tu legado, descansa en paz.
*Leadership Trainer, Executive & Life Coach
Leadership Trainer, Executive & Life Coach. Quiero ayudarte a tener la claridad y la seguridad que necesitas, para tomar las decisiones y emprender acciones que te lleven al cambio que deseas en tu vida. www.claudiaguillen.com