PUNTUAL
Lo que está pasando en el país es apenas el comienzo de otro final. En lo que no reparan quienes están en el poder es que no son eternos. Todo tiene un plazo de caducidad. Quieran o no, Alejandro Giammattei y Consuelo Porras tienen el tiempo contado. Pero por sus actos, todo apunta que se tendrán que irse antes de tiempo. De una u otra forma, hay un final anunciado.
El paro nacional convocado para mañana no va a dar los frutos inmediatos, pero es el comienzo del fin.
La ciudadanía se cansó e indignó por todo, especialmente por el manejo de la pandemia y por el fracasado plan tortuga nacional de vacunación; y la gota que derramó el vaso fue la destitución del fiscal Juan Francisco Sandoval. Si la corrupción es proporcional al monto de los fondos manejados, este sería el gobierno más corrupto de la historia. Superando a todos, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti se habrían quedado en parvulitos comparado con Giammattei y compañía.
Cada vez que hay un nuevo comienzo de gobierno hay una expectativa mínima de cambio y eso se llama confianza, pero con sus actos demostrados, terminaron de destruir la poca esperanza que había. Esa escuálida confianza estaba en que posiblemente la Fiscalía Especial contra la Impunidad destaparía los hechos que sospechan todos los guatemaltecos. Pero con la expulsión de Sandoval, esa idea queda sepultada.
Ante ello, viene a reafirmarse esta premisa: que solo el pueblo salva al pueblo.
Muchos todavía creen que Sandoval podría ser reinstalado en el puesto, pero esto es como creer que las vacunas rusas van a venir completas de acuerdo con lo que ya se pagó.
Hay que enfocarse en las posibilidades y no en las utopías. Utópico es que Giammattei y Porras renuncien por voluntad propia, por ello, el papel que ahora jugará la ciudadanía es crucial y debe ser respetado y garantizado.
Licenciado en Ciencias de la Comunicación, con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación. CEO de La Voz de Xela, conferencista nacional e internacional y profesor universitario.