Estamos una vez más en Navidad. Una época propicia para compartir en familia y con amigos, y para hacer un pequeño alto sobre nuestra vida espiritual, la cual es indispensable en los momentos oscuros de la vida.
Llegamos a esta navidad con un sabor a la Copa de Mundo ganada por Argentina hace algunos días. Los medios de comunicación aún nos siguen emocionando con las repeticiones de algunos partidos; y los fanáticos, tanto periodistas deportivos como fanáticos en general del futbol siguen hablando de Messi, considerado uno de los mejores jugadores de la historia.
En Guatemala llegamos a navidad, en medio de formaciones de partidos políticos que han comenzando a endulzar con sus mentiras la boca de los guatemaltecos. Pero como dice el refrán: “quien no los conoce, que los compre”.
Llegamos a Navidad con ese sabor de persecución hacia los buenos jueces, fiscales y periodistas que con su trabajo se han ganado el cariño de los guatemaltecos. Muchos de ellos pasarán las fiestas de fin de año en otros países, porque en su país es imposible vivir.
Llegamos a navidad, con ese sabor amargo de la política y del sistema de justicia. Un sistema de justicia gobernado por profesionales cuestionados por su manera de proceder en los procesos de investigación.
Pero a pesar de todo, llegamos a navidad con la esperanza de que toda esta realidad descrita con anterioridad puede mejorar. Llegamos a navidad con la esperanza de que el niño Dios puede de verdad nacer en el corazón de todos y todas. Recordemos que la única manera de transformar a este país y al mundo es transformando nuestro propio interior. Y nuestro interior puede ser transformado por el niño Dios que ha nacido ya.
La navidad es una buena ocasión para convivir con todas las personas que amamos y nos aman. Los tamales, los paches, el ponche y el pavo son ingredientes que le dan un sabor único a esta navidad. Y junto a estos alimentos que condimentan la navidad, debemos agregar otros ingredientes indispensables para que de verdad la navidad sea fecunda en valores y virtudes. Algo que no debe hacer falta en los hogares guatemaltecos es la oración, una oración humilde que nos permita sentir paz en nuestros corazones.
Esta navidad “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”, (Is 9, 1-3). Muchas veces como nación, como familias o como personas individuales, caminamos en las tinieblas del pecado y de la soberbia. Pero Jesús nace para iluminar nuestras tinieblas y convertirlas en luz para sí mismos y para los demás. La navidad nos trae una buena noticia: “hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador”, (Lc 2, 1-14).
En navidad nace el salvador para salvarnos. ¿Quiero salvarme? Creo que los cristianos sí queremos salvarnos. Y la salvación la alcanzarán los que hagan de una manera extraordinaria lo ordinario. Si a eso que hacemos todos los días lo hacemos para agradar a Dios, entonces estamos en camino de la salvación.
Dios hecho niño quiero salvarme, el problema está en que el hombre y la mujer no siempre se dejan salvar o alcanzar por la gracia de Dios. Que durante esta navidad renazcamos a la fe, esperanza y al amor. La navidad es un tiempo para transformar nuestro odio en perdón, nuestras desesperanzas en esperanza y nuestra ingratitud en gratitud por todo lo que este niño nos ha dado y nos sigue dando en la vida. ¡Feliz Navidad!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.