En este camino de la vida hay experiencias que marcan nuestra existencia, por ejemplo: la muerte de un ser querido, la detección de una enfermedad grave, un enamoramiento, un disgusto familiar, etc. Cuando estas experiencias llegan, nos hacen derramar lágrimas. Sentimos ahogarnos en un vaso de agua.
Es en esos instantes cuando tenemos que descubrir la razón principal de nuestra existencia, y del por qué nacimos. Es en esos momentos cuando debemos preguntarnos ¿Por qué Dios me dio vida? ¿Por qué ocupo un espacio en esta tierra? ¿Será por gusto? ¿No será que todo tiene una razón de ser? En esas circunstancias hay que tomar conciencia de que las experiencias de fracaso, frustración, dolor y sufrimiento, no tienen por qué limitarnos e impedirnos ser felices, porque no hay nada que suceda por gusto.
No nos frustremos, porque la frustración, la poca capacidad para manejar problemas, el enojo, la ira y la envidia, son los causantes de la infelicidad de muchas personas. Y nosotros hemos nacido para ser felices, y ayudar a los demás a que sean felices. Lo único que logramos con la frustración es contaminarnos y contaminar a los demás.
Cuando experimente ira, enojo, cólera, frustración, hágase esta pregunta: ¿Por qué siento esto que no quiero sentir y no me hace feliz? ¿Por qué trato mal a las personas? ¿Por qué me mantengo de mal humor? ¿Por qué critico? ¿Por qué juzgo? ¿Por qué no soy feliz? La mejor manera de ser feliz y de tener paz, es responder con sinceridad a estas preguntas. El mismo San Pablo se pregunta en Rm 7, 19-20 «¿Por qué no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero?». Estoy seguro de que a una recepcionista no le gusta ser decepcionista de clientes, pero muchas veces esto es lo que hace.
Cuando no logramos encontrarles una respuesta lógica a los porqués de la vida, vamos a vivir decepcionados y frustrados. ¿Por qué a veces quiero agarrar del cogote a quien me ha hecho daño? ¿Por qué reacciono desproporcionadamente cuando me confrontan? ¿Por qué no soy fiel a lo que he elegido? ¿Por qué justifico mis metidas de pata?
Aunque no seamos dignos de que Dios entre en nuestro ser, hay que darle permiso para que entre; Él es el único que puede purificar nuestras conciencias. Para escuchar las respuestas a nuestros porqués existenciales, es necesario que Dios entre en mi vida. Recuerde que el único tiempo para hacer decisiones excelentes es hoy. Para que lo humano tenga sentido, conéctese con lo divino.
Es importante caminar en esta vida con determinación, con coraje, sin miedo y con una fe inquebrantable. Pero sobre todas las cosas, tenga fe; confíe en que lo que piensa lo logrará. La duda que ha encontrado un nido dentro de usted, debe desaparecer. El temor y la desconfianza no son buenos aliados. La FE es clave para que usted alcance sus metas.
Mire, la vida es muy corta. No disponemos de muchos años para disfrutar, tanto los éxitos como las frustraciones o decepciones que se tengan. La vida se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, no vale la pena desperdiciar nuestro tiempo en situaciones nada constructivas en la misma. Así que, mientras viva, aprenda, perdone, agradezca, enseñe lo que sabe, perdone y ame sin medida a Dios y a sus semejantes. Si le ofenden, ame; si le critican, ame. En los frustraciones, ame; en las noches oscuras, ame. Las 24 horas del día, ame.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.