El día de hoy quiero dedicar esta columna a una reflexión relacionada con el fin de año y el inicio de uno nuevo lleno de expectativas, ilusiones y propósitos. Independientemente de la religión que cada uno de nosotros profese o practique o con la que se identifique, existe una realidad que no se puede obviar y es que en nuestro transcurrir por esta vida todos venimos por una razón y que no existimos por existir.
Entre las distintas maneras de utilizar la palabra misionero que reconoce la Real Academia Española (RAE), aparecen “la facultad que se le otorga a un individuo para desarrollar alguna tarea; el encargo de tipo temporal que reciben los diplomáticos y funcionarios por parte de las autoridades de un gobierno; la iglesia o el lugar donde los misioneros se encargan de predicar; en un sentido más religioso un misionero es la persona que se dedica a predicar el Evangelio y conquista el corazón de la gente; en éste sentido los primeros misioneros fueron los apóstoles que predicaron el Evangelio por todo el mundo.
Si acoplamos la definición a nuestra vida cotidiana todos tenemos una misión que cumplir, sea desde nuestra profesión, oficio u ocupación. ¿A que me refiero con esto? A que cada uno de nosotros tiene dones y habilidades especiales que nos hace únicos y diferentes de las demás personas, ya sea que laboremos en el Estado, en la iniciativa privada, o nos ocupemos de la casa con tareas domésticas u algún oficio que hayamos elegido.
¿En qué consiste entonces nuestra misión? Pues desde el punto de vista muy personal, nuestra misión consiste en realizar cada día y cada tarea con responsabilidad, justicia, honestidad y colocándonos en el lugar de las personas para quienes prestamos un servicio o bien, realizando cada tarea con alegría y predicar con el ejemplo, en este sentido debemos iniciar por cumplir una buena misión con nuestros seres queridos, la familia, los amigos, o compañeros a los que tenemos alrededor todos los días y tratar de que lo que hagamos y digamos les sea de utilidad para ser mejores personas.
Aprovechado que estamos finalizando un año y estamos a las vísperas de uno nuevo es oportuno que realizar un balance de nuestros actos y hagamos una lista de los propósitos y acciones que tomaremos para mejorar para cumplir paso a paso nuestra misión y desempeñarnos de mejor manera. También quiero desearle a todos los lectores de La Voz de Xela un año nuevo lleno de prosperidad, alegría y que el 2019 nos sorprenda con abundancia, felicidad y alegría, quizá sea muy difícil compararnos con un misionero que predica el Evangelio porque es una tarea que conlleva sacrificio, dedicación y amor por los demás, pero podemos empezar por nuestra familia y las personas que tenemos cerca, sea realizando las tareas del hogar, cuidar de los hijos o de los padres, tratar con los compañeros de trabajo, vecinos, amigos, animalitos de la calle y poco a poco éstas acciones nos harán una sociedad más humana y cumplir nuestra misión en la vida.