En las actividades de senderismo, que por cierto han sido de mucho beneficio para mi salud y vida, he adquirido muchas enseñanzas prácticas y sencillas que han permitido conocer aspectos de mi vida desconocidos.
Una de estas enseñanzas, es que en el trayecto de un ascenso que demanda mucho esfuerzo físico y mental, siempre se presenta el momento crucial en donde la falta de energía y el agotamiento se hace de manifiesto, surge el sentimiento de desistir o se acrecienta la duda de no alcanzar la meta; tomo entonces unos instantes y observo el punto donde me encuentro y justo aquí ¡visualizo objetivamente lo que he dejado atrás!, por lo general me situó en un punto donde la cima es mucho más cercana al sitio de partida, en oportunidades es cuando caigo en cuenta a la altura que me encuentro y me asombro del trabajo que ha requerido inversión de tiempo y de mucho esfuerzo.
No digo con esto que lo que está por delante es más fácil, a veces es mucho más demandante, pero lo que es inminente es el logro del objetivo; por lo tanto, el hecho de ver hacia atrás me impulsa a seguir adelante; he aprendido a detenerme, descansar, reflexionar y continuar la marcha, para dar paso al momento más álgido del recorrido, quedarme extasiada en la sublime grandeza e inmensa belleza de la naturaleza.
Cuando llego a la cima pienso en lo bueno que fue resistir y no desistir, como también la importancia que tiene mirar hacia atrás, no para regresar, sino para dar paso a una nueva experiencia.
Aplica en cualquier área de nuestra vida.