Alice Howland eligió el mejor oficio: entender las palabras. Es profesora universitaria de Lingüística y domina la psicología cognitiva. Es una mujer exitosa de 50 años, felizmente casada y con tres hijos. Un día, mientras daba una conferencia, sencillamente se le olvida una palabra:
“Los datos revelan que los verbos irregulares requieren el acceso al…”.
Considero que todos en la vida hemos experimentado el suceso de tener algo en la punta de la lengua y esforzarnos por mencionarlo, pero en el caso de Alice, no recuerda la palabra: su primera letra, su sonido y cuántas sílabas tiene. Sencillamente ha desaparecido de su mente.
Es en ese momento en el que comienza a cargar una cruz con la que vivirá el resto de su vida. A sus 50 años, es diagnosticada con Alzheimer de inicio temprano. Se olvida de las citas importantes, de los nombres y de los rostros con los que ha tenido contacto. Se olvida de cómo regresar a casa.
Tener algo en la punta de la lengua es una incomodidad pasajera, desaparece cuando recordamos, pero ¿qué pasaría si ya no podemos recordar? ¿Por dónde comenzamos a recordar lo que hemos olvidado?
Alice debe encontrar su redención cada día y aceptar que está olvidando. Debe luchar contra el tiempo y vivir la vida antes de que la enfermedad la borre por completo de la existencia. Toda la filosofía que ha aprendido con mucho esfuerzo en su larga y exitosa carrera se derrumba como un castillo de cartas, y lo que conserva de su imaginación le inocula el terror de lo que sucederá en el futuro.
Solo me pongo a pensar que hay muchas personas que quieren olvidar lo que han vivido, mientras otras, como Alice, solo quieren recordarlo.
José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social y estudiante de la licenciatura de Psicología. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).