Estas son las palabras que le dice Dom Cobb (interpretado por Leonardo DiCaprio) a su esposa Mal Cobb (Marion Cotillard), mientras el entorno, el mundo o algo parecido, parece derrumbarse.
Ocurre en la película «El Origen», dirigida por Christopher Nolan (también director de Oppenheimer), durante una emotiva escena que para mí representa uno de los momentos más sublimes de la literatura: la redención.
En el diccionario, el verbo «redimir» intenta ser definido como: Poner término a algún vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia. La redención libera el cuerpo, las emociones y la mente de Cobb al aceptar, por fin, que su esposa ha muerto y que el recuerdo que retiene de ella, y acaso la negación, le impiden continuar su vida: ser incapaz de hacer bien su trabajo, dudar sobre si está soñando o está despierto, sentir remordimiento y, sobre todo, no poder estar junto a sus dos pequeños hijos: James y Phillipa.
No revelaré detalles de la película para evitar el spoiler, pero quiero decir que luego de tantas dudas y aferrarse al pasado, el protagonista finalmente acepta que vivió hasta donde alcanzó la vida con su mujer y que ahora está listo para continuar con su presencia terrenal ya sin ella.
La redención está presente, si no es que en todas, en la mayoría de historias que vemos y leemos.
Se puede entender a partir de la estructura del Viaje del Héroe, creada o descubierta por el autor Joseph Campbell, quien describe en él la evolución del personaje principal en la magnánima odisea de su vida: Del mundo ordinario en el que vive, se le presenta la aventura. La rechaza hasta que encuentra a un mentor. Ya en su camino, aparecen enemigos que le hacen dudar de continuar el viaje. Aparentemente derrotado, se interna en una caverna en donde se enfrenta a él mismo para terminar muriendo y resucitando, es decir, encontrando la redención a través del elixir del conocimiento, para posteriormente estar listo para la batalla final. Luego, sale victorioso siendo otro hombre y regresa a su hogar hasta que la aventura llame de nuevo.
Ahora entendiendo esto, considero que todos debemos buscar nuestra propia redención. Sea una vez o de forma constante durante nuestra existencia humana. Es normal tener dudas o miedo, pero la recompensa por aceptar que nada debe quedarse en el pasado y que debemos enfrentarnos a nuestra propia odisea será enorme. Como dice Enrique Bunbury: Al final, para un hombre de mundo, es muy exótico volver a casa.